El judaísmo progresista aboga por la completa participación de las mujeres en la vida judía

Soy judío progresista porque creo que no hay razón para que una mujer sea excluida de participar completamente en la vida judía. Está absolutamente claro para mí que las restricciones legales judías que prohíben a una mujer de participar en la vida judía, sea como testigo en una corte de justicia, sea para contar en el minyan (quorum de 10 personas para rezar), o estar titulada para bendecir y leer la Torá, o impedirle otros numerosos privilegios y responsabilidades religiosas, que colocan a la mujer en un status de segunda clase (al lado de los menores y de los individuos discapacitados), fueron creados por los hombres (rabinos) en un periodo de tiempo en que, en la sociedad, las mujeres eran consideradas como menos dignas, menos competentes y menos calificadas. Recordemos que aún en el Nuevo Mundo de Estados Unidos de América, libre de las tradiciones antiguas del viejo mundo Europeo, las mujeres no fueron legalmente reconocidas para votar en las elecciones nacionales hasta 1920, esto es 144 años después de la fundación del país.
A esas mujeres se les negó completamente el acceso a la observancia y participación ritual, esas mujeres eran “ensalzadas” como las cuidadoras de la familia y profesoras de los niños (hasta que comenzaba el estudio serio del Talmud y los hombres se convirtieron en profesores) y de este modo “excusadas” de los requerimientos de la observancia judía (¡qué conveniente esta racionalización para mantener a las mujeres coartadas en la cocina y cambiando pañales!), reflejando claramente actitudes universales hacia las mujeres correspondiente a los tiempos premodernos.
Sin embargo, reivindicar que tales regulaciones y leyes antifeministas deben su autoridad a Dios como el responsable de entregar estas leyes, como la fuente para esas regulaciones regresivas, es totalmente inaceptable para mí y es una gran distorsión de mi herencia judía.
Seamos claros sobre esto. Hay cientos de miles de judíos ortodoxos en el mundo de hoy (entre ellos muchas mujeres) que aceptan absolutamente la imposición de limitar la participación de las mujeres en la observancia ritual judía. Para estos judíos, las mujeres deben sentarse separadamente (detrás de la Mejitza o separador de habitación) en los lugares de culto, debe negárseles el derecho para leer la Torá, y no deben convertirse en rabinas. A estos judíos ortodoxos, yo les digo: Si eso es lo más confortable para ustedes, tienen el derecho de elegir esa forma de practicar su judaísmo. Sin embargo, por favor no me impongan a mí sus preferencias ascéticas. No estamos hablando aquí sobre mandamientos divinos, estamos hablando sobre preferencias humanas subjetivas. Y sus preferencias ortodoxas (aunque estén arraigadas por muchos siglos) no son necesariamente mis preferencias progresistas.
En un mundo donde las mujeres son Jefas de gobierno y de las Cortes de Justicia, Rectoras de Universidades, Gerentes de hospitales, jefas de Bancos y dirigentes de 500 mega Corporaciones, y que están volando al espacio en naves dentro del sistema solar, en un mundo así, yo soy simplemente incapaz y no estoy dispuesto a aceptar una prohibición religiosa que impida a una adolescente ser llamada a la Torá en un Bat Mitzvah. Por eso soy un judío progresista.
Joel Oceran, Vicepresidente, Desarrollo Internacional, Unión Mundial para el Judaísmo Progresista (WUPJ)
Mujeres del Kotel