Estamos en presencia de los últimos retazos del pergamino de la Torá. Parashat Haazinu es nuestra despedida. Luego vendrá Vezot Habrajá para coronar el final de la lectura y recomenzar con Bereshit.
Esta parashá tiene la particularidad de ser un poema, una canción.
El Midrash (Tanjuma Beshalaj 10:10) se ocupó de enumerar los diez momentos claves de la vida de nuestro pueblo, que se manifestaron en el texto bíblico con una canción; entre ellas las conocidas Shirat Haiam, el canto cuando cruzaron el mar, Shirat Devorá, la canción de la victoria de la profetiza y jueza Devorá, el Cantar de Cantares, los Salmos del Rey David… pero al contar la cantidad de poemas que se mencionan, aparecen nueve, no diez.
Y termina el párrafo diciendo:
הָעֲשִׂירִית לֶעָתִיד, מִזְמוֹר שִׁירוּ לַה’ שִׁיר חָדָשׁ כִּי נִפְלָאוֹת עָשָׂה
“La décima (canción) es la canción del futuro, el salmo; Shiru laAdonai shir jadash ki nifalot hasá- Un cántico; canten a Dios un canto nuevo, porque ha hecho maravillas.” (Salmo 98:1)
Acabamos de terminar nuestros Iamim Noraim. Hemos guardado el Majzor nuevamente en nuestras bibliotecas sólo hace unas pocas horas. Todavía resuenan, en muchos de nosotros, las melodías que nos acompañaron en estos días tan imperiosamente necesarios para marcar un nuevo comienzo, en este nuevo tiempo.
“Shemá Kolenu”- Escucha nuestra voz…
“Avinu Malkenu”- Nuestro padre, nuestro soberano, ten compasión de nosotros…
“Ptaj Lanu Shaar”- Abre para nosotros los portones…
Y aún acunados por estas melodías, nos toca abrir la Torá y leer en poesía uno de sus últimos textos. La música nos acompaña en este final, pero no sólo…
Vuelvo al Midrash Tanjuma que nos deja una lección maravillosa:
La historia de nuestro pueblo se inscribió en la memoria a partir de diez canciones. Nueve ya están registradas, y la décima, la que completa la lista y simbólicamente el relato de nuestra historia, es la que está en nuestras bocas y nuestros corazones esperando ser cantada.
El mensaje es claro: hoy, con las melodías y plegarias del Majzor ya guardadas hasta el año que viene, somos invitados a cruzar- como nuestro pueblo ante el Jordán-, cantando con las palabras y las melodías que solamente nos pertenecen a nosotros.
“Decía Rabí Najman de Bratzlav: -Las lágrimas abren las puertas, el canto destruye las murallas.”
Hemos llorado mucho en este año que se fue. Pero no vamos a ser injustos. También hemos atesorado logros y deseos cumplidos. Pues bien. Las lágrimas nos han abierto las puertas al entendimiento, a la conciencia, a la renovación. Y ahora nuestro canto destruirá las murallas que nos separan de aquella tierra que anhelamos, la propia, la de nuestras promesas postergadas y nuestros sueños más queridos.
Moshé elige palabras hermosas para despedirse:
וַיֹּאמֶר אֲלֵהֶם, שִׂימוּ לְבַבְכֶם, לְכָל-הַדְּבָרִים, אֲשֶׁר אָנֹכִי מֵעִיד בָּכֶם הַיּוֹם:
“Poned vuestro corazón en todas las palabras con las que testifico hoy…”
Devarim / Deuteronomio 32: 46
“Poned vuestro corazón a todas las palabras” … éste es el pedido para comenzar este nuevo año.
Tantos terminamos diciendo, casi sin darnos cuenta, lo que el entorno nos exige o lo que otros esperan de nosotros.
Ahora es tiempo de darle a la palabra su verdadera impronta: la palabra crea mundos, crea relaciones, crea esperanzas, crea conciencia, crea belleza, crea amores, crea comunidad… cuando se pone el corazón en ellas.
Sin estrategias ni elucubraciones, pongan el corazón, sin medidas, sin dobles intenciones.
Cada palabra que pronunciamos habla de nosotros… no hay palabras gratuitas; dejan marcas, abren caminos o los obstruyen… no hay palabras “porque sí”, no hay palabras “no me di cuenta de lo que dije”. No hay palabras vanas, porque las palabras, dice la Torá, son nuestra vida, las palabras somos nosotros.
Cantemos un canto nuevo, con el corazón puesto en cada palabra.
Cantemos juntos, que eso nos hace invencibles.
Compongamos un nuevo salmo, aquél que nos acompañe a llevar el mejor ritmo en este año que acaba de comenzar.
¡Shabat Shalom umevoraj!
Rabina Silvina Chemen.