22 abril, 2016
Pesaj en el Bet Hamikdash
La víspera de Pésaj, el 14 de Nisan, era un día muy intenso en el tiempo del Bet haMikdash. Cientos de miles de Yehudim habían llegado a Yerushalayim desde todos los confines de Israel y se disponían a sacrificar el korbán pésaj (=la ovejita o cabra que se sacrificaba y se consumía por la noche). Los que venían de afuera de Yerushalayim se hospedaban en casa de familiares o conocidos, o muchas veces, donde hubiera lugar. En general las casas en Yerushalayim estaban abiertas para todos los que quisieran hospedarse. Cuando no había más lugar disponible, se anunciaba colgando un paño rojo arriba de la puerta.
La gente se juntaba en grupos de familias llamados «jaburot» o en singular «jaburá». Cada jaburá, que podía consistir de 50, 60 y hasta 100 personas, compartían un mismo korbán. La ovejita era llevada por la tarde del 14 de Nisán al Bet haMikdash por uno o dos representantes de cada jaburá, y allí era sacrificada. Luego el animal era asado entero, en una sola pieza.
Por la noche, siendo ya el 15 de Nisán, se realizaba el Seder de Pésaj, más o menos como lo hacemos hoy. Se leía la Hagadá, se hacían las preguntas de Ma nishtaná, se servía mucha comida, incluyendo otros korbanot como jaguigá, y todo acompañado, por supuesto, de matsá y maror. La gente se sentaba sobre almohadones y comían reclinados, como los nobles. Se bebían las cuatro copas de vino brindando por nuestra salvación, redención, libertad, y asignación como pueblo elegida, y al final de la cena, antes de la medianoche, se repartía el korbán pésaj como afikomán (última comida, o «postre») entre todos los miembros de la jaburá. Cada uno tenía que comer de ese korbán por lo menos un pedazo del tamaño de una aceituna (kazait). Luego del korbán Pésaj se recitaba el Birkat hamazón, la bendición de agradecimiento a HaShem por nuestra comida.
Hacia la medianoche, una vez terminada la cena de Pésaj, todo el mundo subía a las terrazas de Yerushalayim, y desde allí, mirando hacia el Bet haMikdash, que estaba iluminado por la luna llena, todo el pueblo cantaba el Halel (los salmos de Tehilim que se recitan en agradecimiento a HaShem por habernos liberado de Egipto). Las voces de millones de Yehudim cantando el Halel, todos al mismo tiempo, llenaban la ciudad de una melodía inigualable. La Gemará describe que esas voces eran tan poderosas que la gente sentía que las terrazas de la ciudad se movían.
Luego de la destrucción del Bet haMikdash, acostumbramos a poner en la bandeja de Pésaj, la ke’ará, un hueso con carne (o entre los ashkenazim, una pata de pollo) para recordar el korbán Pésaj. Y también, al final del Seder comemos una porción adicional de matsá, afikomán, en recuerdo del korbán Pésaj, diciendo: «[Comemos esta matsá ]en recuerdo al korbán Pésaj, que se comía una vez que uno está satisfecho»
También recitamos el Halel, al concluir la Hagadá, después de comer el afikomán. En realidad lo recitamos dos veces: primero en la Sinagoga y luego en casa, al final del Seder.
Hay otra hermosa costumbre, que muy pocos practican hoy en día, que se hacía en recuerdo a ese famoso Halel del Bet hamikdash. ¿Saben cuándo solía la gente hornear las matsot que se utilizaban en el Seder de Pésaj? El 14 de Nisán, después del mediodía de la víspera de Pésaj. Exactamente cuando se acostumbraba a sacrificar el korbán Pésaj. Este es el tiempo ideal para preparar las matsot (Mitsvá min hamubjar), que es similar al tiempo que se preparan las jalot en un viernes normal. Y mientras se preparaban las matsot en la víspera de Pésaj, ¡se acostumbraba a cantar el Halel! Hoy en día, esta costumbre virtualmente se perdió, excepto en algunas comunidades judías de Yemen y Kurdistán.
Autor: Rabbi Yosef Bitton