PARASHAT SHOFTÍM 2024: ¿Podremos hablar de justicia?

Es tan desafiante sentarse frente a una hoja en blanco para comentar la parashá de esta semana; con las imágenes y las voces de dolor que apuñalan toda otra visión. Es difícil hablar de Shoftím – Jueces; un texto que propone la creación de un sistema que proteja el cumplimiento de la ley y pondere la justicia, como así también el establecimiento de otro poder, el político; a través del nombramiento de un rey. En teoría; la buena política y la justicia justa –y hoy en día este sintagma no es una redundancia-, serían temas para desarrollar con la firme convicción de que las palabras de la Torá siguen manteniendo vigencia.

Justicia, palabra mancillada por la realidad. Los hechos, las decisiones, los mensajes que circulan en nuestro tiempo sólo confirman que eso que fue emplazado como el garante de un sistema social, está desgajado y pisoteado.

Shoftím veshotrím- jueces y guardianes (de la ley) pondrás en todas tus puertas.” Así comienza la parashá. Y cuando la justicia no responde a la necesidad última de toda sociedad que es cuidar la dignidad de la vida de cada uno de sus integrantes; las puertas, que menciona el texto bíblico, son trampas por las que entra la corrupción, la ambición, la manipulación, la mentira, la violencia y el delito.

¿Dónde encontrar un claro por donde seguir creyendo que hay una salida?

“Allí enseñaron: Rabán Shimón ben Gamliel solía decir: Por tres cosas perdura el mundo: la justicia, la verdad y la paz. Rab Muna dijo: Las tres son una, porque si se hace justicia, se efectúa la verdad y se trae la paz; y las tres son mencionadas en un versículo, como está escrito: “Juzgad en vuestras puertas verdad y juicio de paz.” (Zejariá – Zacarías 8:16), [indicando que] dondequiera que se haga justicia se encontrará la paz.” Talmud, tratado Derej Eretz Zutá – Perek Hashalom (la sección sobre la paz)

Por tres cosas perdura el mundo, dicen los sabios más grandes del Talmud. La justicia es una de ellas, que necesariamente debe estar basada en la verdad y tener un único objetivo: la paz.

Cuando somos testigos de acciones que vengan a otros para hacer justicia, cuando somos protagonistas de las falsedades más aberrantes y la manipulación de la información más obscena, claramente lo que se busca no es la paz, la tranquilidad, la armonía ni la vida de nadie- aún de los que parecen tener la victoria.

El midrash en Vaikrá Raba 9:9 profundiza esto:

Rabí Shimón ben Yoḥai dijo: Grande es la paz, ya que todas las bendiciones están incluidas en ella. “El Señor da fuerza a Su pueblo; el Señor bendecirá a Su pueblo con paz” (Tehilím 29:11).
Jizkia dijo: La paz es grande, ya que con respecto a todos los preceptos está escrito: “Si ves… si te encuentras” (Éxodo 23:4-5); “si… sucederá” (Deuteronomio 22:6). Si se te presenta una situación, estás obligado a cumplir el precepto que la regula, y si no, no estás obligado a cumplirlo. Sin embargo, “busca la paz y síguela” (como está escrito en Tehilím 34:15), significa; – búscala en tu lugar y síguela en otro lugar. “

La paz es una obligación constante. Buscarla, vivirla, enseñarla. Defenderla, ponerla sobre la mesa por sobre todo otro interés que la devore. No es en tiempos de guerra cuando tenemos que hablar de paz. Es un a priori de las decisiones que tomamos, individual y colectivamente. Debería ser la exigencia sine qua non de los que votan a sus dirigentes. Y el tema central en los programas de estudio. Y la preocupación primordial de los que escriben las leyes…

Porque no hay economía, ni política, ni justicia, ni territorio que sostenga a las personas que de ello dependen, si el sistema no puede garantizar la paz y si la gente no puede visualizar que, si no se transforman en agentes de paz, la tierra -como decían los espías de la época de Moshé- se comerá a sus habitantes.

El midrash continúa así:

“Viajaban y acampaban. Viajaban en disputa y acampaban en disputa. Cuando todos llegaron ante el Monte Sinaí, todos se convirtieron en un solo campamento. Eso es lo que está escrito: “Israel acampó allí” (Éxodo 19 :2). No está escrito aquí “Israel acamparon [vaiajanú] allí”, sino más bien “Israel acampó [vaiján] allí”. El Santo bendito sea, Él dijo: “- Este es el momento en que estoy entregando la Torá a Mis hijos”.

No hay ley de Dios, cuando lo que rige bajo el cielo es la disputa constante. Ni dentro ni fuera del campamento. Si no hay un vocablo que nos congregue a todos como uno; que proteja a nuestros hijos, que permita envejecer a nuestros viejos, que inspire a los poetas al amor y la esperanza; que construya futuro, propósito y anhelo.

Los dejo con un fragmento del poema “La realidad exige” de la poeta polaca Wislawa Szymborska

“…Quizá no haya un lugar que no haya sido un campo de batalla,
los aún recordados,
los hoy ya olvidados,
bosques de cedros y bosques de abedules,
nieves y arenas, pantanos irisados
y barrancos de negro fracaso
donde en caso de urgencia
satisfacemos ahora nuestras necesidades.

Qué moraleja sale de todo esto: parece que ninguna.
Lo que de verdad sale es la sangre que seca rápida
y siempre algunos ríos, algunas nubes…”

No esperemos que la sangre se seque. Hagamos que la sangre deje de correr como un bien sin valor ni honor. Recuperemos la vocación a la paz frente a cualquier ruptura.

Intentemos. Al menos, intentemos. Para que el mundo perdure.

Rabina Silvina Chemen