Tsom Guedaliá, el 3 de Tishri
Este ayuno se observa el tercer día del mes hebreo Tishrí (así es la pronunciación sefaradí del nombre de este mes) un día después de Rosh Hashaná.
Cuando Nebujadnetsar destruyó el Templo de Jerusalém (586 a.e.c. ) asesinó a una gran parte de la población del reino de Judea (Yehudá) cuya capital era Jerusalén. También llevó a decenas de miles de judíos como prisioneros a Babilonia. Sólo una pequeña parte de la población judía vencida, campesinos muy pobres, permanecieron en Israel trabajando la tierra y pagando exorbitantes tributos a Babilonia.
Nebujadnetsar nombró como gobernador de estos judíos a Guedaliá Ben Ajiqam, de la familia de Shafán, familia muy respetada, que vivía en Babilonia desde el exilio de Yejoniá (597 a.e.c. ) y la cual, siguiendo las directivas del profeta Yirmiyahu (Jeremias) se mantuvo leal al rey de Babel. Se esperaba que con Guedaliá al mando, los yehudim podrían ganarse nuevamente la confianza del rey de Babilonia y que sólo sería una cuestión de tiempo que el rey Nebujadnetsar -o su sucesor- accedieran a permitir que los judíos regresaran a Israel y pudieran reconstruir el Bet Ha´Miqdash.
Pero Yishma’el Ben Netaniá, un hombre muy violento que descendía del Rey David, se opuso a la designación de Guedaliá y justificó su oposición diciendo que éste no pertenecía a la dinastía de David y que por eso no podía ostentar el cargo de gobernador de Judea.
Al mismo tiempo, Ba’alis, rey de Amón (hoy Jordania) sabía que si Guedaliá fuera el gobernador de Judea, Babilonia podría conquistar más fácilmente Amón. Por ello, Ba’alis animó a Yishma’el Ben Netaniá para que asesinara a Guedaliá y le ofreció su ayuda.
Al comenzar el séptimo mes hebreo (Tishrí) Yishma’el y un grupo de hombres muy violentos llegaron a la ciudad de Mitzpá, donde fueron cordialmente recibidos por Guedaliá con los honores debidos a un descendiente de la dinastía de David. Guedaliá había sido advertido de la posibilidad de un atentado contra su vida, pero se negó a dar crédito a sus informantes, convencido de que un yehudí nunca mataría a otro yehudí, y además, ¿por qué pondría en peligro las esperanzas de redención de todo el pueblo de Israel? Sin embargo, Yishma’el y diez de sus hombres asesinaron a Guedaliá y a los otros hombres que estaban con él en Mitzpá.
Tras este terrible crimen, los pocos judíos que habían quedado en Israel para trabajar la tierra huyeron a Egipto, temiendo la reacción del rey de Babilonia a este magnicidio (ver Jeremías Capítulos 43 y 44).
La tierra de Israel permaneció durante muchos años con poquísimos yehudím y , de esa manera, el exilio del pueblo de Israel alcanzó su pico más alto; las esperanzas de volver a Yerushalayim se desvanecieron (Melajim, II, 25:23-26).
Por ello nuestros sabios instituyeron el Ayuno de Guedalía el día 3 del mes de Tishrí: en recuerdo de esta gran tragedia.
Cuadro que ilustra el texto: Robert Davis, Jerusalén bajo el fuego (S. XIX, litografía).