Uno de los nombres de Sucot es «Zman simjatenu» (el tiempo de nuestro regocijo).
La Torá no recuerda explícitamente la mitzva de simja (alegría) en la festividad de Pesaj, la recuerda una sola vez en el Yom tov de Shavuot. Sin embargo, en Sucot se menciona tres veces repetidas, el precepto de regocijo.
Esto se debe a que este es el período subsecuente a Rosh Hashaná y Yom-Kipur, después de haber cabalmente cumplido con nuestros compromisos de acercamiento a D-s y de teshuva, habiendo obtenido el perdón divino y la purificación de nuestras almas, estamos en la mejor disposición y capacidad de regocijo, ya que la mitzvá de simjá de la Torá se refiere, a la verdadera y real alegría, el gozo y júbilo espiritual en el cumplimiento de los preceptos del eterno. De esa manera todas las costumbres y tradiciones en esta fiesta, la sucá, Arabaat haminim (4 especies), Halel (Alabanza), Aravá, etc., todas ellas conducen e inducen a la simjá (alegría).
Nisuj hamaim: el vertir de las aguas
En los tiempos en los cuales el Bet Hamikdash (templo de Jerusalem) existía, se llevaba a cabo en los días de Sucot una ceremonia con gran emoción y alegría: se reunían los cohanim, leviím al igual que el pueblo, a lado del manantial de «Shiloaj», cercano a la ciudad de Jerusalem, y extraían de las aguas de este, para ser vertidas en sacrificio, sobre el mizbeaj (altar) del Bet Hamikdash.
El versículo nos indica «… y extraeréis agua con regocijo de los manantiales de la salvación» (Isaías 12).
El manantial del «Shiloaj», es considerado el manantial de la salvación, porque al lado de él se ungían los reyes de Israel. La ceremonia se llamaba Nisui hamáim (el verter de las aguas) y la festividad que la acompañaba se denominaba Simjat Bet hashoeva (la alegría de la ofrenda de las aguas).
Simjat bet hashoeva
Nos enseñan nuestros sabios «el que no vió esta festividad, no conoció alegría en sus días”. Al terminar el primer día de Sucot, se llevaba a cabo un gran arreglo, se colocaban lámparas de oro en la ciudadela del Bet hamikdash, con altura de cincuenta cubitos. En cada lámpara había cuatro vasijas de oro, en las cuales se vertía aceite y se colocaban mechas, en cada lámpara había cuatro escaleras, y cuatro jóvenes, miembros de la Kehuná (sacerdocio), subían sobre ellas. En sus manos tenían jarras de aceite, para mantener el fuego constante.
Y cuando prendían las menorot (lámparas), no había patio en toda Jerusalem que no quedara alumbrado con la luz de esta fiesta, de manera tal que podía una mujer en su hogar, escoger y separar los granos de trigo, a la luz de las menorot de la fiesta.
La flauta sonaba ante ellos y tocaban con las arpas, trompetas y tamborines, y cada quien con el instrumento que conocía, los que sabían cantar, entonaban, y los sabios del Sanhedrín, y hombres de buenos actos, bailaban ante el pueblo con antorchas prendidas, las que arrojaban a lo alto. Solían decir de Rabán Shimón Ben Gamliel, cuando se regocijaba en la Simjá Bet Hashoev, tomaba ocho antorchas prendidas, las cuales lanzaba y atrapaba, sin que una tocara a la otra.
Los justos solían cantar, «Bienaventurada es nuestra juventud, que no avergonzó a nuestra vejez«, los que se desviaron y se arrepintieron cantaban, «Alabada es nuestra ancianidad que eximió nuestra mocedad«. Estos y estos decían, «dichoso aquel que nunca pecó, y el que erró, se habla de arrepentir y será perdonado.»
Dijo Rabí Yehoshua Ben Janania, cuando nos alegrábamos en la Simjat Bet Hashoeva, no alcanzábamos, a cerrar los ojos en sueño, en la primera hora del día atendíamos el sacrificio del Tamid, de ahí acudíamos al rezo, después al Korban Musaf, más tarde a la Tefila de Musaf, luego al Bet-Hamidrash (casa de estudios), posteriormente comíamos, seguíamos con el rezo de Minja (el atardecer) y el Tamid vespertino y continuábamos toda la noche con la «Simjat Bet Hashoeva» (Suca Cap. 5).
Sin embargo, como es aparente, no era esta simjá, únicamente una celebración de verter las aguas sobre el mizbeaj, su significado y razón de ser, trascendían y penetraban profundamente en lo espiritual y en el origen y fuente de la alegría y el entusiasmo humano. Nos dice el Talmud Yerushalmi (Suca Cap. 5) «¿Porque se llama «Simjat Bet Hashoeva»? porque de ella emanaba y se extraía el espíritu divino». Se nos relata, acerca de «Yona hijo de Amitai», quien tomó parte en esta Simja, y reposó sobre él la presencia divina, transformándolo en un profeta de D-s, demostrándonos que el espíritu de santidad no arriba, sino a un corazón alegre.