Es la oración que dentro del judaísmo se realiza rogando al Todopoderoso por la completa recuperación de alguna persona. En ocasiones se acompaña con la lectura del Salmo 20.
Es habitual incluir la petición de Refuá shlemá en la sinagoga, al terminar la Amidá o, en su caso, la lectura de la Torá (sábados, lunes y jueves), para aquellos familiares y amigos que se encuentran enfermos, con el compromiso, expresado públicamente por el solicitante, de ayudar a los necesitados.
Por ello, cuando sabemos que alguien se encuentra mal le deseamos Refuá shlemá. Pero también se puede hacer una petición personal como la siguiente:
«En la quietud de Tu presencia, Oh Eterno, siento que Tu amor sanador fluye en mí, trayendo paz a mi mente y energía a mi cuerpo.
Envuelto en Tu poderoso amor sanador, Oh Eterno, experimento salud y perfección de mente, cuerpo y emociones.
Gracias, Bore Olam (Creador del Universo), por Tu amor de curación, que se encuentra en todas las células de mi ser fortaleciéndome y restaurándome en Refuá Shlemah (sanación completa) con perfección.
Querido Creador del Universo, te entrego toda inquietud en cuanto a mi salud. Confío en que Tu amor y Tu presencia dadora de vida me renueven.
Querido Ribonó Shel Olám (Señor del Universo), estoy receptivo a Tu poder de curación. Tu luz y vida vigorizan cada célula de mi ser y siento agradecimiento.
Con corazón receptivo al amor renovador del Eterno, acepto mi curación ahora.
Estoy sano y fuerte porque estoy unido a la Presencia Sanadora y revitalizadora del Eterno.
He sido creado a la imagen y semejanza del Eterno, bendecido con vigor y perfección.
El poder del Eterno me sustenta y bendice con perfecta salud.
Accedo a la plenitud del Eterno en mí. Tengo salud y bienestar de mente, cuerpo y espíritu.
Baruj Ata Adonai, Rofé Hajolim (Bendito Seas, oh Eterno, que curas a los enfermos)»