Vaigash es la continuación de la intrigante historia bíblica de Yosef y sus hermanos. Vaigash, en hebreo, significa “Y se acercó”. ¿Quién? Yehudá, uno de los hermanos de Yosef -aún no reconocido como tal- para pedirle clemencia por su hermano menor y ofrecerse él como garantía para no angustiar más a su padre, que ya había perdido un hijo.
Este acercamiento, y esta comprobación de cierto remordimiento en su hermano acerca del daño que le causó la mentira que le contaron a su padre acerca de su supuesta muerte, desmoronó el plan de Yosef de prueba/venganza, y llorando les confiesa que es su hermano. Y que necesita ver a su padre y reunirse con él y toda la familia definitivamente en Egipto.
Con permiso del Faraón le manda carruajes y todo tipo de facilidades para que su anciano padre consiga soportar ese viaje.
Hoy quisiera quedarme en un gesto que a veces pasa desapercibido. Una actitud de Yaakov que merece un momento de análisis.
Dejando su tierra, se detiene en Beer Sheva:
“Y partió Israel con todo lo que era suyo, y vino a Beer Sheva, y ofreció sacrificios al Dios de su padre Itzjak.” Bereshit- Génesis 46:1
El midrash en Bereshit Rabá 94:4 se pregunta:
“¿A qué fue a Beer Sheva? Rav Najman dijo: -Iba a cortar los cedros que su abuelo, Abraham, plantó en Beer Sheva.”
El midrash continúa explicando que éste no fue el final de la historia de estos cedros. Cientos de años después los israelitas se llevaron estos cedros cuando dejaron Egipto. De hecho, el midrash dice que estos eran los mismos cedros que se usaron más tarde en el desierto para construir el Tabernáculo.
Una bella y hasta romántica manera de ligar generaciones a través de la noble madera de un árbol que trascenderá capas de la historia hasta transformarse en la estructura del Santuario que aloja la presencia divina.
Sin embargo, Beer Sheva no es sólo un lugar geográfico. Es un símbolo, un significante que los invito a recorrer.
Vayamos al inicio de este lugar en la historia:
“Abraham se despertó temprano a la mañana, tomó pan y un odre de agua, y lo dio a Hagar. Él se lo colocó a ella sobre el hombro, junto con el niño, y la envió. Ella partió y vagó por el desierto de Beer Sheva.” Bereshit- Génesis 21:14
Beer Sheva es el lugar que contiene a Hagar y si hijo Ishmael una vez que Abraham acepta el pedido de Sará de echar de su casa a quien es la madre de su primer hijo. Allí encontrarán una fuente de agua. Y la protección divina que los salvará de la muerte y los hará prosperar.
En el mismo capítulo, unos versículos más allá hay una contienda entre Abraham y Avimelej, rey de Guerar (un rey filisteo) por un pozo de agua que habían tomado a la fuerza los sirvientes de Avimelej. Abraham celebra un pacto de paz entregándole 7 corderitas (sheva en hebreo es siete y beer es fuente de agua)
“Y Avimelej le dijo a Abraham: «¿Qué son estas siete corderitas que has colocado aparte?». Y él respondió: «Pues tú has de tomar de mí estas siete corderitas, para que sirva de testimonio de que yo cavé esta fuente». Por eso llamó a ese lugar Beer Sheva, porque allí los dos prestaron juramento. Y establecieron un pacto en Beer Sheva; luego Avimelej se levantó con Fijol, el general de su ejército, y regresaron a la tierra de los filisteos. Él (Abraham) plantó un tamarisco en Beer Sheva y allí proclamó en el Nombre de El Eterno, Dios del Universo. Y Abraham habitó en la tierra de los filisteos durante muchos años.” Bereshit 21: 29-34
¡Cómo no pensar en lo que estamos viviendo hoy en la tierra de Israel! En ese momento se hizo un pacto en la tierra de los filisteos (nombre que será tomado luego por el imperio romano para llamar a la región Phalestine- Palestina) respetando los pozos que cavara Abraham y permitiendo que se asiente en paz en esa región.
¿Continuamos?
Vayamos ahora al episodio de la Akedá, la prueba de Dios a Abraham de sacrificar a su hijo Itsjak. Un padre a punto de ver morir a un hijo porque su fe (o lo que él cree que es la fe) supera todo vínculo familiar, todo amor humano, y toda ética. En nuestra historia, el ángel le impide que cometa semejante atrocidad. No hay religión que te mande matar a tu hijo, ni a educarlos para su propia inmolación. Y con esa imagen en su retina, viendo el terror de su hijo a segundos de su muerte…
“Abraham regresó con los jóvenes y ellos se pararon y fueron juntos a Beer Sheva, y Abraham permaneció en Beer Sheva.” Bereshit- 21:19
Abraham regresa con sus mozos, sin su hijo Itsjak, que, de todos modos, sufre la muerte simbólica al ver a su padre con un cuchillo en alto, y no retorna a Beer Sheva con él.
Y, por último, también Itsjak tendrá una historia con el rey Avimelej (hay quienes aseveran que es una repetición de la historia anterior que quedó allí en la compilación del texto bíblico, aunque otros afirman que estamos hablando del hijo del rey con el que Abraham tuvo el altercado por sus pozos)
“Después hubo hambre en la tierra, además del primer hambre que hubo en los días de Abraham; y se fue Itsjak a Avimelej rey de los filisteos, en Guerar. Y se le apareció El Señor, y le dijo: – No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. Y de allí subió a Beer Sheva. Y se le apareció El Señor aquella noche, y le dijo: Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abraham mi siervo. Y edificó allí un altar, e invocó el nombre de El Señor, y plantó allí su tienda; y abrieron allí los siervos de Itsjak un pozo.” Bereshit – Génesis 26: 1-2, 23-25
En Beer Sheva Dios le pide a Itsjak que no vaya a Egipto en busca de alimento. Que Dios lo protegerá en la tierra que le prometió a su padre Abraham, y allí puso su tienda con toda su familia.
¿Qué hilos conductores veo acá?
Yaakov con este gesto de ir a Beer Sheva antes de encontrarse con su hijo y, como probablemente haya supuesto, morir en Egipto, retoma todos los mensajes que recibió de su familia.
Su ofrenda es el reconocimiento de su historia y sus aprendizajes.
Honra al lugar que salvó a quienes estaban condenados al destierro.
Honra al lugar en el que se pudo celebrar un acuerdo de paz, reconociendo el derecho de habitar la tierra.
Recupera las enseñanzas de la Akedá; ningún sacrificio en nombre de la fe tiene un final feliz. Yaakov sabe muy bien lo que significa la pérdida de un hijo. Él tuvo en sus manos la túnica ensangrentada de Yosef y la mentira de sus otros hijos. No hay humanidad que persista mientras padres y madres sigan recibiendo túnicas ensangrentadas de hermanos que matan hermanos. Abraham perdió toda conexión con ese hijo que tanto deseó por el fanatismo de su fe. Todos pierden en esta escena.
Honra a su padre Itjsak que, después del horror, vuelve a creer y a crear. Recupera la fe. Se establece. Se enamora. Reconstruye su vida allí donde su padre lo dejó. Y recomienza su historia para darle a la fe un nuevo significado. No la fe ciega, sino la fe que abre los ojos para permitir las mejores decisiones en cada momento.
Imagino a Yaakov descendiendo del lujoso carruaje que su hijo devenido en la autoridad del mayor imperio de ese momento le mandara, pisando la tierra arenosa de esa geografía y llevándose con él todo lo que ninguna posición social ni riqueza te brinda: los aprendizajes de tus ancestros, los mensajes de transcendencia, la misión de cada uno en la historia, los errores y los dolores, las recuperaciones y las satisfacciones.
Y allí se va. Con todo a cuestas. A escribir otro capítulo de la historia. Fuera de su tierra.
Hoy esta tierra y sus habitantes está sufriendo un horror inconmensurable.
Y me pregunto:
¿Será que en la tierra arrasada que hoy destila sangre y dolor alguna vez podremos volver a cavar un pozo, hacer un acuerdo de convivencia, limpiar las sangres de las túnicas desgajadas por el odio, la violencia y el fanatismo, tener el derecho a volver a poner una tienda y criar a nuestros hijos en paz, y plantar árboles que nadie nunca más destruya?
¿Será posible quitar de los ojos de los secuestrados en Gaza el terror de ver a sus captores con cuchillos en la mano en nombre de vaya a saber qué dios?
¿Será siempre así que nos sentiremos tan solos en el mundo como se sintió Itsjak luego de la masacre (en este caso detenida por un ángel)?
¿Hay algún modo de visualizar el fin de esta pesadilla y en lugar de cientos de desgarradoras ceremonias de duelo volvamos a celebrar la vida?
Rezaremos, rogaremos, gritaremos, discutiremos, defenderemos y aclararemos hasta que la respuesta sea: ¡Sí!
Silvina Chemen
