Rosh Jodesh, mirando la luna nueva

Cuando comienza cada mes del calendario judío, es constumbre recitar el Salmo 104, obra maestra de la poesía…

Vale la pena aprender hebreo sólo para leer este salmo en el original. David describe la naturaleza amorosamente. En toda faceta de la naturaleza – la lluvia, los vientos, las montañas, los manantiales, los árboles, los lugares de morada de los animales en todo David ve la mano de Di-s.

«La gloria de Di-s perdurará por siempre; que Di-s se deleite en Sus creaciones«.
Sefer Tehilim, cuadro de Vachlis
Di-s en verdad ha creado un hermoso mundo, ¿pero tendrá Él el deleite que deseaba? Eso depende de las acciones de la humanidad, porque Di-s ha dejado al hombre libre para elegir su conducta moral.

David nos exhorta a vivir de un modo que no estropeará la belleza del mundo, y proveerá a Di-s del deleite que Él buscó en su creación.

¡Bendice, alma mía, a Hashem! Hashem, D-os mío, Tú eres grandemente ensalzado; Te has vestido de majestad y esplendor.

Tú [Te] envuelves con luz como con una vestidura; extiendes los cielos como una cortina.

Él techa Sus cielos con agua; hace de las nubes Su carroza, [las] mueve sobre las alas del viento.

Hace de los vientos Sus mensajeros, del fuego abrasador Sus servidores. Estableció la tierra sobre sus fundamentos, para que no vacilara nunca.

Los abismos la cubrieron como una vestimenta; sobre las montañas se pararon las aguas.  Por Tu exhortación huyeron; al sonido de Tu trueno se fugaron.

Ascendieron las montañas, bajaron a los valles, al lugar que Tú les has asignado. Estableciste un límite que no pueden cruzar, para que no volvieran a cubrir la tierra.

Él envía los manantiales a los arroyos; ellos fluyen entre las montañas. Abrevan a todas las bestias del campo; los animales salvajes apagan su sed.

Las aves de los cielos viven junto a ellos; alzan su voz de entre el follaje. Él riega las montañas desde Sus nubes en lo alto; la tierra se sacia del fruto de Tus obras.

Él hace crecer la hierba para el ganado, y la vegetación, requiriendo la labor del hombre, para extraer el alimento de la tierra, y el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace relucir el rostro, y el pan que sustenta al corazón del hombre.

Los árboles de Hashem beben hasta hartarse, los cedros del Líbano que El plantó, donde anidan las aves; la cigüeña tiene su hogar en el ciprés.

Las montañas altas son para las cabras monteses; los peñascos son un refugio para los conejos. Él hizo la luna para calcular las Festividades, el sol sabe su tiempo de ponerse. Tú traes la oscuridad y es noche, cuando gatean todas las bestias del bosque.

Los leoncillos rugen por la presa, y buscan su alimento de D-os. Cuando sale el sol se recogen y se acuestan en sus guaridas. El hombre sale entonces a su trabajo, a su labor hasta el atardecer.

¡Cuán multiformes son Tus obras, Hashem! Tú las has hecho a todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de Tus posesiones.

Este mar, vasto y ancho, donde hay innumerables criaturas rasantes, seres vivientes grandes y pequeños, allí transitan las naves, allí está el Leviatán que creaste para retozar en él.

Todos ellos miran hacia Ti con esperanza para que les des su alimento en su debido momento. Cuando Tú se lo das, lo recogen; cuando Tú abres Tu mano, se hartan de bien. Cuando Tú ocultas Tu rostro, se aterrorizan; cuando Tú tomas de vuelta su espíritu, expiran y retornan a su polvo.

Cuando Tú enviarás Tú espíritu serán nuevamente creados, y Tú renovarás la faz de la tierra. Sea la gloria de Hashem para siempre; regocíjese Hashem en Sus obras.

Él mira la tierra, y ella tiembla; Él toca las montañas, y humean. Cantaré a Hashem con mi alma; entonaré alabanzas a mi D-os con [todo] mi ser.

Sea mi plegaria grata a Él; yo me regocijaré en Hashem. Que se terminen los pecados de la tierra, y que no haya inicuos más. ¡Bendice a Hashem, alma mía! Alabad a D-os.»