PARASHAT VAIGASH: Modos de cercanía

La palabra Vaigash, «Y se acercó», que lleva el nombre de esta parashá ha sido motivo de múltiples asociaciones. Recordemos a qué se refiere en esta parashá: Iehuda se acerca a Iosef (su hermano aunque aún él cree que es una autoridad egipcia) para pedir por la liberación de Biniamín, el más pequeño de los hijos de Iaakov, ofreciéndose a sí mismo como esclavo al líder egipcio en lugar de su hermano. Luego de comprender que aquellos hermanos que no tuvieron ningún tipo de piedad hacia él han modificado su actitud y defienden a su hermano, Iosef les revela su identidad diciendo «Yo soy Iosef. ¿Mi padre aún está vivo?»

Nuestros sabios toman este acercamientos físico para interpretar el gesto que hacemos en la Amidá (plegaria silenciosa de pie), en la que es costumbre dar tres pasos hacia adelante antes de comenzar, y luego al culminar, volvemos a dar esos pasos hacia atrás.

Estos pasos simbolizan un acercamiento formal a la presencia Divina. Es como si nos dirigiésemos a la cámara más interna del palacio, y nos «acercáramos» ante la presencia de Dios

Rabí Eleazar de Worms (1176-1238) autor del Sefer Rokeaj, entiende que estos tres pasos corresponden a las tres veces que en el texto bíblico aparece esta palabra “Vaigash”, «y se acercó«, de alguna manera están conectadas con una situación de ruego.

Miremos: La primera vez que aparece es el momento en el que Abraham se entera de la intención de Dios de destruir a Sodoma y Gomorra.

 וַיִּגַּשׁ אַבְרָהָם, וַיֹּאמַר:  הַאַף תִּסְפֶּה, צַדִּיק עִם-רָשָׁע.

Abraham se acercó [vaigash] y dijo: ¿Acaso destruirás al justo con el impío? . . . ¿El juez de toda la tierra no hará justicia?” (Bereshit 18: 23-25).

El segundo ocurre en nuestra parashá. La copa de plata de Iosef se ha encontrado en el saco de Biniamim. Iosef, cuya verdadera identidad aún es desconocida para los hermanos, dice que Biniamin será retenido como su esclavo mientras que los otros pueden irse libres. Iehudá, después de haberle dado a Iaakov, su padre, la garantía personal del regreso seguro de Biniamin, ahora aboga por su liberación.

וַיִּגַּשׁ אֵלָיו יְהוּדָה, וַיֹּאמֶר בִּי אֲדֹנִי, יְדַבֶּר-נָא עַבְדְּךָ דָבָר בְּאָזְנֵי אֲדֹנִי, וְאַל-יִחַר אַפְּךָ בְּעַבְדֶּךָ:

Entonces Iehudá se acercó [vayigash] a él y le dijo: Por favor, mi señor, deja que tu siervo hable una palabra a mi señor” (Bereshit 44: 18).

El tercero aparece en la gran confrontación en el Monte Carmel entre el profeta Eliahu y los 450 falsos profetas de Baal. Eliahu propone una prueba. Que, por un lado los falsos profetas y por otro él, preparen una ofrenda e invoquen el nombre de su deidad. Aquél que mande el fuego será el dios verdadero. Los 450 profetas lo hacen. Preparan el sacrificio y le piden a Baal que envíe fuego. Nada sucede. Lloran todo el día, gritan, giran, se laceran y se enfurecen, pero no llega el fuego. Entonces:

 וַיְהִי בַּעֲלוֹת הַמִּנְחָה, וַיִּגַּשׁ אֵלִיָּהוּ הַנָּבִיא וַיֹּאמַר, יְהוָה אֱלֹהֵי אַבְרָהָם יִצְחָק וְיִשְׂרָאֵל, הַיּוֹם יִוָּדַע כִּי-אַתָּה אֱלֹהִים בְּיִשְׂרָאֵל וַאֲנִי עַבְדֶּךָ; ובדבריך (וּבִדְבָרְךָ) עָשִׂיתִי, אֵת כָּל-הַדְּבָרִים הָאֵלֶּה.

«Eliahu dio un paso adelante [vayigash] y oró: Oh Señor, Dios de Abraham, Isaac e Israel, que se sepa hoy que eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo y he hecho todas estas cosas a tu disposición» (Melajim I 18:36).

El fuego descendió y la gente cayó al suelo, diciendo: “Adonai hu haElohim-El Señor, Él es Dios. El Señor, Él es Dios”  (Melajim I 18:39).

Tres enfoques, tres oraciones, pero muy diferentes entre sí. Abraham reza por la justicia. Iehudá por misericordia. Eliahu reza para que Dios se revele.

Abraham reza para salvar a gente que no conoce, los que viven en la llanura. La Torá los define como personas carentes de valores y moral. Sin embargo, a Abraham le preocupa su destino e intercede por su vida.

Iehudá le suplica a Iosef por el bien de su hermano Biniamín y su padre Iaakov, quien, no podrá soportar la pérdida de otro hijo amado. Habla en nombre de la familia y su integridad, los lazos de emoción que unen a quienes comparten una ascendencia común.

Eliahu se acerca a Dios. Él quiere que la gente renuncie a la idolatría y regrese a su fe ancestral, al único Dios verdadero que los rescató de Egipto. Su principal preocupación es la soberanía de Dios sobre el pueblo.

Tres acercamientos, con tres motivaciones distintas.

La humanidad, la familia, la fe.

Me emociona pensar que éste deba ser el sentido de la plegaria, de la kavana – la intención en nuestras oraciones.

Nos acercamos porque cuando rezamos lo hacemos para comprometernos en salvar – desde nuestros humildes espacios – algo de una humanidad que no conocemos y que muchas veces juzgamos con severidad. Y también lo hacemos para sanar desgarros en la familia cercana, tomar los aprendizajes de los momentos difíciles y hacerlos nuestras lecciones de vida. Y también lo hacemos porque cada vez que oramos volvemos a reconfirmar la necesidad de sostenernos en lo trascendente para la vida.

El orden de aparición de estas tres situaciones de oración no es aleatorio. Nuestro primer paso de acercamiento al cielo debería tener que ver con nuestra intercesión por un mundo más justo, más equitativo. Luego, nuestro segundo paso de cercanía será sobre nuestros vínculos familiares y el tercero será nuestra proximidad con Dios.

Hermosa manera de comprender la plegaria y la vida.

Somos más allá de nosotros mismos y nuestras apetencias. La fe debe ser una fuente de inspiración para comprometernos con el mundo y sus circunstancias hasta por fuera de nosotros mismos.

Nuestro bienestar no puede estar desligado del sosiego y la paz en nuestras casas.

En tiempos de distancia sanitaria, me parece importante hablar de cercanías.

Las confusiones, los malos entendidos, las soledades se diluyen cuando decidimos dar ese paso para decirle al otro que estamos cerca.

Solamente con este compromiso tiene sentido que nos acerquemos a Dios en nuestras plegarias.

Y no es a la inversa. Nada llegará del cielo si nosotros no damos el primer paso acá en la tierra.

Shabat Shalom,

Rabina Silvina Chemen.