El inicio de Parashat Vaiakhel, nos encuentra con Moshé convocando a todo el pueblo para anunciar la importancia del Shabat y luego los detalles para la construcción del Mishkán.
La construcción de un Santuario que se realizará cuando toda la comunidad esté congregada.
Y aún sabiendo que la Torá no abunda en fechas concretas en el calendario, nuestros sabios, entre ellos Rashi (s.XI), se preguntó qué día fue aquella convocatoria. Y lo que explica y fundamente es que fue al día siguiente de Iom HaKipurim.
ויקהל משה: למחרת יום הכפורים כשירד מן ההר, והוא לשון הפעיל, שאינו אוסף אנשים בידים, אלא הן נאספים על פי דבורו, ותרגומו ואכניש:
Vaiakhel Moshé: Y Moshé congregó: el día siguiente a Iom Kipur cuando bajó del monte. (N.T.: Vaiakhel es un verbo que) está en modo “hifil”- “pasivo”), es decir que Moshé no reunió a las personas, literalmente, sino que, más bien, son ellas se congregaron por medio de su palabra. La versión traducida (N.T.: de Onkelos es) «Él hizo que se reunieran».
Hasta acá podría ser un dato casi innecesario. ¿Qué más da el día en el que Moshé va a ordenar la construcción de la morada divina? Si lo importante es comprender el suceso: se va a construir el Santuario, la gente va a traer lo mejor de sí, lo que su corazón le indique donar. Supongo que sin duda habrá sido un día de júbilo, de vibración compartida, de comunidad, como la palabra Vaiakhel lo indica: Vaiakhel, los reunió, mejor dicho los mancomunó alrededor de un propósito trascendente: el Mishkan, el tabernáculo.
Pero volvamos a Rashi en este versículo y al dato que para nada es secundario.
Moshé los reúne después de uno de los eventos más estremecedores que el pueblo habrá de vivir durante la travesía por el desierto: cuando todo el pueblo convocado veía cómo Moshé bajaba del Monte Sinaí con las segundas Tablas. Nuestros maestros enseñan que ese día fue Iom Hakipurim, el momento del gran perdón de Dios después del equívoco, del error, del pecado (como lo quieran llamar) del becerro de oro, como leíamos la semana pasada.
Al día siguiente; Vaiakhel- Moshé vuelve a congregar nuevamente al pueblo.
Podemos imaginarnos la escena: Ese día, en el que Moshé bajó con las nuevas Tablas, todos, absolutamente todos estaban allí, esperando volver a reconciliarse con Dios y con su líder.
Entonces…. ¿Por qué no aprovechó- diríamos en nuestros términos- por qué no aprovechó Moshé que ya los tenía a todos allí, conmovidos, para comenzar ese mismo día la construcción del Santuario? ¿Por qué justo al día siguiente? ¿Qué nos aporta este dato más allá de un detalle en el calendario? ¿Qué le importa decir a Rashi con esta aclaración?
Estamos hablando del día después. El día después, no sólo entonces, sino como un modo de leer la historia.
Porque la verdadera construcción se puede llevar a cabo recién el día después del estremecimiento y la conmoción.
Porque los eventos que nos golpean, tanto en las mejores de las emociones como en las tragedias, se hacen parte de nosotros de acuerdo a cómo decidamos recordarlos, significarlos, narrarlos, vivirlos y transformarlos en enseñanza para el presente.
El día después de los acontecimientos es aquél en el que uno decide comenzar a construir. O no. En el que uno asiste a la convocatoria. O no.
Nos espantan las injusticias, los flagelos, los atentados… nos reunimos, nos manifestamos… hoy, con las redes sociales y su comodidad ni siquiera salimos de casa, somos manifestantes virtuales, que publicamos y reposteamos… pero… ¿el día después? ¿Cuándo volvemos a la rutina? ¿Cuándo dejamos que pase el estremecimiento? ¿Cuántos nos comprometemos con lo que decimos? ¿Cuánto sostenemos en nuestras acciones cotidianas lo que expresamos defender?
Y lo mismos sucede con los afectos, con los momentos de gran alegría, en el que pareciera que todo fluye, y la energía está puesta en aquel cumpleaños “de número redondo”, o el casamientos de un hijo… ¿y después? ¿Sostenemos toda la corriente de amor que expresamos en esos momentos que el calendario marca que hay que celebrar? ¿Somos cuidadosos, estamos presentes, somos consecuentes con lo que mostramos en tal o cual evento?
¿Qué nos pasa después de los momentos de estremecimiento?
Allí somos puestos a prueba.
Allí el pueblo de Israel comenzó a construir el Santuario.
No con la inercia de la movilización que produjo el haberse sentido reconciliados con Dios y con Moshé.
Sino con la propia decisión, como dice Rashi, de congregarse a partir de la invitación de Moshé. De volver a decir presente para repactar con la santidad de la vida cotidiana.
Vaiakhel– “Y los congregó”- y allí la función de la congregación; una elección voluntaria de hacer de la vida cotidiana un espacio de sentido; de hacer de la rutina un desafío para pensarnos también trascendentemente.
Que seamos capaces de ser dignos herederos de tamaño desafío.
Shabat shalóm
Rabina Silvina Chemen