PARASHAT VAISHLAJ: Miedo a la oscuridad

¡Si todo fuera tan sencillo! Si en algún lugar existieran personas acechando para perpetrar iniquidades bastaría con separarlos, del resto de nosotros y destruirlos. Pero la línea que divide el bien del mal pasa por el centro mismo del corazón de todo ser humano. ¿Y quién está dispuesto a destruir un solo fragmento de su propio corazón?  ALEXANDER SOLZHENITSYN- un escritor, historiador y Premio Nobel de Literatura ruso.

¡Si todo fuera tan sencillo!

Las narraciones de la Torá se ocupan de hacernos entender esto: nada es sencillo cuando hablamos de lo humano.

Iaakov representa la multiplicidad, la no linealidad de la vida, la posibilidad de la falla, la recuperación, la caída, el rescate… Iaakov, Israel, nos enseña a reconciliarnos con nuestras imperfecciones y a tratarlas responsablemente.

En este momento de su vida la Torá relatará que Iaakov vuelve a su tierra luego de veinte años de vivir en Jarán, y envía emisarios a Esav- que está acercándose en el camino-  con la esperanza de lograr una reconciliación; pero sus mensajeros reportan que su hermano está en camino hacia él con 400 hombres de armados. Iakov se prepara para la guerra y al mismo tiempo eleva una plegaria conmovedora:

Y dijo Iaakov: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Itzjak, Adonai, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien; menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo; pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos campamentos. ¡Qué poco merecía yo todas las mercedes y toda la confianza que has dado a tu siervo! Pues con solo mi cayado pasé este Jordán y ahora he venido a formar dos campamentos. Líbrame de la mano de mi hermano, de la mano de Esav, porque le temo, no sea que venga y nos ataque, a la madre junto con los hijos. Bereshit 32:9-11

Iaakov siente miedo. El mismo Iaakov a quien no le tembló la mano ni la conciencia para engañar a su padre ciego, teme, llora, implora… y quizás sea este gesto de conexión con el error, de confrontación con las consecuencias de lo hecho por él mismo, quizás será este momento el que lo convierte en nuestro patriarca: Israel.

Iaakov ni ninguno de nosotros está completo sólo con haber alcanzado la meta. Él había conseguido la bendición de la primogenitura, había hecho una fortuna, volvía a su tierra con mujeres y muchos hijos y así y todo, había que saldar una deuda: volver a mirarse, ahora maduro, y descubrir aquellos fragmentos de sí mismo que le daban vergüenza. Algunos llaman a esto; enfrentarse con la sombra. Esa que reflejamos nosotros cuando decidimos tapar la luz del sol. Sombra que no se nos despega aunque corramos rápido. Iaakov y todos tenemos sombras a las que les tendremos que hacer frente. Y el encuentro con ellas, nos da temor; no sabemos qué hacer con estas porciones de nosotros mismos que no nos dan ni brillo ni orgullo.

En esta misma parashá leemos el encuentro de Iaakov con el ángel. Y nuevamente tenemos la posibilidad de pensar en un encuentro solitario, con un ser de otro plano con el que lucha toda la noche. Iaakov en este viaje de vuelta al lugar de donde escapó, recupera, reinicia una vida nueva ligándose con aquellas partes oscuras que no le habían permitido tener una vida digna.  Pero la línea que divide el bien del mal pasa por el centro mismo del corazón de todo ser humano – decía el escritor ruso.

Él da cuenta de esta línea. Cuando vuelve a encontrarse con un hermano que dejó herido. Y cuando se encuentra con él mismo- personificado en el ángel- en la soledad de la noche y libra una gran batalla.

Es la primera vez en la vida de Iaakov que rechazó escaparse o disimular. Y aquí comenzó su transformación. Dejó de ser Iaakov- aquél que salió tomado del talón de su hermano, a ser Israel- aquél que pelea con Dios; y agrego yo; y se encuentra a sí mismo.

El famoso psicólogo Carl Jung, que tanto profundizó el concepto de la sombra escribió: “Uno no se vuelve iluminado por imaginar figuras de luz, sino por hacer consciente la oscuridad.”

Iaakov se hizo consciente de su oscuridad y pudo fundar un pueblo. Y cada uno de nosotros, en la medida en que no nos enceguezcamos en la búsqueda de luces, sino que nos confrontemos valientemente a esas porciones de oscuridad que nos habitan y nos hacen errar y sufrir, podemos fundar pueblos, familias orgullosas, sociedades más justas y la esperanza necesaria para enfrentar todas las luchas.

Shabat Shalom,

Rabina Silvina Chemen.