Vaielej es la parashá que probablemente más sensibles nos encuentre. Acabamos de dejar atrás Rosh Hashaná, y seguimos envueltos en reflexiones, memorias y cuestionamientos. Seguimos pensando por qué no logramos tal cosa, qué nos pasó como familia, qué hacemos como sociedad.
Y se acerca Iom Hakipurim que es una referencia. Una referencia de fin de proceso, del término de días en los que nos “incubamos” para comenzar el nuevo tiempo.
Para el relato bíblico también Vaielej es referencia de un final. Moshé siente tristeza. Se está despidiendo, con cierta sensación de que finalmente no pudo todo lo que quiso, no hizo todo lo que hubiera querido. El pueblo siente tristeza: se va el símbolo de la protección, se quedan sin la paternidad de alguien que los cuidaba como niños. Hay que crecer. Hay que entrar a la tierra. Hay que empezar el año- nos digo a nosotros mismos.
“7 Era Moshé de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.
8 Y lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días; y así se cumplieron los días del lloro y del luto de Moisés.” Devarim 34, 7-8
Él mismo ya lo había dicho delante de todo su pueblo:
“Soy de edad de ciento veinte años este día; no podré ya salir ni entrar más. . .”. –Devarim 31, 2
No podré… quizás porque está viejo. O muy probablemente, ese “no podré” tendrá que ver con que sabe que no está autorizado. Sabe que no tiene permiso.
Y pienso en nosotros, estos días de Teshuva y cuántas veces nos hemos dicho: – no podré, porque no me siento capaz, no me siento autorizado, me creo limitado, no me animo a enfrentar a los que no me dejan…
“no podré ya salir ni entrar más”, según Abraham Ibn-Ezra– “a la guerra”
Rashí lo entiende así: “pues le fue obstruida la fuente de su sabiduría”.
Rambán por su parte considera que Moshé destaca en este momento su debilidad frente al pueblo, a fin de consolarlo: “Es decir, ya estoy viejo, y ya no podrán obtener más provecho de mí.”
Cuántas excusas para el “el no poder” en una parashá que tiene en su nombre el movimiento: Vaielej- “y fue Moshé”, “Y enfrentó”, si queremos: “Y se movió” para hablar con su pueblo.
En este Shabat Shuvá quizás podamos aprovechar la calma que nos habita para revisar cuántas veces dijimos “no puedo”.
– No puedo salir a la guerra- como decía Rabí Ibn Ezra: -no puedo luchar más por lo que creo que es justo, por lo que me corresponde, por lo que me hace bien.
– No puedo porque todo lo que creo que está del otro lado es más fuerte que yo. -No puedo porque me siento débil. – No puedo porque tengo miedo. – No puedo porque me acobardo y me escondo. – No puedo, no puedo.
O quizás no puedo como explica Rashí porque creemos que se nos obstruyó la fuente de sabiduría. – No puedo porque no sé. Porque otros manejan mejor las palabras, los contenidos, los saberes. – No puedo porque no sé cómo decir lo que necesito. – No puedo porque no me atrevo a defender mis argumentos. – No puedo porque me siento en inferioridad de condiciones. – No puedo, no puedo.
O quizás nuestros “no puedo” como explica Najmánides: – No puedo porque estoy viejo. Y no tiene que ver con la edad. Llegamos a un momento de la vida en el que decretamos que ya estamos “grandes”, por lo tanto para qué pelearla, para qué crear, para qué confrontar, para qué aprender… – No puedo porque se “me pasó el cuarto de hora”.
Y así, embargados de justificativos que nos argumentan la imposibilidad y la inmovilidad, nos tratamos de convencer de que “ya está”.
El rey Shlomó al final de sus días comprende lo siguiente:
“Me volví y observé que debajo del sol (la victoria en) la carrera no es de los ligeros, ni (la victoria en) la batalla de los fuertes; ni tampoco de los Sabios el pan, ni de los entendidos la riqueza, ni de los inteligentes la gracia; sino que el tiempo y la casualidad les tocan a todos ellos”. Kohelet 9, 11
Y con esta sabiduría los invito a enfrentar las dificultades que encontramos para salir de aquello que nos comprime:
La carrera no es de los ligeros. Es de los que se atreven a participar y caminar.
La victoria en las batallas no es de los fuertes sino de los que se atreven a dar pelea.
El pan no es de los sabios sino de los que tienen la paciencia por los procesos.
La riqueza no es de los más entendidos. Es rico todo aquél que sabe valorar todo lo que tiene.
La gracia no es de los inteligentes. Nadie nace tocado “con una varita mágica”. La gracia se construye a fuerza de convicción y trabajo.
A veces no logramos lo que nos proponemos.
A veces intentamos y fracasamos.
A veces sentimos que nuestras pérdidas y declives son injustos.
A veces hubiéramos podido pero dijimos “no puedo”.
Shabat Shuva nos enfrenta a la complejidad que supone no poder controlar todo lo que nos pasa. Hay azares, accidentes, tragedias, traspiés, y también hay consecuencias, resultados, reacciones. A veces en nuestras manos, a veces no…
“No puedo” como premisa nos inhibe de cualquier posibilidad.
Quizás hay mucho más por hacer y no lo intentamos aún.
Que estos días de encuentro con nosotros mismos, nos fortalezcan la conciencia y la confianza.
Shabat Shalom. Gmar Jatima Tová!
Rabina Silvina Chemen.