PARASHAT KI TAVO: la bendición de la confianza

En Shabat siempre tratamos de no vincularnos a situaciones de dolor ni a textos que no sean esperanzadores. Pero la Torá en este Shabat a unos pocos días de Rosh Hashaná, y en el marco de Shabatot en los que nos estamos preparando y trabajando cómo terminamos el año y cómo vamos a encarar el próximo, nos toca nuevamente leer una serie de bendiciones y otro tanto de maldiciones que devendrán, de acuerdo con el texto bíblico si obedecemos sus mandamientos.

Abraham Joshua Heschel entiende que las bendiciones y las maldiciones están allí para enseñarnos el sentido que tiene el de ser socios con Dios, en tanto creados a imagen y semejanza cuando luchamos para enfrentarnos con el bien y el mal. Simplemente observando las leyes escritas en la Torá no es suficiente para traer santidad a nuestras vidas. La Torá no sólo estipula simplemente que ciertos actos están prohibidos, sino antes que nada demanda que nosotros aceptemos nuestra responsabilidad de hacernos cargo, con nuestros actos y decisiones, de una sociedad más justa.

Es en las acciones- escribe Heschel- que los seres humanos nos hacemos conscientes de lo que la vida es realmente, de nuestro poder de hacer daño, de herir, de destruir, de arruinar así como de nuestras habilidades de provocar alegría y propagarla hacia los demás. La acción es la prueba, el juicio y el riesgo. Lo que nosotros hacemos puede parecernos pequeño pero puede tener consecuencias inmensas.

Es decir que la garantía para recibir bendiciones no tienen que ver con una aceptación mecánica, sometida y estricta al contenido de la ley, sino, creo entender yo, la bendición se produce cuando somos capaces de tomar conciencia de nuestro potencial y del beneficio que nos produce a nosotros y a los demás el hecho de ir por un camino ético y comprometido con valores que dignifican nuestra existencia humana.

Estos días del mes de Elul y la inminente llegada de los Iamim Noraím los días profundos que nos interpelan hasta lo más hondo de nuestro ser, transitan, queramos o no, a conciencia o no, entre las dimensiones del bien y el mal. Nos preguntamos qué acertamos, en qué fallamos, a quién fallamos, a quién beneficiamos… Nos volvemos a examinar, quizás temerosos de no pasar la prueba tal como hubiéramos querido porque nos volvemos a encontrar falibles, a veces, débiles, otras.

Y cuando decimos maldiciones rápidamente lo ligamos a enfermedad, pérdida, crisis, carencias…

Sin embargo quiero compartir una de ellas en esta parashá que nos puede guiar hacia otro concepto de maldición, en tanto la consecuencia, el fracaso por no haber elegido una vida ética, de santidad, en los términos de Heschel:

וְהָיוּ חַיֶּיךָ תְּלֻאִים לְךָ מִנֶּגֶד וּפָחַדְתָּ לַיְלָה וְיֹומָם וְלֹא תַאֲמִין בְּחַיֶּיךָ

“Y tendrás la vida pendiente de un hilo; y sentirás miedo de noche y de día, y no confiarás en tu vida”.

Vehaiu jaieja tluim leja” – “Y tu vida va a pender de un hilo”.

Velo taamin bejaieja” – “Y no vas a creer en ti mismo”.

Las vidas penden de un hilo, aunque parezcan sostenidas por grandes construcciones, cuando lo que las sustenta no tiene que ver con la dignidad humana, con un comportamiento digno para con los que viven o trabajan con nosotros, con un compromiso activo por los que necesitan nuestra ayuda…

Cuando nos creemos superiores y por tanto necesitamos dominar autoritariamente, cuando sucumbimos a los mandatos de moda, del entorno, del status, desoyendo nuestras prioridades, cuando no nos importan los demás y egoístamente nos miramos solo a nosotros mismos y nuestras necesidades.

En lugar de construir fortaleza, estamos alimentando debilidad. No vas a creer en ti mismo, porque te habrás perdido en la vorágine, en la ambición, en el salvajismo de este tiempo que a veces confunde y nos hace creer que elegimos cuando en realidad somos arrastrados.

No vas a creer en ti mismo, es una de las klalot, de las maldiciones, porque no hay nada peor que no contar con uno para salir a la vida y al tiempo que nos toca vivir. No vas a creer en tu mirada y te vas a dejar llevar por los ojos de otros. No vas a dar crédito a tu palabra y vas a llenar tu boca con las palabras que otros te embotan, sin que te des cuenta. No vas a confiar en tus pensamientos y vas a repetir como un autómata lo que otros quieren que pienses.

Y ese tipo de vida, aunque reluzca superficialmente, pende de un hilo, como dice el versículo. La falta de confianza a veces sucede por el estado de vulnerabilidad en el que nos sentimos inmersos. Y muchas veces es el resultado de nuestra comodidad, de dejarnos hablar, mirar, pensar, comprender por otros. Es más fácil seguir a una masa informe pero toda hacia el mismo lado. No nos arriesgamos, aparentemente. Pero en esa falta de riesgo, perdemos. Perdemos la riqueza de construirnos diariamente. De identificar los valores que nos definen y pelear por ellos. De ser protagonistas de la construcción de una sociedad, de un entorno, de una familia de acuerdo con nuestros ideales.

Quien no confía en sí mismo renunció a sus ideales, los hipotecó en el banco de la mediocridad y elige ser llevado de las narices, so pretexto de que solo no puede o no sabe.

El objetivo trascendente de la Torá, de las mitsvot, los mandatos religiosos, éticos y sociales, tienen que ver con empoderar un ser que decida vivir con sentido su existencia. Lejos está de la imagen de una religiosidad sometida, esclavizada a la voluntad de un código fuera de época.

Friedrich Nietzsche, en Así habló Zaratustra dice: Osad primero creeros a vosotros mismos – a vosotros y a vuestras entrañas! El que no se cree a sí mismo miente siempre.

Creer en uno mismo es una osadía, una aventura, riesgosa y maravillosa a la vez. Creer en uno mismo es decidir no vivir en la mentira, como si fuera una verdad irrefutable. El que cree en sí mismo tiene la grandeza de cambiar de opinión, de investigar y tomar decisiones propias, de madurar y de confrontar.

Quizás el objetivo del trabajo de Teshuvá es fortalecer nuestras capacidades para recuperar la confianza, la valía sobre nosotros mismos en un tiempo en el que para muchos un yo debilitado es mucho más funcional que un yo consciente y empoderado.

Elul y los Iamim Noraím, son tiempos de celebración, de reflexión y de cierta tensión. Una tensión que opera en nuestro interior, muchas veces hasta inconfesable, un recorrido que va de atrás para adelante, y del hoy hacia el pasado como un relámpago fugaz, en el que se entremezclan imágenes, reacciones, situaciones, rostros, climas…

Los dejo con un poema de un autor norteamericano. Me gustó el paralelismo que hace de la situación emocional que atravesamos en esto días, con lo que le pasa, simbólicamente, al rollo de la Torá, también en estos días. Porque recuerden que estamos llegando al final del texto bíblico, pero en 10 días, deberemos volver todo el rollo hasta Bereshit, hasta el comienzo, para leer las lecturas correspondientes a Rosh Hashana, que están simbólicamente en el principio

GIRA EL ROLLO DE LA TORÁ

Gira hacia Bereshit

para la lectura de Rosh Hashaná.

A medida que rueda el rollo de la Torá,

una persona está en un lado,

tirando hacia delante, de nuevo hacia el principio.

Y una persona está en el otro lado liberando el pasado.

 

Los dos juntos

tiran y sueltan.

 

Un libro se transforma

en delicado equilibro.

No debe estar ni demasiado flojo

ni demasiado apretado.

 

Demasiado apretado es demasiada tensión,

Demasiado flojo no es suficiente tensión

el pergamino estará muy separado, poco unido entre sí.

 

Se precisa

una suficiente tensión.

 

La suficiente tensión:

No demasiado separados. Ni demasiado juntos.

Debates que nunca terminan

reconociendo cada paso sin querer dividir.

La suficiente tensión de nuestro pasado en nuestro futuro.

Es tiempo de transitar estas tensiones, para recuperar la confianza y entrar a este nuevo año convencidos de lo que valemos, de lo que somos y fundamentalmente de nuestra capacidad de ser quienes elijamos ser, de llegar a donde nos propongamos llegar. No estamos solos, se necesitan siempre dos, para enrollar un pasado y liberar el futuro, como en el rollo de la Torá. Estamos juntos como comunidad y ésta será nuestra meta, cuando iniciemos juntos este nuevo año.

Shabat Shalom,

Rabina Silvina Chemen.