Entonces dijo Elohim: »Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y tenga dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo, el ganado, y en toda la tierra, y sobre todo animal que se desplaza sobre la tierra.” Bereshit / Génesis 1:26
Así se relata la creación de la humanidad. Primer capítulo del libro de Bereshit.
La pregunta que nos hacemos todos es acerca del plural de Dios a la hora de anunciar la creación del ser humano,
Una de las respuestas, es que es el plural mayestático, el que usualmente se utilizaba como lenguaje de la realeza. Dios como Rey, habla de sí mismo en primera persona del plural,
Rashi, por su parte, entiende que Dios habla Su corte celestial de ángeles Cuando Dios consideró crear al hombre, se aconsejó con sus ángeles.
Podríamos aventurar otra explicación y decir que el plural tiene que ver con que no sólo Dios es el que nos creó sino que ser humanos implica una responsabilidad del creado: depende de nosotros comportarnos como seres humanos. Dios nos crea, pero junto con su creación, nosotros, con nuestras acciones nos hacemos humanos.
No tengo claro si este plural es lo que más me preocupa o interesa del texto. Lo que sí queda claro es que:
- Dios antecede cada creación con el habla.
- Que antes de crear al ser humano anuncia, en plural que lo va a crear.
- Y que la primera acción por sí mismo que va a ser el hombre en toda su historia, será nombrar a cada una de las especies, llamándolas con nombre propio.
George Steiner, en su libro Gramáticas de la Creación dice: “La creación es retórica, literalmente un acto de habla. Crear un ser es decirlo. El ruaj Elohim dice el mundo. Podría haberlo pensado en un solo instante, pero dijo la creación. La creación tardó seis días en completarse, pero este acto de habla seminal no cesó.”
¿Por qué el “hagamos”, en este acto de crear?
Porque el lenguaje, la palabra, requiere otro que escuche y si es posible, alguien que conteste.
Nosotros, desde la génesis de nuestra creación hablamos porque se nos ha invitado a responder, a decir, a nombrar, a discernir y expresarlo, a contradecir, a afirmar… El lenguaje es, en un sentido, una vocación, que define lo humano.
Por tanto, difícilmente podemos ser humanos, si no tenemos a quién hablarle, ni quien nos responda; si sentimos que no necesitamos a nadie o que con nuestros monólogos nos alcanza.
Este año no quiero pasar a la ligera el hecho de la creación humana.
Que tiene para mí tres componentes:
Tiene palabra.
Tiene intención.
Tiene plural.
Fui creada a partir de estas tres premisas para vivir en ellas sobre esta tierra:
Con la palabra. Con la intención de crear algo a partir de ella. Con el mandato de ser quien soy porque tengo la primera persona del plural en mi proyecto.
Es muy trillada la cita “Kol hamekaiem nefesh ahat, keilu mekaiem Olam male”, que significa “Quien salva una vida, salva al mundo entero”, de la Mishná en el Talmud de Jerusalem. Sin embargo para mí este año tiene una particularidad.
Me propongo un compromiso en este Bereshit, que no es discursivo ni intelectual.
Vuelvo al relato del comienzo, a su intención y su mensaje:
Soy humana.
Tengo una tarea: La palabra, la intención y el plural.
Y tengo la oportunidad de llevarla a cabo, eligiendo poder recuperar con mis acciones a alguien que ha perdido su dignidad humana.
Si tan sólo nos ocupáramos de al menos una persona, que necesita que le salvemos la vida: con trabajo, con acercarnos a sus necesidades…
Me propongo revisar cuántas veces elijo hablar en plural, con la intención de crear.
Bereshit, para mí este año, es mucho más que un relato legendario de un supuesto comienzo. Es un mandato a mis modos de vivir mi humanidad.
Les dejo una poesía para terminar este nuevo inicio: Roberto Juarroz – I Poesía vertical
Pienso que en este momento
tal vez nadie en el universo piensa en mí,
que solo yo me pienso,
y si ahora muriese,
nadie, ni yo, me pensaría.
Y aquí empieza el abismo,
como cuando me duermo.
Soy mi propio sostén y me lo quito.
Contribuyo a tapizar de ausencia todo.
Tal vez sea por esto
que pensar en un hombre
se parece a salvarlo.
Autora: Rabina Silvina Chemen