Yom Kipur, aflicciones y Neilá

En Yom Kipur no sólo está prohibido comer y beber, sino que también nos afligimos prescindiendo de otros placeres físicos.
Neila
Nuestros sabios han enumerado cinco aflicciones: debemos abstenernos de comer, beber, lavar o acicalar nuestro cuerpo, calzar zapatos de cuero y mantener relaciones intimas.
Estas cinco aflicciones corresponden a los Cinco libros de la Torá, que aceptamos con los preceptos escritos en ellos sin permitir que interfieran nuestros deseos físicos.
También corresponden a los cinco sentidos, con los que el hombre realiza mitzvot y comete transgresiones.
Corresponden a las cinco veces que es mencionada la palabra nefesh (alma) en la lectura de la Torá de Iom Kipur.
Asimismo, a los cinco nombres que tiene el alma: néfesh, rúaj, neshamá, jaiá y iejidá.
Corresponden a las cinco inmersiones que realizaba el Kohén Gadol en Iom Kipur en la época del Gran Templo.
Y finalmente, corresponden a las cinco plegarias descritas para el día: Maariv, Shajarit, Musaf, Minjá y Neilá.
La Neilá es el desenlace. Hashem nos regala un día entero, y dentro de ese día, quince minutos, y dentro de esos quince minutos, un instante con una fuerza única.
Dice el Rama en la Mishná Brura: «Siete veces se repite, al final del rezo de Neilah, la frase: “Hashem Hu aElokim” ¿qué son esas repeticiones se pregunta. Y responde: durante todo el mes de Elul, durante todo Yom Kipur, Hashem estuvo entre nosotros, pero hacia el final del día, El Eterno regresa a su “casa”, a lo que es denominado “el séptimo cielo” y cada vez que decimos “Hashem Hu aElokim”, Él se eleva un nivel, hasta llegar al último.»
Por tanto nos recomiendan que no lo dejemos ir, que vayamos con Él, ascendamos en nuestra imaginación cada uno de los siete niveles, y cuando estemos en el último, estaremos frente al kise aKabod, estaremos en el nivel más alto al que se puede acceder, y es en ese lugar y en ese momento en el que hay que pedir por aquello que parece estar negado en nuestras vidas, por aquello que lloramos, por aquello por lo que pedimos brajá y hacemos segulot.
Es un sólo instante en todo el año, intentemos vivirlo, no lo dejemos escapar…
Gmar jatimá tová.