La víspera de Pésaj, el 14 de Nisan, era un día muy intenso en el tiempo del Bet haMikdash. Cientos de miles de Yehudim habían llegado a Yerushalayim desde todos los confines de Israel y se disponían a sacrificar el korbán pésaj (=la ovejita o cabra que se sacrificaba y se consumía por la noche).
Setenta años después de la destrucción del primer Bet ha’Mikdash, aproximadamente en el año 516 antes de la era común, muchos judíos regresaron a Erets Israel con los augurios del emperador persa Ciro (Koresh). Un total de 42.360 yehudím volvieron a Israel, guiados por Zerubabel (véase el libro de Ezrá 2:64). Años más tarde, en
Entre los pueblos que formaron España, el de los judíos es uno de los más interesantes. Tanto Américo Castro como Amador de los Ríos dicen que la historia de España no se puede entender sin los judíos. Por de pronto, por la duración de su permanencia en ella: se instalaron en el siglo uno y,
Con motivo del “Día de Jerusalém”, que `celebraremos el próximo 28 de mayo –28 de Iyar del calendario judío– relatamos una breve historia de esta ciudad. Quien visita Jerusalém no puede dejar de fascinarse ante el esplendor de los paisajes, la extravagancia de su gente la variedad de aromas, colores y sonidos que revelan el
«Escribo porque las personas a las que amaba han muerto. Escribo porque cuando era niña tenía una gran capacidad de amar y ahora esa capacidad de amar está muriendo. No quiero morir.» Así comienza el relato en primera persona de Jana, la historia de un matrimonio y de su ruptura. La que ha sido definida
Pésaj es, en particular, una festividad que evoca recuerdos familiares; largas mesas coloridas nos esperan en las casas de nuestras familias y amigos. Es un desafío a la “invitabilidad”, todos nos esmeramos por invitar, alojar, recibir, dar espacio… y buscar sabores familiares y sentidos renovados del mensaje de la festividad. ¡Cuántos sucesos simultáneos ocurren cuando