PARASHAT TZAV: Hablemos de paz

וְזֹאת תּוֹרַת, זֶבַח הַשְּׁלָמִים, אֲשֶׁר יַקְרִיב, לַיהוָה

 “Y esta es la ley del sacrificio de paz (ZEBAJ HASHELAMIM) que se ofrecerá a Adonai.” Vaikrá 7:11

Leer estos textos en estos tiempos de locura humana, nos desvía la atención a otros significados de un texto aparentemente tan atávico y una ritualidad tan primitiva.

Siempre decimos que el libro de Vaikrá describe los rituales de sacrificios para cada ocasión, sin embargo hoy me gustaría decirlo de este modo: los ritos son escenificaciones de valores que sustentan un proyecto de individuo y de colectivo humano. No hay rito sin huella en la conciencia de quien lo practica.

Por lo tanto, el libro de Vaikrá me pide en este momento que descubra cuál es el mensaje detrás de los rituales descriptos. Cuáles es el proyecto trascendente que persiguen estas prácticas.

Y en tiempos de guerra, de todos contra todos, en un amplio sentido, me topo con este ritual, el zebaj hashelamim, el sacrificio de paz.

Vamos a investigarlo juntos para descubrir qué hay detrás.

Esta ofrenda se realizaba en tres circunstancias:

1) como acción de gracias

2) cuando se hacía un voto

3) cuando quería llevarse una ofrenda voluntaria

Ya con estos tres datos podríamos interpretar que a la paz se arriba cuando uno cultiva el agradecimiento, cuando nos comprometemos con un propósito férreamente y cuando nos habita la voluntad de dar. Agradecer, comprometerse y dar de corazón traen paz.

Sigamos un poco más.

Daat Zkenim (s.XII-XIII) dice: “זבח השלמים, “el sacrificio de la ofrenda de paz”; ¿por qué se llama así? Está destinado a restaurar la paz entre nosotros aquí abajo y Dios nuestro Padre en el cielo. Esto también se describe en estos términos en los Salmos 50 23, cuando el salmista dice: זובח תודה יכבדנני, “el que ofrece ofrenda de acción de gracias me honra”.

Este comentario habla de una ofrenda que funciona de vínculo entre la tierra y el cielo; entre lo terrenal y lo divino, lo mundano y lo trascendente. Se me ocurre pensar que paz es tener la capacidad de ampliar la mirada sobre las apetencias y egoísmos de nuestras vidas cotidianas y tener una visión de sentido que le dé rumbo a nuestras vidas.

Por su parte el libro de midrashim Sifra dice: “Rabí Yehudá dijo: Quien trae Shelamim trae shalom (paz) al mundo. Otra explicación: alberga «paz» para todas las partes; la sangre y las entrañas–para el altar, el pecho y la espaldilla…”

Entiendo a Rabí Yehudá cuando dice que la paz llega cuando todas las partes, las del animal ofrecido pero también todas las partes de una sociedad, una familia, un país tienen una misma oportunidad, de ser vistas como sagradas y poder formar parte de un proyecto santo.

Rashi (s.XI) por su parte nos explica que “shelamim es una ofrenda que trae paz al altar, a los sacerdotes y al oferente. Por lo tanto, el nombre sería particularmente adecuado y significativo, ya que la ofrenda shelamim constituye una comida compartida por el altar, los sacerdotes y el oferente. Esta es verdaderamente una comida de paz, una ofrenda de paz que refleja la armonía entre el oferente, el Señor y Sus siervos.”

Y esto me permite profundizar aún más. Paz es el resultado de la decisión de que todos, más allá del rol que ocupen, tengan un lugar de dignidad en la mesa. La mesa de la vida, del trabajo, de la tranquilidad, de la libertad.

Hagamos ahora la última estación en este recorrido por nuestras fuentes y vayamos a Vaikra Raba 9:9 que se ocupa en extenso sobre este tema

“Dijo Rabí Shimón ben Yoḥai: Grande es la paz, porque todas las bendiciones están incluidas en ella, «Adonai otorga fuerza a Su pueblo, Adonai bendice a su pueblo con paz» ( Salmo 29:11 ). … Dijo Rabí Shimon ben Ḥalafta: Grande es la paz, porque cuando el Santo Bendito creó Su universo, hizo el paso entre las partes superior e inferior. El primer día creó algunas de las partes superior e inferior, como está escrito «En el principio creó Dios los cielos y la tierra» (Génesis 1:1 ). En el segundo creó algunas de las partes superiores, como está escrito «Y dijo Dios: ‘Hágase un firmamento'» ( Génesis 1:6 ). En el tercero creó algunas de las partes inferiores, como está escrito: «Y dijo Dios: ‘Recoged las aguas'» (Génesis 1:9). En el cuarto, algunas de las partes superiores: «Que haya lumbreras en el firmamento celestial» ( Génesis 1:14 ). En el quinto creó algunas de las partes inferiores: «Y dijo Dios: ‘Que las aguas se amontonen'» ( Génesis 1:20). En el sexto vino a crear la humanidad. Él dijo: «Si lo creo a partir de más partes superiores, entonces las partes superiores superarán en número a las inferiores en una creación. Si lo creo a partir de más partes inferiores, entonces las partes inferiores superarán en número a las superiores en una creación». ¿Qué hizo él? Lo hizo de partes superiores y de partes inferiores, como está escrito «Y Adonai Dios creó a la humanidad del polvo de la tierra» (Génesis 2:7) – partes inferiores, «y sopló en su nariz aliento de vida (Génesis 2:7) — partes superiores.”

Hermosa y poética mirada la de Rabí Shimón ben Halafta. Se dedicó a leer el texto de la creación en esa búsqueda de equilibro entre lo que él llama “dimensiones superiores e inferiores” pero que en definitiva buscan hacernos entender que las categorías en las que a veces nos encasillamos y encasillamos a otros sólo produce falta de paz; que la alternancia, la variedad, la diversidad, la movilidad son parte del plan sobre nuestro mundo.

Hemos recorrido diferentes interpretaciones acerca del significado profundo de una práctica que ha quedado en desuso por la desaparición de los sacrificios rituales.

Mi propuesta es que desempolvemos la profundidad de su mensaje.

Somos agentes de paz, oferentes de paz cuando cultivamos el agradecimiento, cuando nos comprometemos con causas nobles, cuando somos generosos, cuando vivimos por un propósito trascendente, cuando nos ocupamos de la unión en nuestra familia y nuestra sociedad, cuando le hacemos un lugar en nuestra mesa a todos los que quieran estar en ella, cuando lo diverso no amenaza sino que potencia y enriquece.

Somos agentes de paz en las calles, en las redes sociales, en la educación de nuestros hijos.

Somos agentes de paz cuando decidimos no vivir la vida de batalla en batalla ni ver al que tengo en frente como un amenazante enemigo.

No hay más altares.

Está la vida misma para ponerlo en práctica. ¡Y vaya si lo estamos necesitando!

Shabat Shalom,

Rabina Silvina Chemen