KI TETZÉ: La prueba de la victoria

Ki Tetzé es de esas parashot que da orgullo enseñar. Tiene más de 70 mitzvot, entre las que se encuentran todos aquellos pequeños gestos que hacen de la ética una posibilidad cotidiana, una dimensión vivible en la que todos nos sentimos convocados. Leyes relacionadas esos pequeños detalles: cómo hacerse cargo de lo que alguien perdió, cómo construir un edificio seguro, cómo no hacer sufrir a ningún ser vivo en la naturaleza, cómo comerciar justamente, cómo tratar a los más vulnerables… las pequeñas éticas allí donde se nos juega realmente la vida.

Ki Tetzé es una colección diversa de leyes sociales, éticas, legales y rituales. Son este tipo de mitzvot las que nos conectan con una dimensión trascendente de nuestra tradición, las que nos definen con claridad lo que significa la santidad para nuestro pueblo, que poco tiene que ver con claustros, contemplaciones o santuarios… sino con las acciones de compromiso, empatía y responsabilidad por el prójimo.

Acciones como las que se nos indican en este texto nos acercan a vidas más claras, más generosas, más justas, más íntegras, si se quiere, en un tiempo en el que todo parece desintegrarse.

La santidad no se juega en los grandes eventos masivos, visibles y públicos sino en los modos que tenemos de responder a las circunstancias de la vida, aún cuando nadie nos mira, con absoluta dedicación y compromiso.

¿Cómo comienza la parashá?

Ki Tetze, cuando salgas a la guerra… así dice el primer versículo:

“Cuando salieres a la guerra contra tus enemigos, y Adonai tu Dios los entregare en tu mano, y tomares de ellos cautivos,…” (Devarim 21:10)

Allí la Torá indicará qué hacer cuando de entre los cautivos hay una mujer que le agrada a uno de los “conquistadores”. No se la debe tomar. Se le dará un tiempo, habrá cierto tratamiento… en fin, no son temas para revisar me parece a la luz de las luchas de las mujeres por un derecho igualitario hoy en día. Pero éste no es el punto.

Sino algo aún más sutil.

Cuando salgas a la guerra- ya no la guerra de las armas, de los territorios- que lamentablemente hoy siguen siendo una opción en muchos lugares del mundo que duelen tanto… sino la guerra a la que cada uno de nosotros sale, en esta humanidad que nos adoctrina desde chicos a detectar a los enemigos, a los que están de la vereda de enfrente, a los que hay que atacar, denigrar, con los que no se habla jamás…a esos que con solo pronunciar una palabra, crees que les conoces sus posiciones, sus ideologías…

Cuando salgas a la guerra, como todos los días, y aun hoy decidas seguir armándote hasta los dientes, porque te han enseñado que “no hay mejor defensa que un buen ataque”… aún allí, hay normas, hay límites. No todo da lo mismo.

Lo más interesante es que “cuando salgas a la guerra” y la ganes… allí está el verdadero desafío. La prueba no está cuando pierdes la batalla, sino cuando la ganas. Aun en la victoria, la dignidad es el límite. Aun en una situación de desigualdad, el vencedor no tiene la potestad del “todo vale”. Nos ponemos a prueba en las malas situaciones, pero fundamentalmente cuando nos va bien, cuando ganamos la contienda, cuando nos sobrepusimos a lo que nos enfrentaba.

Allí es el punto que hay que cuidar más.

Ser victorioso no habilita la codicia, la falta de respeto, la indiferencia hacia lo que al otro le sucede. Ganaste la guerra, no puedes avasallarlo todo.

Ni en las batallas bélicas, ni en tu trabajo, ni en tu familia, ni en la actividad política, ni en el trabajo comunitario.

Ganaste la guerra. Ahora vuelve a ocupar tu lugar, ése que te pide que cuides de lo pequeño: del buey perdido, del nido con huevos, de las pesas y las medidas, de las barandillas en las terrazas de tu casa, para que nadie caiga.

Elul nos pide esta semana que dejemos de mirarnos durante las flaquezas y nos revisemos en nuestros momentos de mayor fortaleza.

¿Habremos abusado de los beneficios que nos dieron ciertas victorias?

¿Habremos abandonado el cuidado, la conciencia, la empatía porque ganamos un lugar de poder?

¿Habremos creído que la fuerza no tiene ética? ¿Qué el puño reemplaza la buena palabra?

¿Nos habremos rodeado de poderosos vencedores, abandonando a los que no ganan ni tanto ni siempre?

La mayor prueba es descubrir cuán dignos somos en momentos de victoria.

Ki Tetzé- cuando salgas… a donde decidas salir… te deseo que siempre tengas a dónde regresar.

Shabat shalóm,

Rabina Silvina Chemen