La lectura de la Torá comienza con una discusión de la rigurosa conducta aplicable al sacerdocio. Como miembros de una elite que sirve de intermediaria entre Dios y el pueblo, los cohanim o sacerdotes, deben ser diligentes y prudentes en su servicio a Dios.
La Torá proclama: «Y habló el Señor a Moshé, diciendo: Di a Aarón y a sus hijos que se aparten (ve-inazru) de las cosas santas [o según la traducción de JPS: sean escrupulosos con las donaciones sagradas] de los hijos de Israel, las cuales ellos consagren y no profanen Mi santo nombre'» (Levítico 22:1-2). Como líderes de los israelitas, la clase sacerdotal explícitamente se rige por un estándar más elevado. ¿Qué significado tiene el elevar tanto el juicio de aquellos que tan diligentemente sirven a Dios en los recintos sagrados?
Guiado por la palabra hebrea ve-inazru, traducida alternativamente como «separar» o «ser escrupuloso», Rabí Shimson Rafael Hirsch (1808-1888, Alemania) hace una explicación más detallada con base en la raíz lingüística (n-z-r): El significado básico de nezir conlleva definitivamente la idea de exclusión de algún campo. Por consiguiente, la orden de «apartarse de las cosas santas de los hijos de Israel» exige a los cohanim que no se consideren a sí mismos con derechos incondicionales sobre las «cosas sagradas» entregadas a ellos por el pueblo. Hay momentos en que debieran considerarse a sí mismos excluidos de ellas, sentirse forasteros (zarim) en su relación con ellas, y no podrán tampoco tratar con ellas para el servicio de sacrificio ni comer de ellas. (Comentario de Torá de Hirsch: Levítico II, 610)
En forma muy hermosa, Hirsch va mucho más allá del peshat, significado literal, de nuestra expresión ve-yinazru. Conecta la palabra no solo con nezir sino también con zarim (forasteros). Hay momentos en que los sacerdotes tendrán privilegios de acceso, pero también hay momentos en que serán intrusos o forasteros. La lección es crítica. Dado su estatus de elite como líderes en la comunidad, la Torá expresa la preocupación siempre presente de que «el poder absoluto corrompe absolutamente.» Cuando alguien alcanza un cierto estatus, existe un sentimiento de ser invencibles y de engreimiento. Tales personas a menudo sienten que tienen derechos y comodidad excesiva. Y demasiado a menudo estos sentimientos llevan a abusos de poder. En el papel del sacerdote, el peligro se hace aun más grave. Como sirvientes y representantes de Dios, los sacerdotes, cuando se equivocan, indudablemente proyectarán esos errores sobre Dios y el sistema religioso en su totalidad. Debemos estar siempre alertas cuando servimos al pueblo en estos puestos.
Esto recuerda los capítulos introductorios del Libro I de Samuel, que no solo narran la aparición del profeta juez Samuel sino también, y aun más importante, describen el caos y la corrupción que llevaron a buscar una forma alternativa de gobierno para los israelitas. Elí, quien era el sumo sacerdote en ese tiempo, supervisó una cultura inquietante y corrupta en el sitio de devoción israelita de Shiló.
Elocuentemente, Samuel I 12 relata: Ahora bien, los hijos de Eli eran unos canallas; no prestaban atención al Señor. Así es cómo los sacerdotes solían hacer tratos con el pueblo: cuando alguien traía un sacrificio, el niño del sacerdote se acercaría con un tenedor de tres puntas mientras hervía la carne, y la empujaría dentro de la caldera o marmita o gran olla, o pequeño puchero de cocina, y fuese lo que fuese lo que el tenedor sacara, el sacerdote lo tomaría para sí. Esta era la práctica en Shiló con todos los israelitas que llegaban allí… el pecado de los jóvenes contra el Señor era muy grande, pues los hombres trataban las ofrendas al Señor en forma impía. (Samuel I 12-17).
Como señaló el Rabino David Silber en su brillante y revelador ensayo «El nacimiento de Samuel y el nacimiento de la dignidad real», «Cuando la Torá habla sobre los regalos sacerdotales, siempre se refiere a los sacerdotes recibiendo regalos. Nunca trata sobre los sacerdotes tomando regalos. El Talmud va más allá, explicando que al sacerdote ni siquiera se le permite la apariencia de tomar. Supuestamente debe esperar hasta que el animal sea sacrificado y el incienso sea quemado en el altar. Solo entonces puede el sacerdote recoger su porción sacerdotal.» (Guía del Tanáj: El Libro de Samuel, 5).
Sirvamos escrupulosamente.
Shabat shalóm.