¿Cómo ser feliz? (Teoría de Rambam)

En efecto, se trata de un tema profundo y complejo. Esta misma pregunta le planteó a nuestro gran maestro el Rambam (Maimónides) un monarca árabe. La respuesta del Rambam no aparece citada entre el resto de sus Responsa ni Epístolas, sino en el libro “Tzarei Hayagon” (página 4a) del Rabí Shem Tov Ibn Falkira. Esta respuesta es una elaboración literaria a partir de un capítulo del libro del Rambam: “Hanhagat Habriot”, uno de sus escritos médicos (Volumen I, páginas 58-63) que fue traducido del árabe al hebreo. Se trata de la respuesta al Rey Afdal, el hijo del Sultan Salaj A-Din..
El Rey Afdal le escribió al Rambam pidiendo que le asistiera a encontrar una cura para sus enfermedades. Sus más serios males eran las preocupaciones y los temores que lo poseían, causándole aún más enfermedades. El Rambam confirmó el diagnóstico del rey, diciendo: “Debes saber que la mayoría de las enfermedades están originadas en las preocupaciones, así como en los temores y en las aflicciones”.
Muchas enfermedades de origen psicosomático e incluso algunas enfermedades orgánicas empeoran debido a la depresión. Esas preocupaciones y temores, además de ser negativas para el paciente, causan otros problemas.
El Rambam le ofrece de inmediato la solución: el Temor a D’s. Cuando alguien teme a D’s, sirve a D’s con alegría. Como está escrito: “Luz está sembrada para el justo, y la alegría para los rectos de corazón” (Tehilim, 97:11). ¿De dónde obtiene una persona alegría? De servir a D’s. No obstante, si una persona se concentra únicamente en la comida y la bebida, en la vestimenta y en sus bienes; y, de repente, debe hacer frente a una etapa difícil, se hundirá en las preocupaciones, y no sabrá qué hacer en su aflicción.
En su libro “Moré Nebujim” (la “Guía de los descarriados”), el Rambam dedica dos capítulos al personaje bíblico de Job (3:22-23). Los amigos intentan calmar a Job de su pesar, mas en vano. Sin embargo, al final del libro, Job encuentra el sosiego. ¿Qué revolución ha sufrido? ¿Acaso sus problemas dejaron entonces de ser tales? No; estos siguen siendo problemas, mas su relación hacia ellos ha cambiado.
A comienzos del libro, Job se encuentra “sentado entre las cenizas” (Job, 2:8). En otras palabras, está hundido en las preocupaciones terrenales. Si bien era un justo, los asuntos materiales eran muy importantes para él. Por consiguiente, al derrumbase su mundo, al perder su bienestar y a sus hijos, se enferma terriblemente. Toma los asuntos con seriedad.
Sin embargo, al final del libro, Job dice: “Aborrezco y lamento el polvo y las cenizas” (42:6), queriendo decir: “me arrepiento de mis tendencias a ser esclavo de las cuestiones terrenales”.
Asimismo, Rabí Levi Ben Gershom (el Ralbag) escribe en su comentario al Libro de Job, que todos los problemas que sufre una persona causan únicamente preocupación y ruina cuando está encerrado en asuntos materiales. Sin embargo, cuando el mundo de la persona es espiritual, los problemas no pueden hacerle daño alguno, porque el mundo espiritual está siempre bajo su control. En toda situación, la persona tiene el libre albedrío de hacer el bien, ya sea sano o enfermo, rico o pobre, padre de muchos hijos o solo o sin descendencia. Las circunstancias cambian, pero para cada situación existe una forma apropiada de servir a D’s. Si la felicidad de alguien deriva de servir a D’s, ¡nunca se la podrán quitar!
Por lo tanto, el Rambam escribió a ese mismo rey: “Si sus pensamientos dependen de este mundo, es un problema sin solución, porque lo que sucede en este mundo no siempre coincide con la voluntad individual. Este mundo no es un paraíso”.
El hombre justo que encuentra placer en las mitzvot y en las buenas acciones, es una persona fuerte ante cualquier situación, haciendo frente a todo problema. Esa persona no toma en serio las dificultades que surgen como consecuencia de la naturaleza del mundo. Tiene una perspectiva correcta de la realidad. Si bien la tristeza es un fenómeno emocional, el universo consciente del individuo determina en gran medida la intensidad de sus experiencias emocionales. Mismo si alguien posee riqueza, salud y todo lo mejor, eso no garantiza su felicidad, dice el Rambam; porque todo terminará con la muerte; “porque en su muerte, nada llevará consigo, ni su gloria descenderá en pos de él” (Tehilim, 49:18). Este es el temor a la muerte del que hablaron los filósofos, en particular los existencialistas de las últimas generaciones: incluso si alguien lleva una vida de bienestar, el conocimiento mismo que el final del corredor hay una puerta que conduce a la nada alcanza para cancelar el significado de la vida. Sin embargo, el Rambam explica que esto es diferente para una persona justa. Incluso cuando sufre, se conforma en el hecho que esa vida es mejor que la muerte. Lo esencial es estar en vida.
Existen crisis que son objetivas y otras que son subjetivas. Si el barco de una persona se hunde en el mar junto a todos sus bienes, se trata realmente de una crisis objetiva. En otras palabras, es un hecho que sucede contra su propia voluntad. Sin embargo, el cómo hacer frente a lo sucedido, depende de cada persona. Se puede morir de aflicción o superar la tristeza – todo depende de la propia visión del mundo. Ante los hechos, es demasiado tarde para cambiar la actitud, porque ésta surge de los bienes espirituales, morales y éticos que han sido adquiridos a lo largo de toda la vida. Por lo tanto, el Rambam explica que los filósofos llamaban a los placeres y preocupaciones del mundo “irreales”. Acerca de lo que nos parece malo o bueno – no existe garantía alguna de que la evaluación personal sea la correcta. Una persona puede elevarse en grandeza y llegar a ser un rey, y esto puede traerle una tragedia; y otra persona es rica y puede perder el mundo venidero.
El Rambam comenta las palabras de nuestros sabios que “una persona debe bendecir a D’s por lo malo tanto como por lo bueno que le sucede” (Brajot, 54a) – porque no se puede nunca saber si lo malo no es en realidad bueno ni si lo bueno es malo (Perush Hamishnaiot, Ibid.).
Son bien conocidas las expresiones talmúdicas: “También esto es para bien”, así como: “Todo lo que hace D’s, lo hace para lo mejor”. Quizás una persona haya perdido su imperio y riqueza, y precisamente este hecho sea la raíz de su alegría, al haber obtenido como consecuencia una vida de calma y haber podido dedicarse a servir a D’s.
Cuentan que mientras un hombre caminaba hacia el puerto, se clavó una espina en un pie. Por renquear, llegó tarde al barco y lo perdió. Ese hombre maldijo el momento hasta que supo que ese barco se había hundido. Al respecto está escrito: “Yo te alabo, oh Eterno, aunque te airaste contra mi” (Ishayahu, 12:1).
El Rambam escribió al Rey Afdal: “Su majestad el rey no necesita muchas pruebas. Alcanza con elevar su corazón a través del estudio de tratados éticos, exégesis bíblicas, hasta que su espíritu se fortalezca y pueda distinguir entre lo verdadero y lo falso”. El Rambam recomendó al rey árabe estudiar moral a partir de la Torá.
El Rambam enseñó algo esencial: las cosas buenas en este mundo no son esenciales sino secundarias. Enseñó además algo más simple: no podemos saber lo que sucederá mañana. En este mundo, el mal y el bien se intercambian. El Rambam concluye: la preocupación puede tener dos motivos: el pasado o el futuro – la persona se preocupa por lo que sucedió y lo que sucederá. El Rambam escribe: “La preocupación por el pasado no tiene beneficio, quien se preocupa por lo que ya ha pasado, está trastornado”. No alcanza con haber tenido un problema, sino que lo agrava al preocuparse: “Es similar a una persona que se preocupa y se lamenta diciendo: ‘¿Por qué no he sido creado como un ángel con alas para poder volar en el cielo?’ ¡No se trata más que de una persona trastornada mentalmente!” En cuanto a la preocupación por el futuro, que no vaya a suceder una tragedia, también se trata de un trastorno y un espíritu afectado. Es posible que suceda como que no. “Y hay que alegrar su corazón con la confianza en D’s. D’s es Omnipotente y todo lo que envía al hombre es para su bien”. El Rambam concluye sus consejos diciendo: “Estas son mis palabras. Si el rey las cumple, sus preocupaciones disminuirán, su melancolía desaparecerá y reinará por mucho tiempo”.
Regocijémonos y alegrémonos a través de D’s, la fuente exclusiva de regocijo y alegría.