Parashat Ki Tetzé tiene la particularidad de tener 74 de las 613 mitzvot de la Torá. Comienza con la difícil tarea de legislar las leyes de la guerra con una concepción ética. Pero entre tanta proclama contundente aparece el siguiente precepto.
“Cuando topares en el camino algún nido de ave en cualquier árbol, o sobre la tierra, con pollos o huevos, y estuviere la madre echada sobre los pollos o sobre los huevos, no tomes la madre con los hijos: Dejarás ir a la madre, y tomarás los pollos para ti; para que te vaya bien, y prolongues tus días.” Devarim 22:6-7
Cuando estaba enseñando este texto y otros de este tenor a mis alumnos, uno de ellos me miró y me dijo con una incredulidad que no podía disimular en su rostro: la Tora habla de un mundo perfecto. Y esto equivaldría a decir: esto es imposible…
Hay algo mas allá que la ternura que provoca una mitzva que tiene que ver con el cuidado del medio ambiente y el evitar producirle daño a un animal. Porque si nos fijamos con detenimiento la desproporción que hay entre la mitzvá y la recompensa “para que te vaya bien, y prolongues tus días” estamos hablando de otra cosa…
El Talmud califica a esta mitzvá como una de las más “livianas», más simples de cumplir. ¿Cuánto esfuerzo requiere para ahuyentar a un ave? ¿Hacer un ruido, mover las ramas del árbol, caminar cerca? Cualquier pequeño movimiento hace que esta mitzvá ya sea cumplida. Y con tan poco esfuerzo ¿obtendremos como beneficio que nos vaya bien y tener larga vida?
Recordemos que la misma recompensa se obtiene cumpliendo la mitzvá de “Honrarás a tu padre y a tu madre”, parte de los diez mandamientos.
La difícil misión de cumplir con esta mitzvá del respeto a nuestros padres, ¿es equiparable con ahuyentar a un pajarito de su nido? Por este último somos juzgados durante toda nuestra vida y por el primero sólo es cuestión de segundos. ¿Cuál es el mensaje de un premio igualitario para ambas acciones tan dispares?
Quizás más allá del tema particular, en este caso, del nido- una situación tan lejana a nuestra realidad, de lo que la Torá nos habla, y sobre todo en este mes de Elul es que cada pequeño acto es tan relevante e imprescindible de ser cuidado como las grandes empresas o manifestaciones.
Cada palabra equivale a la mitzvá de la madre y su nido… cada mirada a nuestros hijos, cada vez que prejuzgamos, cada vez que confiamos, cada vez que nos dejamos amar, cada vez que rechazamos la ayuda de quien nos quiere, cada vez que nos enojamos en demasía, cada vez que perdonamos, cada vez que nos arrepentimos, cada vez que mentimos…cada pequeña situación tiene el potencial de mejorarnos y alargarnos la vida o de empobrecernos y acortarnos la posibilidad de disfrutar los años que estamos viviendo.
No son las grandes epopeyas y las grandes declamaciones públicas las que van a definir nuestras vidas. Es la pequeña y cotidiana acción, junto con las grandes oportunidades, por igual las que moldearán nuestros presentes y nuestros destinos. Lo público y lo privado, lo secreto y lo visible, lo que contamos y lo que guardamos… todo cuenta a la hora de evaluarnos.
Ojalá que estos días de Elul nos hagan sensibles a las grandes-simples manifestaciones que hacen de nuestras vidas lo que son.
Ojalá que podamos avanzar en nuestra lectura de la parashá y que podamos superar los versículos que hablan de la guerra y la conquista para mirarnos hacia adentro, sin armaduras, ni armamentos y encontrarnos con lo mejor de nosotros mismos
Shabat Shalom,
Rabina Silvina Chemen.