SHABAT SHEMINÍ ATZERET: Tiempo de valoración

El final de las celebraciones del mes de Tishrei nos encuentra a todos un tanto agotados especialmente este año de pandemia, en el que tuvimos que transitar todas las celebraciones en nuestros hogares, pero que nos permitió sondear otras posibilidades, más internas quizás de lo que para cada uno significó cada clima de este mes.

Pasamos de la euforia de Rosh Hashaná, la introspección de Iom Hakipurím, la semana de Sucot con todos su desafíos y hoy somos comandados a celebrar una fiesta separada, Sheminí Atzeret- el día octavo desde el inicio de Sukot (en Israel es también Simjat Torá y en las diásporas lo haremos el día noveno).

Vivimos Rosh Hashaná con todas las preguntas sobre un nuevo comienzo junto a las reflexiones de nuestras acciones durante el año que pasó.

Iom Kipur tuvo la emoción profunda por un proceso de teshuvá que termina y que simbólicamente refiere a un veredicto.

Sucot nos encontró buscando nuevos significados a una construcción temporal que no pudimos llenar de invitados, pero que a su vez nos conectó con el mundo exterior, nuestra responsabilidad por ese cielo que se deja entrever por el techo de ramas de nuestra cabaña y también la valoración de la inclusión, a través de ese ramillete – los arbaat haminim – que nos viene a decir, año tras año, la importancia de iniciar este nuevo tiempo con el alma y la casa preparada para alojar las diversidades amorosamente.

Y ahora, Sheminí Atzeret- Un nuevo desafío, quizás el más difuso.

¿Qué nos propone esta fiesta y en particular en este año tan especial?

Vayamos al significado de la palabra atzeret.

Muchos lo traducen con asamblea o reunión, aunque también tiene que ver con el verbo “laatzor”- frenar, detener.

El rabino Shimshon Raphael Hirsch, siglo XIX explica que el significado de la festividad de la palabra atzeret, que traduce como «recoger» o «almacenar».

Y Rashi lo va a explicar con un mashal – un relato alegórico: Es similar al caso de un rey que invitaba a sus hijos a un banquete durante un cierto número de días. Cuando les llegó la hora de partir, les dijo: “Hijos, les ruego, quédense un día más conmigo; ¡Es tan difícil para mí separarme de ti! » (Rashi sobre Vaikrá 23:36) Atzeret, como la retención de las experiencias de celebración de todo este profundo mes de Tishrei.

Un último dato interesante es que durante Sucot se ofrendaban muchos animales cada día, hasta llegar a un número de 70 animales, donde el Talmud explica que en esta festividad simbólicamente las 70 naciones del mundo estaban presentes en las oraciones y ofrendas. Y en Sheminí Atzeret se traía una sola ofrenda. De las grandes magnitudes, a la medida individual.

Juntando todos estos datos, y con ganas de vivir este día con toda su intensidad, podríamos decir que esta festividad nos da la posibilidad de detenernos en todas las experiencias que vivimos durante este tiempo. Estamos acostumbrados a vivir a los saltos, de estímulo en estímulo, de evento en evento. El calendario marca con otro color los días festivos y el resto son cuadraditos blancos, como si no fueran motivo de pequeñas e íntimas celebraciones.

Sheminí Atzeret nos dice: siéntate este octavo día y repasa todo lo que te pasó, recorre tus pensamientos, deten el frenesí que te tienta a mirar en un almanaque qué fiesta viene después, porque antes de pasar a la próxima, el calendario te ofrece un tiempo para que frenes la marcha y veas todo lo que te pasó, todo lo que nos pasó; que fue mucho y bueno dentro de las circunstancias que estamos viviendo.

Atzeret es el momento de ofrenda individual, el desafío de hacer una fiesta para un solo invitado – uno mismo, porque nuestra propia existencia es también un regalo – una ofrenda.

En Sheminí Atzeret volvemos a entrar a casa, pero con los ojos de la sucá, cómo recuperamos la belleza de los aromas y los colores en nuestra vivienda permanente.

Sheminí Atzeret es el momento de la elaboración profunda y de revisar si todo lo que transitamos hizo eco en nosotros, dejó marca, aprendizajes y nuevas fuerzas.

Y cuando nos pasa esto la consecuencia es la simjá, la alegría, las ganas de celebrar, de bailar – aunque sea en casa -, de valorar los ciclos, con lo que culmina y con todo el potencial de lo que comienza.

¡Qué seamos capaces de atesorar cada momento de profundidad y belleza y que comencemos la vida cotidiana de este año con todos nuestros aprendizajes!

¡Shabat Shalom y Jag Sameaj!

Rabina Silvina Chemen