Shofetim, que en hebreo significa «jueces», habla en parte sobre la justicia y si bien hay otros temas no puedo dejar de hablar de justicia. Tenemos la necesidad de hablar de justicia.
צֶדֶק צֶדֶק, תִּרְדֹּף
Tzedek tzedek tirdof- Justicia, justicia perseguirás. (Devarim 16:20) Una frase que resuena, tan ideal y tan dolorosa, porque parece que se nos escapa de nuestras manos.
שֹׁפְטִים וְשֹׁטְרִים, תִּתֶּן-לְךָ בְּכָל-שְׁעָרֶיךָ
Shofetim veshotrim titen lejá: Jueces y guardianes pondrás en todos tus portones. (Devarim 16:18)
El Talmud, en Masejet Shabat (139ª) nos enseñan sobre la importancia de jueces justos, de juicios justos, aunque parezca una contradicción que un juez o un juicio no fueran justos:
«Si te encuentras con una generación que sufre mucho ve y revisa los jueces de Israel, ya que toda catástrofe que viene al mundo llega por [la mala praxis de] los jueces de Israel.»
Una sociedad sin juicio justo- todos nosotros lo sabemos- es una sociedad que sufre, que vive siempre como al borde del abismo.
Pero debemos reconocer que para muchos se transformó en una muletilla: “-no hay justicia, -exigimos justicia”. Y es verdad. Es una necesidad, es una prioridad, es un deber del estado proporcionárnosla. Pero no todas las dimensiones de la justicia se juegan en el territorio de los tribunales y en las páginas de los códigos.
Hay otra justicia de la que hoy tenemos que hablar. Y no se juega en el espacio público, ni en el derecho civil, sino que tiene que ver con nuestras decisiones acerca del justo vivir que cada uno construye, de una praxis justa inspiradora, que nada tiene que ver con las rigideces ni las argucias legales.
La justicia objetiva ignora las especificidades de las personas, y muchas veces se desliza hacia el terreno de la indiferencia.
La justicia a la que me quiero referir tiene que ver con los derechos de uno pero fundamentalmente con los derechos de los otros. No se juega exclusivamente en el ámbito de lo bueno, sino en el de lo justo.
Por eso en el mismo tratado del Talmud nos enseñan que:
«Jerusalem no será redimida sino por la justicia social.»
La redención de Jerusalem, de nuestro pueblo, de nosotros como humanidad llegará no de la mano de mesías externos. Sino cuando la justicia social sea el lenguaje con el que nos comuniquemos.
El filósofo Emanuel Levinas escribía: “Es en nombre de la responsabilidad por otro, de la misericordia, de la bondad a las cuales apela el rostro del otro hombre que todo el discurso de la justicia se pone en movimiento, sean cuales sean las limitaciones y los rigores de la dura lex.
Una Justicia que se torne siempre más sabia en nombre, en memoria de la bondad original del hombre para con su otro.”
Estamos leyendo la Torá en clave del mes de Elul, de mirarnos, cuestionarnos, investigarnos. Porque a veces, aunque vivimos en nosotros mismos, poco nos conocemos. Elul, cuyo nombre según consignan algunos maestros románticos, es el acrónimo del versículo Ani le dodi ve dodi li. (Yo soy para mi amado, para mi amigo y mi amado /mi amigo es para mí). Pero no es una frase que apela al sentimentalismo. Yo soy para mi prójimo y mi prójimo es para mí. Y allí nos transformamos en guardianes de la justicia de la vida del otro, porque nos hacemos sus responsables. Soy responsable por que se haga justicia con la vida de mi prójimo.
Estamos en un mes en el que nos preparamos simbólicamente para volver a preguntarnos sobre la justicia divina. Qué nos deparará el cielo para el próximo año. ¿Será lo que me toque vivir una recompensa por lo que hice? ¿Será que hay ese tipo de justicia en el cielo? Pero si me permiten también escucho al cielo preguntándonos sobre cuántos actos realizamos este año optando por lo justo por sobre lo conveniente o lo inmediato.
La mayoría de nosotros estamos saturados de desazón e incredulidad cuando nos hablan de justicia. Y quizás en ese desmoronamiento perdemos de vista todo el campo de posibilidades que nosotros tenemos para restaurarla en nuestras cotidianeidades.
Que los sistemas judiciales no respondan muchas veces como es obligatorio que lo hagan no nos des-responsabiliza de trabajar y defender e involucrarnos en actos justos.
No debemos pensar a la justicia como escindida de lo humano, porque en sí es una producción humana. Y como seres humanos sólo podremos conquistar algo cercano a lo posible si luchamos por lo imposible.
Quizás en Elul no debamos solo juzgarnos por los resultados sino por todas las luchas que hemos librado aún cuando no teníamos garantías de ganarlas, pero sin renunciar a nuestros ideales.
Esto me vuelve al famoso poema de Borges:
Los Justos
Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
Todos nosotros podemos ser parte de esa poesía, y ser nombrados como esas personas que se ignoran pero que están salvando al mundo.
Porque cada mundo pequeño, individual y único puede ser salvado por actos de justicia, de respuesta, de acercamiento, de involucramiento, de compromiso, de entendimiento. Una mano tendida en el momento exacto, un tiempo disponible, una ayuda material, una escucha atenta, una palabra a tiempo, un silencio en compañía, una carta, un “te quiero” cada tanto, un “me importas”, un “te busco”, una porción de respeto, un reconocimiento, una carcajada compartida, un momento porque sí, una dedicatoria, una conversación hasta la madrugada, una taza de té caliente cuando todo parece tan frío…
Sobre esa oportunidad de ser justos con el otro es sobre lo tenemos que preguntarnos en este mes, en estos días, en los que cada vez más cerca estamos de Iom Hadín- el día de la justicia. Nada podremos pretender del cielo sin haber recorrido primero nosotros todas las oportunidades de justicia que hemos tenido durante el año que se está acabando. Y si consideramos que no hemos hecho lo suficiente, estamos a tiempo. Todos los días es el mejor día para recuperarnos de la apatía y volver a jugarnos por reestablecer lo justo en nuestras vidas y en las de lo que nos rodean.
Shabat Shalom,
Rabina Silvina Chemen.