PARASHAT HAAZINU:  La vida, un canto; Cada día una fiesta

Shirat Ha’azinu” es una de las cinco “canciones” que encontramos en el Tanaj.
Cada una de ellas marca el final de un período temporal significativo para nuestro pueblo.

Shirat Hayam, la canción que recitaron al cruzar el Mar Rojo, escapando luego de 400 años como esclavos del Faraón en Egipto. Shirat Yeoshua, recitada luego de derrotar a los reyes y conquistar la tierra. Shirat Devorá, y la conquista completa del norte. Shirat David, recitada luego de establecer la monarquía.

La mayoría de estas canciones hablan de éxitos y conquistas, objetivos cumplidos. El esfuerzo traducido a notas musicales acompañadas por letras de regocijo y aliento. Música que se traduce en esperanza.

Shirat HaYam, por ejemplo, marca no solo la finalización del Éxodo, sino también nuestra independencia total de Mitzraim. Solo fue luego de cruzar el Mar Rojo y saberse totalmente libres que sus bocas se abrieron para recitar canciones al cielo.

La generación del desierto no estaba destinada a entrar a la tierra de Israel. La “shira” ideal habría sido la qué deberían haber cantado un tiempo después de recibir la Torá, ingresando a la tierra de Israel junto a Moshé, pero el becerro de oro aniquiló cualquier tipo de cánticos.

En la parashá de esta semana se recita una canción más “realista” casi en el final de nuestra Torá “Shirat Ha’azinu”, adaptada al pronóstico pesimista de Dios de lo que sucederá después de que Bnei Israel ingresen a la Tierra.

“… Dios le dijo a Moshe, pronto morirás, y esta nación se extraviará tras los dioses extranjeros en medio de ellos, en la tierra en la que están a punto de entrar. Me abandonarán y romperán el pacto que hice con ellos. Entonces mi ira arderá en ellos, y los abandonaré “hester panim”, entonces dirán: “Seguramente, es porque Dios no está en medio de nosotros que estos males nos han sobrevenido”.

Por lo tanto Moshé, escribe esta “shira” y enseñale a la gente , para que esta “shira” pueda ser Mi testigo para la Nación, cuando los conduzca a la Tierra prometida. Porque sé la naturaleza misma de esta gente (la forma en que van a actuar) incluso antes de que los traiga a la Tierra. “(Devarim 31: 16‑21)

Moshé en el final imperfecto de su vida, se enfrenta a una nueva enseñanza, entender que la canción, la música, la vibración de las voces unidas en un solo corazón, pueden transformar y volver a conectarnos con la raíz de nuestra esencia, a pesar de que parezca que no es el momento perfecto para recitar canciones.

Saber captar la música, habla de poder ser sabios acerca de nuestras propias vidas. No hace falta haber conquistado el territorio más amplio o haber conseguido aquel objetivo tan anhelado, para poder entonar las melodías que nos conectan con aquello trascendente para cada uno de nosotros.

Fuente: Amijai