ROSHA HASHANÁ: Tefilá y lectura de la Torá

Durante las Altas Fiestas, la cortina del Arón Hakódesh se cambia por una blanca, para simbolizar que «nuestros errores serán blanqueados como la nieve».

Como en Rosh Hashaná hay tantos rezos específicos, utilizamos un libro especial de rezos llamado «Majzor».

En Rosh Hashaná no se recita Vidui (confesión de transgresiones), tanto en su versión colectiva como individual. Esto se debe a que el tema central del día es la coronación de HaShem sobre nosotros y el mundo entero, y pedir que el próximo sea un año bueno en el que podamos revelar la Gloria de su reinado,  por lo que no corresponde ocuparse en un día como este de nuestra reparación individual a la que se le dedican todos los demás días de retorno o teshuvá. Asimismo, no corresponde recordar trasgresiones que atentan contra la Gloria de su reinado, ya que hay temor que al hacerlo se pueda reforzar el argumento de los fiscales que se presentan contra nosotros (Zohar II 186:1, según el Arí Z»l entre los diferentes toques del shofar puede uno confesarse en voz baja, ver adelante 4:7).

La súplica «Avinu Malkeinu» debe decirse en Rosh Hashaná, excepto cuando Rosh Hashaná coincide con Shabat, ya que la halajá es que en Shabat no se dicen súplicas. Si Rosh Hashaná cae en viernes, no se dice «Avinu Malkeinu» en el rezo de Minjá.

Hay quienes opinan que también debe omitirse, en la plegaria «Avinu Malkenu» (Nuestro Padre, Nuestro Rey), las frases que recuerdan la transgresión, como por ejemplo: «Avinu Malkenu, hemos pecado ante Ti» (Beit Iosef, Arí Z»l). Hay quienes acostumbran recitar en Rosh Hashaná todo el texto de «Avinu Malkenu», ya que las frases que recuerdan pecados no se consideran confesión sino la descripción de una situación general (Ramá 584:1, Mishná Berurá 3).

Si bien Rosh Hashaná es un día festivo en el cual correspondería recitar Halel, no se hace, ya que se trata del Día del Juicio.

Hay muchas variantes en la Amidá de los Días Solemnes (Yamim Noraím) y la principal de todas es que en la tercera bendición decimos «HaMelej HaKadosh» (El Rey Santo) en vez de «HaE-l HaKadosh» (El D´s Santo).

En Rosh Hashaná, se sacan del arca dos pergaminos de la Torá. Al igual que en todas las festividades (Yamim Tovim) se llama a cinco personas a la lectura de la Torá. Se lee la Parashá o porción de lectura que comienza con las palabras «Y el Eterno recordó a Sará» (Bereshit 21:1-34) y en la Haftará (porción de los Profetas) se lee cuando Janá dio a luz a Shmuel (Shulján Aruj 584:2). Esto se debe a que en Rosh Hashaná («nifkedú») fueron recordadas para bien por Hashem para ser madres, tres mujeres justas: nuestra matriarca Sará que tuvo a nuestro patriarca Itzjak, nuestra matriarca Rajel que tuvo a Iosef el justo y Janá que tuvo al profeta Shmuel (Talmud Babilonio Tratado de Rosh HaShaná 10(B)). La esterilidad de estas mujeres obedecía a que en virtud de lo elevado de sus personas debían traer al mundo almas tan innovadoras que de modo natural no podían nacer, y sólo en mérito de la renovación de Rosh HaShaná pudieron quedar embarazadas. La mayor parte de la porción de lectura de la Torá en cuestión se ocupa de la expulsión de Ishmael, relato del cual se pueden rescatar dos principios fundamentales:

a) A pesar de lo dolorosa de la situación, la expulsión de Ishmael no implica un problema moral ya que de haberlo los sabios no habrían incluido este pasaje para leer, a los efectos de que no funja como acusación contra nosotros en el Día del Juicio

b) Justamente en Rosh Hashaná, Día del Juicio, es necesario diferenciar entre el pueblo de Israel y las demás naciones que no están dispuestas a aceptar la gran misión de reparar el mundo conforme a la Voluntad de D´s, tal como se diferenció a Ishmael de Israel.

En el segundo día de Rosh Hashaná se lee la porción de «Akedat Itzjak» o «atadura de Itzjak» (Bereshit 22:1-24) para recordar ante HaShem el mérito del accionar de nuestros ancestros. Para la Haftará se lee la profecía del consuelo de Yirmiahu (31:1-19) que contiene una narración de la futura redención de Israel, inspirando a la congregación con la esperanza de que la promesa de mérito en el futuro le permita al pueblo de Israel soportar su Día de Juicio inmediato, y salir como los receptores de la Piedad Divina.

Además de esto, la haftarah también contiene la historia del dolor inconsolable de nuestra Madre Rajel por el exilio de sus hijos, y la seguridad que le dio D-os de que su esperanza para su redención sería satisfecha. El hecho de que Rajel también fue recordada por D-os en Rosh Hashaná es otra razón para escoger este pasaje en la haftarah para este día

Rosh Hashaná es la única festividad del calendario hebreo que cae a inicio del mes. A diferencia de otras fiestas no está relacionado a ningún evento histórico (Purim, Janucá) ni a ninguna de las fechas de peregrinaje a Jerusalén (Pesaj, Shavuot, Sucot).  No se relaciona al tiempo sino al individuo, no es “zman jerutenu” – el día de nuestra liberación- ni es “zman matán torá” – “el día de la entrega de la Torá”, sino que es el Día del Toquido del Shofar – Iom Teruá- el Día del Recuerdo – Iom Zicarón- el Día del Juicio – Iom Hadín.

Que nuestras plegarias se eleven desde el lugar más esencial y auténtico.

Que Janá, como dijeran nuestros sabios, sea ejemplo de cómo debe realizarse la plegaria, no sólo por el silencio y la no ostentación de la misma, sino y antes que nada, por la real conexión con su esencia, su vida, sus necesidades verdaderas.

Que el nacimiento del año, memoria del nacimiento de la humanidad, nos permita renacer, renovados.