PARASHAT KI TAVO: Heredar (y recibir) la errancia

“Y sucederá que cuando entres en la tierra que el Señor tu Dios te da por herencia, tomes posesión de ella y habites en ella, tomarás las primicias de todos los frutos del suelo que recojas de la tierra que el Señor tu Dios te da, y las pondrás en una canasta e irás al lugar que el Señor tu Dios escoja para establecer su nombre.  Y te presentarás al sacerdote que esté en funciones en esos días y le dirás: «Declaro hoy al Señor mi Dios que he entrado en la tierra que el Señor juró a nuestros padres que nos daría. Entonces el sacerdote tomará la canasta de tu mano, y la pondrá delante del altar del Señor tu Dios. Y responderás y dirás delante del Señor tu Dios: «Mi padre fue un arameo errante y descendió a Egipto y residió allí, siendo pocos en número; pero allí llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa.” Devarím – Deuteronomio 26:1-5

Capítulos finales de un extenso recorrido por el texto bíblico.

Momentos de cierre de una travesía eterna por el desierto para un pueblo que está por conseguir la meta.

Y un ritual de iniciación que porta innumerables significados.

Cuando llegues a la tierra, que Dios te lega, y cuando la sientas tuya y la poseas, deberás tomar de los primeros frutos y antes de disfrutarlos realizarás un ritual de agradecimiento; los pondrás en una canasta, los llevarás antes el sacerdote y le dirás: – Ahora sí me declaro habitante de esta tierra; cuando, consciente de lo que tiene para ofrecerme, yo no lo mezquino, sino que lo ofrendo. Alojo a la tierra en mis manos y entonces ella me aloja a mí.

Pero este ritual no termina acá, sino que una vez entregada la canasta se lleva a cabo otro acto de conciencia; ya no con la materialidad de la tierra sino con el testimonio de ser parte de una historia que comenzó hace mucho tiempo, que no se niega, sino que se la honra y se la reconoce.

«Mi padre fue un arameo errante y descendió a Egipto…”

¿Quién es el arameo? Y ¿qué significa errante?

אֲרַמִּי אֹבֵד אָבִי…

Aramí oved aví… un arameo errante fue mi padre…

Hay otras traducciones que entienden que el modo en el que está escrito “oved”, errante, perdido, alude a que está a punto de perecer.

Un arameo a punto de perecer fue mi padre…

Algunos lo adjudican a Laban el Arameo -el suegro de Iaakov- que de hecho no descendió a Egipto ni de allí surgió como pueblo.

El sabio andalusí medieval Abraham Ibn Ezra lo explica del siguiente modo:

“Me parece que este término “arameo” se refiere a Iaakov. Las Escrituras pueden ser leídas de este modo: “un arameo a punto de perecer” y esto tiene que ver con que era pobre, no tenía dinero. Similarmente la palabra “oved”, por perecer aparece en el libro de Mishlei- Proverbios 31:6:

תְּנוּ-שֵׁכָר לְאוֹבֵד- “tnu shejar laoved”
“Dad bebida fuerte al que está pereciendo, y vino a los amargados de alma.”

El significado de nuestra frase por tanto es, un arameo por perecer fue mi padre. Su importancia radica en que yo no heredé la tierra de mi padre, porque mi padre era pobre cuando fue para Aram (recordemos a Iaakov escapando de su tierra luego de engañar a su padre, a la tierra de Aram donde vivía Laban quien sería luego su suegro).”

Podríamos recorrer varios sabios que intentan descubrir el sentido de esta palabra “oved” y el personaje que la representa que, de hecho, se ubica en el lugar de “padre”.

Somos hijos de este errante/ perdido/ pobre/por perecer.

Y este versículo lo repetimos cada Séder de Pésaj.

No podemos hablar de libertad, de llegada a la promesa si no damos cuenta de la incierta y accidentada travesía.

Traigo mis frutos y el orgullo por mi logro.

Y traigo también mi origen errático y vulnerable que me ubica en el punto justo de equilibrio.

Quizás nos han enseñado en esta cultura de los resultados y la inmediatez, que dudar, que no saber qué camino tomar, que fracasar y volver a levantarse es de los mediocres, porque las cimas están reservadas para los dueños de las certezas.

«Del sedentario será el tiempo de la monotonía”- escribe Jorge Juanes López, filósofo y crítico de arte mexicano en, Hölderlin y la sabiduría poética. “Del mapa en mano será el tiempo de la rutina. Vivir. Vivir muchas vidas. Ahora mismo. Desconfiad de la vida pospuesta para después.»

Los cartógrafos nos han vendido la ilusión de que con mapas en la mano conocemos la tierra, y con nuestras aplicaciones electrónicas ya ni siquiera nos esforzamos por resolver un trazado. Obedecemos y simbólicamente se nos aquieta el pensamiento, se petrifica la imaginación y se desvanece el aprendizaje que genera cada ensayo y cada error.

Somos hijos de un errante, que es lo que define nuestra verdadera humanidad; sumirnos en el misterio incesante de un mundo que jamás se da a conocer por completo.

Somos hijos de un errante que nos libera de las verdades irreductibles, que nos aliviana la obligación de la completud, y nos despierta el deseo.

Somos hijos de un errante que en sus búsquedas nos legó la belleza de lo inédito, la inmersión en los sentidos y la aceptación de nuestros límites.

Somos hijos de un errante que nos autoriza a no saber todo, ni a hacer todo. Que nos libera del presente indicativo y nos regala un gerundio para ser siendo, vivir viviendo, sentir sintiendo…

Somos hijos de un errante que nos alienta a deambular, a desviarnos, a recorrer, a singularizarnos, a encaminarnos y volver a perdernos.

En este mes de Elul, al conectarnos con nuestros errores, volvamos a este ritual; con las manos llenas de lo que sí pudimos cosechar y con el humilde reconocimiento de que somos hijos de un errante/cometedor de errores.

Somos hijos de alguien que vagó los vericuetos de la búsqueda de sí mismo, y que se confundió una y otra vez, dándole batalla hasta las últimas consecuencias.

Al jet shejatanu- con el error que hemos cometido; con las errancias a las que estamos arrojados, con nuestras incertezas, nuestros miedos, nuestros temblores, nuestros tropiezos, nuestras desesperaciones…  nos presentamos ante nosotros mismos.

Quizás sea tiempo de dejar de insistir con las metas últimas, levantar la vista y decidir disfrutar de la travesía.

– ¿Y si me pierdo?

– Confía. Ésa será tu mejor brújula.

Shabat Shalom,

Rabina Silvina Chemen.