PARASHAT SHEMOT: Una historia lamentablemente conocida

Comenzamos un nuevo libro, aquel que cuenta una historia que tanto nos representa, que tanto difundimos a través de nuestra celebración de Pésaj: Egipto, la esclavitud, la liberación y el camino hacia la promesa. Moshé, Aharón, trabajo esclavo, dolor, rebeldía… son palabras que nos acompañan como judíos desde niños.

Hoy vuelvo a abrir el libro de Shmot, ya no imbuida por la emoción de la celebración, sino en el mes de enero, en el calendario ritual, donde esta semana leeremos parashat Shmot. Y no deja de sorprenderme cómo este texto no se desactualiza, muy a mi pesar.

Todos recordarán que llegamos a Egipto buscando comida. La sequía y la hambruna llevaron a Yaakov y sus hijos a intentar buscar un lugar que les permitiera seguir vivos. Así llegamos. La historia y sus vericuetos hicieron que sea Yosef el encargado de recibirnos. Y tuvimos un largo tiempo de estabilidad y tranquilidad en tierra extranjera.

Y así comienza el libro de Shmot:

 ויקם מלך חדש על מצרים אשר לא ידע את יוסף

Se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a Yosef. Shmot 1:8

No conocía la historia. ¿No conocía la epopeya de Yosef y su administración para tener comida suficiente para transformar a Egipto en una potencia?

Ovadia ben Jacob Sforno fue un rabino italiano, del siglo XVI lo explica así:

Aunque no cabe duda de que en los anales de la historia egipcia se registró debidamente el reinado de 80 años de Yosef y su legislación para salvar a Egipto de la hambruna, así como cómo legisló que toda la tierra pertenecería al Faraón y los granjeros se convertirían en sus inquilinos, no se le ocurrió a nadie asociar a los hebreos de su tiempo con la familia de Yosef, que había sido tan altamente estimada.

Algo debía hacerse con este grupo de gente que no era “local”, “verdaderamente egipcia”. Pero la confrontación directa es poco aconsejable.

Se necesita argucia para atacar a un colectivo de personas.

Y fíjense: He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. Ahora, pues, seamos sabios para con él הבה נתחכמה לוShmot 1:9-10

Nitjakma, está escrito en hebreo. Seamos más sabios, dice la traducción; hagamos una estrategia inteligente para diezmarlos y ponerlos a nuestro servicio, y Sforno lo dice así: No nos enfrentemos a ellos frontalmente, sino que los encerraremos…

Y sigue el versículo, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra.

Y se vayan por su propia voluntad. De tanto ahogarlos, de tanto quitarles todas las posibilidades, elegirán irse de acá y dejar de contaminar nuestra tierra.

Sforno lo explica así: עלה מן הארץ, que se vayan por su propia voluntad, sin que tengamos que expulsarlos. Si no tenemos una razón adecuada para expulsarlos, nos convertiríamos en parias entre nuestros vecinos.

El exégeta italiano agrega algo más a este análisis: No tenemos que quedar mal con los vecinos. Tenemos que desplegar nuestro plan de expulsión con sutileza.

¿Y cuál fue el plan? La esclavitud. Marginarlos a los bordes de la sociedad y usarlos hasta dejarlos en la indignidad total, sin ninguna posibilidad.

Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza. Shmot 1:13

Y Sforno agrega:

Sin embargo, una vez que los egipcios observaron cómo los israelitas se degradaron a sí mismos al realizar trabajos domésticos, decidieron esclavizarlos.

Entonces la decisión fue aumentar la presión:

Y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor. Shmot 1:14

Les amargaron la vida. No era trabajo esclavo lo que pretendían. Era el goce de la hostilidad, la burla desde la superioridad y el hostigamiento como estrategia de pulverización de la dignidad humana.

Estoy escribiendo esto y no puedo dejar de recorrer con mi mente lo que pasa en nuestro mundo hoy en día. Y cómo la humanidad en muchos lugares del mundo no sólo no aprende, sino que perfecciona este horror.

Olas de migrantes que van buscando comida por el mundo. Países arrasados por el odio y la miseria. Familias buscando refugio. Países que cierran puertas. Y cuando las abren, el lugar que queda es el del desprecio, el prejuicio, la estrategia para dejarlos al margen, el gozo por el odio étnico, religioso. Las estrategias políticamente correctas, las excusas desde el plano de la economía, la gobernabilidad, las estadísticas… y mientras tanto, campos de refugiados sin ninguna expectativa de insertarse en ningún lugar, precarización laboral, dificultades en la documentación, muros cada vez más anchos, cada vez más altos para que no pasen de una frontera a la otra…

Triste realidad la de un mundo de primera y otro de segunda; fruto de la “sabiduría” de los poderosos, que van replicando Egiptos y amarguras cada vez más sofisticadas.

Por suerte esta parashá continúa con la historia de un par de parteras que se le rebelaron a la orden del Faraón de matar a los bebés varones hebreos.

Y me quedo con ellas y su valentía.

Y el llamado a resistir y rebelarnos, a trabajar y juntarnos con quienes, como tantos de nosotros, no soportan más ser testigo de estas historias.

Shabat Shalom,

Rabina Silvina Chemen