PARASHAT AJAREI MOT 2024: no más chivos expiatorios

Parashat Ajarei Mot nos vuelve a aquel ritual antiguo de expiación en el día de Yom Kipur. Por algún motivo los sabios de la tradición que dividieron el texto en capítulos y parashot introducen el contenido de este ritual con una aclaración temporal; “Dios le habla a Moshé después de la muerte (en hebreo: ajarei mot) de los hijos de Aharón cuando se acercaron delante del Señor y murieron.” Una aclaración que aparentemente estaría desconectada de la situación que sigue que es la indicación del ritual público frente a todo el pueblo, que los liberará de sus errores.

Luego tomará los dos chivos y los presentará delante del Señor, a la entrada de la Carpa del Encuentro. En seguida echará las suertes sobre los dos chivos: una suerte para el Señor y la otra para Azazel. Presentará el chivo que la suerte haya destinado al Señor, y lo ofrecerá como sacrificio por el pecado. En cuanto al chivo destinado por la suerte a Azazel, será puesto vivo delante del Señor, a fin de enviarlo al desierto para Azazel.” Vaikrá- Levítico 16:7-10

Repasemos esta ceremonia.

Dos animales. Un sorteo para determinar el destino de cada uno; si para el Señor o para Azazel. Una espiritualidad primitiva que entendía la transferencia de las acciones equivocadas como expiación de sus culpas y responsabilidades.

Al que le toca la suerte de ser destinado para el Señor, es ofrendado en el altar como sacrificio por el pecado- korban Jatat. Una experiencia que luego se extiende más allá del ritual bíblico y que señala aquél a quien se lo carga con todo lo negativo de un grupo, de un colectivo humano, de una familia; el famoso chivo expiatorio.

Recordemos que, en el campo de la psicología social, el término chivo expiatorio se refiere a una persona o grupo de personas a quienes se les atribuye la culpa de algo, independientemente de su inocencia. Tener un chivo expiatorio en cualquier sistema humano libera al resto del grupo de la carga por la responsabilidad de sus propias acciones.

Preguntémonos ahora por la función del segundo animal que es arrojado a Azazel.

Aarón impondrá sus dos manos sobre la cabeza del animal y confesará sobre él todas las iniquidades y transgresiones de los israelitas, cualesquiera sean los pecados que hayan cometido, cargándolas sobre la cabeza del chivo. Entonces lo enviará al desierto por medio de un hombre designado para ello. El chivo llevará sobre sí, hacia una región inaccesible, todas las iniquidades que ellos hayan cometido; y el animal será soltado en el desierto.” Vaikrá- Levítico 16:21-22

Aquí entramos en una discusión compleja. Según la Enciclopedia Judaica:

“Los rabinos, interpretando «Azazel» como «Azaz» (rugoso) y «El» (fuerte), lo refieren al acantilado montañoso accidentado y áspero desde el cual la cabra fue arrojada ( En el Talmud en el tratado de Ioma, en el midrash Sifra, como en la mayoría de los comentaristas medievales). La mayoría de los eruditos modernos, después de haber respaldado durante algún tiempo la antigua opinión, han aceptado la opinión misteriosamente insinuada por Ibn Ezra y expresamente expresada por Najmánides que Azazel pertenece a la clase de «seirim», demonios parecidos a cabras, genios que rondan el desierto, a los que los israelitas solían ofrecer sacrificios (Levítico 17:7 (“Y nunca más sacrificarán sus sacrificios a los a demonios, tras de los cuales se han prostituido; tendrán esto por estatuto perpetuo por sus generaciones.”) Los críticos probablemente estaban pensando en un fauno romano.

… el envío del macho cabrío fue, como afirmó Najmánides, una expresión simbólica de la idea de que los pecados del pueblo y sus malas consecuencias debían ser devueltos al espíritu de desolación y ruina, la fuente de toda impureza.”

En ambos casos, aunque con miradas diversas, el contenido que porta este animal es dramático: o merece ser tirado por un peñasco que lo destroza o es la personificación de un demonio que merece ser exterminados porque son fuente de toda impureza.

Esta ceremonia esperada y temida por el pueblo cumplía un rol importante: era lícito tener una nueva oportunidad, liberarse de transgresiones que obstaculizan muchas veces los aprendizajes necesarios para seguir adelante. La gente veía esa especie de puesta en escena y podía simbolizar ante sus ojos lo que es un proceso de limpieza y renovación. A nuestros modos de mirar y vivir la fe nos resulta un tanto mágico y poco elaborativo, pero entendiendo las características de esta población me resulta interesante cómo estas marcas fueron creando una espiritualidad que acepta la posibilidad de “barajar y dar de nuevo” cuando uno quiere realmente dejar ir todo aquello que pesa de uno mismo.

El problema, o la desgracia que hoy estamos viviendo tiene que ver con el derrotero y la manipulación de un ritual simbólico de expiación. Y la pregunta que surge en esta última semana es, o al menos lo es en mi mente y en mi corazón, ¿por qué los judíos seguimos siendo en la historia y en la concepción de muchos ese animal sobre el que se le cargan las peores aberraciones que justifican las actitudes y reacciones más inhumanas. ¿Cuándo un ritual de pureza espiritual se transformó en la excusa perfecta para tirarnos por todos los peñascos posibles, exiliarnos, incinerarnos, convertirnos a la fuerza, siendo tratados como los mismísimos demonios que lo que merecemos es el escarnio y la desaparición para dejar libres de pecado a quienes nos pretenden limpiar de la faz de la historia?

A horas de la conmemoración de Yom Hashoá vehagvurá- Día del Holocausto y el Heroísmo, recordemos que muchos mancillaban nuestra condición de víctimas del genocidio más atroz de la historia diciendo que íbamos como “ovejas al matadero”- triste similitud con ese chivo que era sacrificado en los fuegos de un altar a Dios. ¡De ninguna manera hemos ido como sacrificio, pasivamente, a las cámaras de gas ni a los hornos crematorios! Aún en las peores condiciones, hemos amado, hemos enseñado, hemos creado, nos hemos defendido, hemos conseguido escapar, salvar a nuestros hijos, decidimos mantener la fe y la esperanza, nos ayudamos… hemos resistido de todas las formas posibles y por eso, más allá de la ruleta rusa que fue el nazismo, estamos acá, de pie con la fortaleza renovada, la memoria intacta y un imperativo ético: seguir vivos, por ellos y por cada uno de los que está hoy acá.

Y ahora vuelvo a la pregunta del comienzo:
¿Por qué “Ajarei Mot”, después de la muerte de los hijos de Aharón aparece el ritual del sorteo de los dos chivos expiatorios, uno con peor suerte que el otro? Y no puedo no asociarlo con la tragedia que estamos viviendo después del 7 de octubre.
Ajarei Mot- después de la muerte, de la vejación, de la intramitable saña y goce del desguace más inhumano transmitido en vivo por redes sociales, del silencio; como el de Aharón y el de todos los padres y madres que del estupor o de gritar a más no poder quedaron mudos, y del otro silencio; el de los organismos internacionales, de derechos humanos y de feminismo…viene el otro capítulo; el que estamos viviendo esta semana con una virulencia y un odio que me revuelve las tripas.

Ya no son facciones en conflicto, grupos terroristas, ya no es la política territorial, ni la supremacía de alguna religión. No. Es el empecinamiento con el judío como chivo expiatorio de la historia. Lo que está pasando en las universidades de Estados Unidos y otros países con los estudiantes judíos tiene un antecedente en la Alemania nazi de 1935. Allí un régimen fascista tenía un programa concreto: limpiar a Alemania de judíos. Y ¿en Columbia? ¿En Harvard? ¿Cuándo se pergeñó esa impiadosa catarata de desprecio y persecución? Jóvenes que accedieron a universidades prestigiosas, con esfuerzo y con recursos económicos, ¿de golpe se transforman en bestias irracionales que defienden una causa que no los roza ni sus familias, ni su fe, ni su territorio? Y nuevamente ese intento de tirar al demonio por el peñasco para que se muera a jirones.

Comprendo, me duele y lamento profundamente el odio de muchas víctimas del pueblo palestino que han sido educadas en mirar a Israel y sus pobladores como sus enemigos. Comprendo que la historia de enfrentamientos y un tema geopolítico que no se resuelve en favor de la paz ha agudizado la confrontación y la desconfianza. Están allí. Todos sufren. La violencia y el terror que no acaba hace ver cada vez más lejos un horizonte de resolución posible.

Pero el odio y la intimidación que sufren alumnos y profesores judíos a través de personas que les prohíben la entrada a los claustros académicos y a las bibliotecas, que gritan y golpean como poseídos a quienes hasta hace un par de semanas eran sus compañeros de carrera, habla de un capítulo de la historia en el que toda la formación ha fracasado. Si éste es el resultado de quienes podrían liderar modelos de intercambio y mediación.

Apelo a las humanidades sensibles que aún quedan en este mundo para que puedan alzar las voces en contra de esta locura.
Necesitamos nuevos lenguajes para salir de este pozo ciego.
Necesitamos liderazgos que potencien la negociación, los acuerdos y la moderación.
Nos necesitamos a todos vivos, libres, con derechos, sin excepción.

Por la memoria de las víctimas de la Shoá, por la memoria de todas las víctimas, y por el futuro de nuestros hijos, seguiremos insistiendo.

Rabina Silvina Chemen