“Bondad y verdad se encuentran; rectitud y paz se besan. La verdad surge de la tierra; y la rectitud mira desde el cielo. También, Dios dará aquello que es bueno; y nuestra tierra dará su producto.” (Tehilím- Salmos 85:11-13).
Se estarán preguntando por qué comienzo mi comentario de esta semana de parashat Shoftim, con una cita de los Salmos. Y lo hice porque la conclusión a la que quisiera arribar también debe ser un comienzo.
Nuestra parashá comienza así:
«Jueces y oficiales pondrás en todas tus entradas, que Dios te ha dado, a través de tus tribus; y ellos juzgarán a las personas mediante juicio justo. No pervertirán el juicio; no respetarán personas, ni tomarán sobornos; pues el soborno ciega los ojos del sabio, y pervierte las palabras de los justos. Justicia, justicia perseguirás, para que vivas, y heredes la tierra que Dios te ha dado.» (Devarim- Deuteronomio16:18-20).
Nos resulta conocido este texto y el espíritu del texto. No hay tierra de promesa sin un orden de justicia y quien cuide de ella; no hay comunidad, sociedad, nación posible si no tiene asegurada la instancia de la justicia para habitar su territorio.
Y nos resulta también familiar, porque ante actos de dolor que no se resolvieron a partir de la justicia y aun quedan impunes, nuestro reclamo de Tzedek, tzedek tirdof, es el lema que acompaña nuestras manifestaciones ante la corrupción y la indiferencia.
Hoy me gustaría retomar la duplicación de la palabra “justicia” como un gran mensaje dentro de nuestra parashá.
«Rabí Ashi dijo: ‘… los versículos [‘con justicia deberás juzgar a tu prójimo’ (Vaikrá- Levítico 19:15)] y ‘Justicia, justicia perseguirás’ – uno se refiere a una decisión basada en la estricta ley y el otro a un acuerdo. Como fue enseñado: justicia, justicia perseguirás; la primera [mención de justicia] se refiere a la decisión basada en la estricta ley; la segunda, a un acuerdo» (Sanhedrín 32b).
Una “justicia”- la estricta ley.
Otra “justicia”- la que se consigue a partir de los acuerdos.
Una “justicia”- acatada, obedecida y por tanto impuesta.
Otra “justicia”- conversada, meditada y mediada.
El Talmud se sigue preguntando acerca de la segunda definición de justicia:
¿Cómo es esto? – Ej.: cuando se encuentran dos barcos en un río; si ambos intentan pasar simultáneamente, ambos se hundirán, mientras que, si uno deja el paso al otro, ambos pueden pasar. Asimismo, si dos camellos se encuentran mientras están ascendiendo a Bet Jorón; si ambos ascienden al mismo tiempo, ambos pueden caer en el valle; pero si ascienden uno a uno, los dos subirán. ¿Cómo entonces, tienen que actuar ellos? Si uno está cargado y el otro no está cargado, el último tiene que dejar el paso al primero. Si uno está más cerca de su destino que el otro, el primero debe dejar el paso al último. Si ambos están a igual distancia del destino, que hagan un acuerdo entre ellos, el que va a seguir adelante compensando al que dejará pasar.» (Talmud, tratado de Sanhedrín 32b).
La primera reacción que producen estos ejemplos de los jajamim del Talmud es la de asombro y cierta lejanía con nuestras realidades. ¿Barcos? ¿Camellos? Nada de ello regula nuestras vidas. Sin embargo, si nos abstraemos del estricto detalle, veremos cuánta sabiduría y profundidad tiene mirar la vida desde sus expresiones más cotidianas y sembrar allí las bases de la justicia.
Dos barcos en un mismo río y sólo lugar para uno. ¿Cómo se resuelve? Uno le da lugar al otro. ¿Es eso “justicia”?
Dos camellos en un mismo camino y peligro de caerse si pasan los dos juntos- ¿Cómo se resuelve? Se observa en qué situación está el otro y en función del más necesitado se determina la prioridad. Y si no hay diferencias, se llega a un acuerdo a ver quién pasa primero. ¿Es eso “justicia”?
Sí. Para nuestra tradición la justicia tiene que ver con las normas, leyes, preceptos- recompensas y punitorios- pero también con las instancias en las que los seres humanos nos ponemos de acuerdo para tomar una decisión justa; que contemple la equidad, la igualdad de oportunidades, el equilibrio entre lo que me corresponde y lo que le corresponde al otro.
Un acuerdo supone cierto descentramiento de uno mismo como única variable en la toma de decisiones. Implica revisar qué necesitamos, pero también qué necesita el otro. Y no siempre estas resoluciones están contempladas en las leyes. Sino que hablan de nuestras conciencias, de nuestros modos de tomar decisiones a la hora de actuar. A veces las leyes, -imposibilitadas de contemplar todos los casos- terminan apañando situaciones que hacen daño. No podemos quedarnos tranquilos con ello. Hay otra justicia que está en nuestras manos. Por eso me conmueve tanto el versículo de los Salmos que elegí para comenzar esta reflexión:
Bondad y verdad se encuentran;
rectitud y paz se besan.
La verdad de la ley necesita de la bondad de nuestros actos.
La rectitud de la norma necesita de la paz que produce una elección basada en la equidad y la inclusión. Cielo y tierra, palabra escrita y actitud decente, cumplimiento y conciencia son dimensiones que al unirse provocan una sensación de sosiego y seguridad, que a veces nos es tan difícil de experimentar.
Hemos comenzado el mes de Elul. Inevitables son las reflexiones acerca del año que está concluyendo como también una evaluación de la situación social/jurídica/política en la que estamos inmersos.
Mis comentarios tienen como objetivos profundizar en algún aspecto del texto para leernos en nuestros días y brindar esperanza, salida a ciertas cerrazones que nos ahogan.
Y esta vez no será diferente.
La desazón, la incredulidad, el desgaste, la desilusión, el hartazgo y el temor por la incertidumbre que estamos viviendo, no nos van a inmovilizar. Saldremos a insistir, a construir, a profundizar, a difundir, a enseñar, a compartir el valor insoslayable e irreductible de vivir en una sociedad plena de derechos, bella en diversidades, rica en opciones. Y nos encontraremos con todos aquellos que quieran, como los camellos, llegar a un acuerdo, porque siempre la vía del acuerdo nos da sosiego y en definitiva recompensa. Y si a uno le cuesta más que a otro perseguiremos la justicia de la misericordia, aquella que se ocupa de que los que la tienen más pesada, den un paso adelante porque nosotros podemos soportar la carga. Una justicia que deje de lado a los soberbios y manipuladores para dar paso a quienes siguen optando por la dignidad y la paz social.
En estas semanas de Elul pensemos en la parte que nos toca, en las decisiones que tomamos, en los acuerdos que celebramos, en nuestras cegueras y nuestras oportunidades de traer algo más de justicia a este tiempo tan herido.
Shabat Shalom y Jodesh Tov
Rabina Silvina Chemen