Los sorteos en el TANAJ

El tema de los sorteos, o de dejar al destino que tome decisiones, es una conducta que nos acompañó al pueblo judío durante miles de años. En la Torá se describe al destino como algo en lo que Dios está involucrado. Era muy común decidir en tiempos bíblicos por medio de un simple o complejo sorteo. 

5 ejemplos:

1) Después que los hermanos de Yosef lo hayan vendido, decidieron contarle a los padres que su hijo fue devorado por una fiera. Mancharon su vestimenta de sangre como prueba. Pero ante la duda de quién le contaría a Ya’acob, su padre, esta tragedia, hicieron un sorteo y fue Yehuda quien salió elegido y quien le llevó la vestimenta y la noticia a su padre.

2) El pueblo judío estuvo 40 años en el desierto soñando entrar a la Tierra de Israel. Pero, al entrar en ella, tendrán un desafío nada simple: ¿cómo se dividirán las tierras? ¿Quién recibirá la parte rica, quien las montañas o quien el mar?

«El destino distribuira las tierras de Israel» le dijo Dios a Moises. Deberás hacer un sorteo para saber donde se asentara cada tribu.
Al morir Moshé, Yeoshua, que era el nuevo líder y con quien el pueblo judío entro a Israel, realizó el sorteo como estaba programado.

3) También cuando el resultado era sabido de antemano, en muchas ocasiones realizaron un sorteo para demostrarle al pueblo que es el destino, el deseo de Dios quien está por detrás de la decisión. Al primer rey de Israel Shaul lo encontró el profeta Shmuel. A pesar de esto, cuando lo quiso presentar al pueblo les contó cómo lo eligió, lo hizo por medio de varios sorteos. En el primer sorteo ganó la tribu de Biniamín, en el segundo ganó la familia Hametri, en el tercer sorteo ganó Shaul entre toda la familia.

4) El último ejemplo es el sorteo que gracias a él ganamos una de las fiestas más lindas y que su nombre deriva de esa misma palabra: Purim. Hamán, el malo, pidió exterminar al pueblo judío y para decidir el día y el mes hizo un sorteo. El final lo sabemos, ese día paso a ser uno de los días mas alegres del año en el cual celebramos la fiesta Purim para remarcar el milagro que nos salvo de las intenciones de Hamán.

5) Los primogénitos fueron los elegidos para hacer los trabajos relacionados con Dios, primero en el Mishkan y después en el Gran Templo, pero al transgredir con el becerro de oro, se les prohibió que siguieran haciendo esos trabajos y en cambio se eligió a todos los miembros de la tribu Leví.  Para ello hubo que «comprarlos» y así eximirlos de sus obligaciones sagradas. Dios ordenó hacer un censo de todos los Leviím y los primogénitos de Israel. El resultado fue: 22 mil Leviím y 22,273 primogénitos. Cada uno de los Leviím comprará y hará el trabajo de un primogénito y así los liberará, y los 273 primogénitos que restan deberán pagar 5 shekels para liberarse por sí mismos. 
Moshé se preguntó: ¿Cómo hago para elegir a esos 273? Entonces organizó un sorteo para todos los primogénitos, 22,273 papelitos (o lo que sea) que en ellos estaba escrito 22,000 veces la palabra «Leví» y al resto «5 shekels». Cada uno de los primogénitos tomó de una enorme urna un papelito que le diría cuál es su destino. De acá nace la costumbre de «Pidión ha’ben» o compra del primer hijo que le nace a los padres.

La palabra sorteo en hebreo «hagralá» viene de la palabra «goral» que significa destino. Sin embargo la palabra lotería, deriva de la palabra «lot» que en alemán significa suerte. Para el judaísmo hay una clara diferencia entre el destino, la suerte y las casualidades. El destino es el deseo de Dios y no hay discusión en el tema. La suerte es un tema más complicado. En el Talmud hay contradicciones, por un lado dice que no estamos sujetos a la suerte (mazal) y por otro dice que el día de tu cumpleaños tu suerte es mucho más fuerte y por eso el saludo de ¡Mazal tov!
Las casualidades, según algunos intérpretes del judaísmo, no existen, y creen que nada es casual y todo tiene un motivo.