PARASHOT JUKAT- BALAK: De héroes anónimos

Miriam, hermana de Moshé, muere en Parashat Jukat y es enterrada en un lugar que se dio en llamar Kadesh.

Hablemos de Miriam.

Cuando se relata quiénes llevaron adelante la gesta del desierto, los nombres que más resuenan son los de Moshé y de Aharón.

Sin embargo, aunque con mucha menos prensa, Miriam también fue una líder de su tiempo y de su pueblo.

El profeta Mijá- Miqueas reconoce a los tres hermanos como los guías de Israel cuando él proclama por Dios:

«Los redimí de la casa de esclavitud, y envié a Moisés, Aharón, y Miriam para conducirlos» Mijá 6:4

Miriam, junto con Aharón y el mismo Moshé fueron los enviados de Dios para sacar a este pueblo de la opresión y conducirlos por el desierto hacia la tierra de la libertad.

Repasemos qué sabemos de Miriam.

1- La llamaban profetisa- Miriam Haneviá, aunque sus enseñanzas proféticas no fueron registradas. “Entonces Miriam, la profetisa, hermana de Aharón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron detrás de ella con panderos y danzas”. Shemot -Éxodo15:20

2- Ella canta y conduce a las mujeres en la alabanza a Dios después de haber cruzado a salvo al pueblo a través del Mar de los Juncos.

“Y Miriam repetía: -Cantad a Adonai porque se ha cubierto de gloria; ha echado en el mar al caballo y al jinete.” Shemot- Éxodo 15:21

3- Ella junto con su hermano Aharón hablaron mal de su esposa y criticaron el modo de ejercer su autoridad.

“Moshé había tomado por esposa a una egipcia, así que Miriam y Aharón empezaron a murmurar contra él por causa de ella. Decían: «¿Acaso no ha hablado el Señor con otro que no sea Moshé? ¿No nos ha hablado también a nosotros?» Y el Señor oyó sus murmuraciones”. Bemidbar- Números 12:1-2.

4- Ella fue puesta fuera del campamento cuando se enferma de tzaraat; y expresamente, los israelitas rechazan seguir adelante hasta que ella regrese. “Así que Miriam quedó confinada siete días fuera del campamento. El pueblo no se puso en marcha hasta que ella se reintegró.  Después el pueblo partió de Jatzerot y acampó en el desierto de Parán.” Bemidbar- Números 12: 15y 16.

Si nos focalizamos en la cadena sucesoria de los liderazgos del desierto veremos que, Eleazar, el hijo de Aharón fue destinado a su papel sacerdotal en virtud de su linaje y Yehoshúa fue elegido sucesor de Moshé porque estaba capacitado para llevar la gesta militar que conquistaría la tierra de Israel.

¿Quién quedó después de la muerte de Miriam? No hay registro de ningún nombre propia. Ninguna historia ya sea heredada o asignada de nadie que ocupe su lugar.

Quizás Miriam representa a los líderes anónimos, a los que cumplen a veces papeles invisibles en las historias oficiales.

Y no quiero que se me lea sólo desde una defensa feminista de los roles de las mujeres a lo largo de la historia, sino que quiero pensar a Miriam como un tipo de liderazgo más allá de su género.

Los herederos de Miriam son los que, en cada generación, en cada lugar del mundo son profetas, defendiendo causas justas y los ideales de una sociedad equitativa.

Los herederos de Miriam son los que cuidan de los demás, aunque nadie se los pida.

Los herederos de Miriam son los que animan a quienes tienen alrededor a disfrutar de lo que les sucede, a valorar el acontecimiento y a priorizar la esperanza sobre la desesperación.

La herencia de Miriam, se recupera cuando moldeamos nuestra capacidad de preocuparnos por aquellos más vulnerables que nosotros, como ella hizo por su hermano pequeño, Moshé cuando estaba en peligro. Cuando intervenimos en la historia independientemente de nuestra posición, como ella lo hizo cuando se acercó a la princesa egipcia.

Y no es casual que seguido a su muerte dice la Torá que:

“Llegaron los hijos de Israel, toda la congregación, al desierto de Tsin, en el mes primero, y acampó el pueblo en Kadesh; y allí murió Miriam, y allí fue sepultada.
Y porque no había agua para la congregación, se juntaron contra Moshé y Aharón.”
Bemidbar-Números 20:1-2

Un pueblo pide agua luego de su ausencia, porque la contundencia de su presencia, aún no reconocida, nutrió a las personas comunes con el alimento más básico.

Esto me lleva a volver a preguntarnos lo que a tantos pensadores los mantiene en vilo: ¿Cómo se cuenta la historia? ¿Quiénes la relatan? ¿Qué significa dar cuenta de un hecho histórico?

La manera más corriente es vincularnos con los relatos de los liderazgos sobresalientes, los triunfos o las derrotas; los capítulos notorios y visibles de cada tiempo, con fechas de inicio y de cierre, con documentación y testimonios.

Creo que es tiempo de reconocer que en cada época conviven al menos dos tipos de liderazgos.

Están los que se empeñan en demostrar que son líderes genuinos al salirle al paso a los desafíos, al proponer o mantener una posición o al hacer prevalecer sus opiniones. Son liderazgos ligados a la acción y la visibilidad. Liderazgos conectados con la inmediatez, el dinamismo y la efectividad. Liderazgos que deben demostrar una gran capacidad de respuesta a toda clase de retos.

Pero hay otro tipo de liderazgo, observador, reflexivo, en general anónimo, silencioso. Aquél que teje redes en el campo más llano. Un liderazgo muchas veces crítico, que elige una cierta posición de retaguardia, sin que ello les haga mella en su motivación para trabajar con el otro.

En cada generación y en cada grupo humano, hubo y sigue habiendo líderes reconocidos y líderes anónimos- quizás los que menos espacio ocupan en los libros oficiales de la historia.

Y si no, pensemos en cuántos nombres propios conocemos de personas que anónimamente cambiaron la vida de tantos, durante la más importante tragedia de nuestro pueblo: los que resistieron en la Shoá, los que protegieron a otros los escondieron gente, los que siguieron enseñando, pintando, componiendo música, buscando raciones de comida para los escondidos, la resistencia armada y la resistencia cultural; judíos y no judíos, protagonistas silenciosos de una historia que sin su valentía hubiera dado resultados aún mucho más nefastos- quizás no podríamos estar contándolo acá.

Muchos llaman a los no judíos que ayudaron a judíos perseguidos por el régimen nazi Jasidei Umot Haolam, los justos de las naciones. Y ¿qué es un justo? Alguien que hace un acto de justicia sin esperar recompensa.

Los líderes como Miriam y sus sucesores, hasta el día de hoy, son justos entre las naciones.

Así como los indios, mestizos, zapateros, pulperos, barberos, esclavos, negros y mujeres participaron de las independencias de los países de nuestro continente.

Así como miles de personas anónimas salen a las calles para pedir justicia y pelear por la dignidad de la vida y los derechos de cada uno.

En cada generación líderes visibles hacen la historia junto con los silenciosos que se ocupan en general de los más vulnerables: cada maestra que enseña, cada mano que cocina en un comedor barrial, cada voluntario de programas sociales y comunitarios, cada médico que cura, cada donante para causas que le devuelven la dignidad a la gente, cada persona que elige expresarse y resistir ante la injusticia y la inequidad se transforma en líder que nutre, como el agua del pozo de Miriam.

Sea hoy nuestro homenaje a todos ellos y nuestro compromiso a elegir también transitar esos caminos.

Shabat Shalom,

Rabina Silvina Chemen