PARASHAT DEVARÍM: ¿cómo queremos vivir?

Esta semana comenzamos la lectura del último de los cinco libros de la Torá, Devarím. Conocido como el último gran discurso de Moshé al pueblo de Israel que se encontraba dispuesto a entrar a la tierra para conquistarla, Devarím es asimismo el descargo final de un líder que sufrió mucho en su tarea, el dogma que el líder dejó a su rebaño. Este quinto libro es conocido también como Mishné Torá, una segunda Torá, en virtud de que aquí se repiten varias historias y leyes que ya fueron mencionadas previamente en los anteriores cuatro libros, solo que aparece en ellas una novedad, la propia percepción de Moshé respecto a los hechos que relata.

Aparecerán nuevamente las 10 aseveraciones, el evento de los meraglím (espías), la travesía del pueblo por el desierto durante 40 años y más.

Quizá uno podría decir sobre estos relatos: “No hay nada nuevo bajo el sol” sin embargo, es tanto lo nuevo que hay al poder sentir lo que sintió o percibió Moshé, que hacen de este quinto libro toda una Torá en sí misma.

Mismos hechos, distintos relatos. El libro de Devarím nos hace preguntar ¿Quién acaso tuvo la idea de crear todo un sistema de jueces? ¿Fue Itró, suegro de Moshé, como dice el libro de Shemot, o fue Moshé como él mismo lo reconoce acá? ¿A quién se le ocurrió enviar espías a la tierra de Israel, fue D´s, o fue el pueblo? No podemos saberlo. La riqueza de todas formas, no reside en los hechos, sino en lo que uno percibe de ellos.

Este Shabat es además conocido como Shabat Jazón, debido a la Haftará que se lee del profeta Ishaiahu que culmina el ciclo de tres semanas de angustias o entre estrechuras, Bein hametzarim. En ella el profeta vislumbra una realidad conocida por toda su sociedad. Una Jerusalém corrompida, llena de Torá y templos, pero vacía de contenidos que se dirigía hacia su propia destrucción. Ante una misma situación el profeta ve aquello que el resto de la gente parece no ver, o quizá no quiere ver.

Moshé e Ishaiahu son dos líderes que en cierto punto de la historia necesitan expresar en palabras su forma de ver las cosas. Moshé e Ishaiahu ven las cosas de otro modo, y es entonces que crean historias paralelas, nuevos mundos. El mundo que se vislumbra a veces convive con el mundo real, pero a veces distan mucho uno de otro.

Algunos son capaces de ver una historia que para otros es absolutamente irreal. Quizá esa sea la razón por la que el libro de Devarím sea tan importante. Esta es la verdadera Torá de Moshé, aquella que él sintió y percibió. Quizá por eso es tan importante esta haftará. Esta es la verdadera realidad de Ishaiahu, aquella que él vio y vislumbró.

El AriZal proponía una idea hermosa. Nosotros vivimos en el Gan Edén, nunca fuimos expulsados, solamente que estamos ciegos para verlo. El mundo es lo que nosotros queremos que sea. Mientras queramos ver sólo lo malo, el mundo siempre será malo. El día que abramos los ojos y veamos lo que realmente deseamos ver entonces ahí estará todo.

Nuestra vida depende del punto de vista que queramos tener.

Nuestra vida depende de la visión que tengamos sobre el mundo en el que queremos vivir.