“¿Qué es peor: morir gaseado en Auschwitz o de hambre en Transnistria?“. Es una pregunta para la que puede no haber respuesta. Tampoco Mijail la da: “Uno fue un genocidio de proporciones industriales; el otro, un salvaje Holocausto”. Él no es ni historiador ni taxista, sino ingeniero. Sin embargo, me asiste como chofer a través
Otra fue la historia de los judíos que ante la opción irse o convertirse, eligieron irse. Una parte de ellos se estableció en la costa norte africana. La mayoría se dirigió al Este, atravesando el Mediterráneo en sentido inverso al de la diáspora del siglo I. Volvían al Medio Oriente de donde habían partido otra
Desgraciadamente para los judíos, una invasión de almohades, islámicos no semitas, ignorantes y crueles, se abatió sobre el sur de España. Los judíos, perseguidos, buscaron refugio en Castilla, emigrando en grandes cantidades, sobre todo los intelectuales. Esto ocasionó un nuevo apogeo de la cultura judeo-cristiana, bajo los activos auspicios de Alfonso el Sabio. Alfonso X
Para ese entonces los judíos habían adquirido poder y riquezas y eran el blanco de la envidia de los visigodos. Desde entonces hasta su expulsión muchos siglos después, su condición estuvo sujeta a un movimiento pendular que iba de la tolerancia a la persecución, según las ideas del rey de turno y las presiones políticas.
Entre los pueblos que formaron España, el de los judíos es uno de los más interesantes. Tanto Américo Castro como Amador de los Ríos dicen que la historia de España no se puede entender sin los judíos. Por de pronto, por la duración de su permanencia en ella: se instalaron en el siglo uno y,
Con motivo del “Día de Jerusalém”, que `celebraremos el próximo 28 de mayo –28 de Iyar del calendario judío– relatamos una breve historia de esta ciudad. Quien visita Jerusalém no puede dejar de fascinarse ante el esplendor de los paisajes, la extravagancia de su gente la variedad de aromas, colores y sonidos que revelan el