PARASHAT SHEMOT: El primer acto de resistencia

Comenzamos el libro de Shemot. Una vez más, dejamos las historias individuales para internarnos en las emociones de las historias colectivas, como pueblo, como exiliados, extranjeros, caminando el territorio de la palabra, desde entonces y me atrevo a decir, hasta hoy.

Shemot- en hebreo, el libro de los nombres. Si les preguntara qué nombres les aparecen en la mente cuando decimos Shemot, éxodo, desierto… seguramente mencionarían a Moshé, a Aharón, a Miriam, quizás algunos a Tzipora, a Iojeved, por qué no, a Faraón o su hija – que en el texto de la Torá no tiene nombre…

Sin embargo, hay intervenciones de personas, con nombre, que a veces soslayamos. Personajes aparentemente secundarios que son los que habilitan que el resto de los grandes nombres sucedan. Y hoy las convoca a ellas: Shifra y Púa, las parteras instruidas a matar a los hijos varones de las mujeres hebreas.

Leamos la historia. Vale la pena recordarla desde el mismo texto:

15 Y habló el rey de Egipto a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Shifra, y otra Púa, y les dijo:

16 Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si es hija, entonces viva.

17 Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños.

18 Y el rey de Egipto hizo llamar a las parteras y les dijo: ¿Por qué habéis hecho esto, que habéis preservado la vida a los niños?

19 Y las parteras respondieron a Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; pues son robustas (lit. son como animales- ki jaiot hena), y dan a luz antes que la partera venga a ellas.

20 Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera.

21 Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias.

22 Entonces Faraón mandó a todo su pueblo, diciendo: Echad al río a todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida.

Shemot cap. 1

La orden es clara. Matar a los hijos varones.

La misión de las parteras es por definición, ayudar en el proceso de dar vida.

El gobierno totalitario de turno les exige hacer lo contrario: matar.

Un sistema opresor como el egipcio, conocido por sus torturas y su crudeza seguramente tendría previstos castigos severos a quienes incumpliesen sus normativas. Y así funciona el terror: por miedo o por conveniencia. Pero Shifra y Púa no optaron por ninguna de estas dos.

La parashá de esta semana trae una tercera opción: la resistencia.

Ellas tienen un propósito: desobedecer la impiedad del rey. No van a salvarse ellas a costa de asesinar a otros. Ellas saben dar a luz. No van a pactar con la oscuridad. Y tienen una treta: le explican al Faraón que no llegan a tiempo antes de que las hebreas tengan a sus hijos. No es una actitud fortuita. Es una estrategia pensada y llevada a cabo para no perder la dignidad de sus vidas.

Por algún motivo misterioso la historia se escribe con grandes trazos de grandes nombres, pero quisiera que se acuerden de Shifra y Púa, de sus nombres y de su osadía.

El rabino y teólogo inglés Jonathan David Magonet en su libro Bible Lives, las rescata de este olvido y comenta: «… la valentía que desplegaron para desobedecer la orden de cometer un asesinato las convierte en los ejemplos más antiguos, y de cierta forma los más potentes, de resistencia a un régimen del mal. Por su generosidad de espíritu, su amor a la vida y su ingenio, ellas merecen que sus nombres se escriban y que se las recuerde: Sifra y Púa, las parteras que ayudaron a nacer a una generación de hijos vivos y al gran movimiento bíblico de libertad humana”.

Y así quiero empezar mis comentarios del libro de Shemot de este año.

Buscando, hurgando actitudes de resistencia, de no complacencia con el opresor de turno. Quiero encontrar a los valientes idealistas que nos devuelvan la valentía y el idealismo.

Resistir implica primero conocer cuál es nuestro propósito en la vida.

Luego, fortalecerlo y respetarlo. Y estar dispuestos a no negociar cuando la comodidad nos tiente a abandonarlo.

Así fue la historia de las parteras.

Así lo fue también la de los jasidei umot haolam – los justos de todas las naciones que se arriesgaron para salvar vidas en la Shoá.

Así somos llamados nosotros a no pactar con la desidia y la inmovilidad, y dar de lo nuestro, cada uno en su pequeño lugar para no permitir que el Faraón de cada época nos quite la dignidad de pelear y defender la vida.

¡Feliz comienzo del libro de Shemot!

Shabat Shalom,

Rabina Silvina Chemen