PARASHAT DEVARÍM: el poder del mensajero

Hace algunos años, una vez concluida una ponencia en un evento internacional de diálogo interreligioso, una persona se pone de pie y me pregunta:  – Esto que acabas de decir: ¿lo dice el judaísmo o lo dices tú, Silvina?

Les confieso que quedé perpleja. Primero porque no comprendía la necesidad de su pregunta. Si hubiera sido una elaboración mía -por supuesto a partir de la cita de múltiples fuentes- ¿no habría sido válido? Y en segundo lugar, sentía que no podía trazar ese límite entre lo que dice “el judaísmo” (vaya una a saber qué es lo que entendía por judaísmo) y lo que yo, en nombre de mi tradición tengo la responsabilidad de decir…

Quizás nos ayude a responder esta pregunta los primeros párrafos de la gran obra Mishné Torá del Rambam- (Maimónides)

“Las mitzvot dadas a Moshé en el Monte Sinaí fueron todas dadas junto con sus explicaciones, como está implícito en [Shmot- Éxodo 24:12]: «Y te daré las tablas de piedra, la Torá y la mitzvá». «La Torá» se refiere a la Ley Escrita; «la mitzvá», a su explicación. [Dios] nos ordenó cumplir «la Torá» de acuerdo con [las instrucciones de] «la mitzvá». «La mitzvá» se llama la Ley Oral (en hebreo: Torá shebeal pe).

Moshé, nuestro maestro, transcribió personalmente toda la Torá antes de morir. Dio un rollo de la Torá a cada tribu y colocó otro rollo en el Arca como testimonio, como dice [Devarim-Deuteronomio 31:26]: «Toma este rollo de la Torá y colócalo [al lado del Arca…] y estará allí como testimonio.”

«La mitzvá», es decir, la explicación de la Torá, no la transcribió. En cambio, la ordenó [verbalmente] a los ancianos, a Yehoshúa-Josué y a la totalidad de Israel, como dice [Devarim- Deuteronomio 13:1]: «Ten cuidado de observar todo lo que te prescribo». Por esta razón, se llama la Ley Oral.

Aunque la Ley Oral no fue transcrita, Moshé, nuestro maestro, la enseñó íntegramente en su corte a los setenta ancianos. Elazar, Pinjas y Josué recibieron la tradición de Moshé.”

Luego Maimónides continuará en detalle describiendo la cadena de transmisión e interpretación que de generación en generación se traspasa, se enseña, se hereda como lo hizo Moshé desde un principio.

Y de este principio es que quiero hablarles en esta parashá. Porque acá comenzó la bellísima tradición de la interpretación de nuestro texto sagrado. Una oralidad tan sagrada como el texto escrito porque es la voz de cada uno y una que se acercan a la letra de molde y la transforman en voz propia.

El libro de Devarim, Deuteronomio, marca el comienzo de este camino. Porque Moshé decide hablar la ley, hacerla voz y contenido para una generación nueva, que no conoció los portentos y las circunstancias de la salida de Egipto.

Devarim, en hebreo; palabras. Las que pronuncia Moshé, ya no dictado por Dios, sino con la autoridad y la responsabilidad de la propia enunciación.

Así comienza el quinto y último libro de la Torá:

“Estas son las palabras que habló Moshé a todo Israel a este lado del Jordán en el desierto, en el Arabá frente al Mar Rojo, entre Parán, Tofel, Labán, Hazerot y Dizahab. Once jornadas hay desde Horeb, camino del monte de Seir, hasta Kadesh-barnea. Y aconteció que a los cuarenta años, en el mes undécimo, el primero del mes, Moshé habló a los hijos de Israel conforme a todas las cosas que Dios le había mandado acerca de ellos, después que derrotó a Sijón rey de los amorreos, el cual habitaba en Heshbón, y a Og rey de Bashán que habitaba en Ashtarot en Edrei. De este lado del Jordán, en tierra de Moab, resolvió Moshé clarificar esta ley, diciendo…” Deuteronomio 1:1-5

Najmánides (sXIII) va a explicar el comienzo del libro de este modo:

“Los versos al comienzo de Sefer Devarim nos enseñan dos cosas: 1. Todas las mitzvot que se enseñan en el Libro de Devarim provienen de Dios, y esto es lo que se quiere decir en el versículo 3: « conforme a todas las cosas que Dios le había mandado «. 2. En el libro de Devarim, Moshé explica las mitzvot con sus propias palabras, no con las palabras de Dios. Esto es lo que se quiere decir en el versículo 5: « resolvió Moshé clarificar esta ley, diciendo… «

Este sabio medieval español comprende que Moshé no está transgrediendo la voluntad de Dios. Habla porque durante toda su vida escuchó la voz del Eterno y su mensaje, pero entiende que esto perdurará si hace de las palabras del cielo, sus propias palabras.

El Maharal de Praga (s XVI) en Tiferet Israel 43:2 escribe al respecto:

“La diferencia entre los primeros cuatro libros de la Torá y el último libro es que los primeros cuatro están escritos desde la perspectiva del Dador de la Torá (Dios), mientras que el quinto libro está escrito desde la perspectiva del destinatario de la Torá ( Moshé). Generalmente en la Torá, cuando Moshé habla, está pronunciando directamente las palabras que Dios había puesto en su boca. Pero en Sefer Devarim, Moshé dice sus propias palabras, como un mensaje que habla en nombre de quien lo ha enviado.”

También acá leemos la diferencia en ser sólo un canal de repetición de la voz de Dios o erigirse en mensajero. El plan divino, si pudiéramos hablar de ello, es transformarnos en mensajeros de un llamado que se actualiza en cada generación cuando hacemos de su contenido nuestras palabras. Y Moshé, con el inicio de este libro, está dando el primer paso.

Por su parte Yehudah Aryeh Leib Alter (s.XIX), conocido como el Sefat Emet dice lo siguiente:

“El Libro de Devarim (Deuteronomio) es el aspecto de la «Torá shebeal pe» (la Ley Oral). A través de la Torá, el impedimento del habla de Moshé (Nota: Recordemos que al recibir la misión de Dios de salvar al pueblo hebreo de la esclavitud se excusó de tener problemas en el habla) fue sanado y al final de su vida sus palabras se convirtieron en palabras de Torá (es decir, el Libro de Devarim). “Torá shebeal pe» es el poder de crear Torá a través del trabajo duro en su estudio. Todo judío tiene este poder, que le fue dado al pueblo judío en el monte Sinaí.”

La interpretación del texto divino es un poder, dice este rabino polaco, que fue entregado en el mismo momento de la revelación en el Sinaí. No es arbitrario. Requiere estudio, profundización y compromiso. Sabernos llamados a esta capacidad nos sana las dificultades del habla, como le sucedió a Moshé, porque se deposita en nosotros la confianza y el deber de hacer de la palabra divina nuestro propio discurso.

Ojalá pudiera tener a esta persona delante de mí para poder explicarle todo esto:

Que el texto sagrado de nuestra tradición nos impulsa a decirlo con nuestra voz en cada generación.

Que Dios vuelve a revelarse cada vez que nosotros pronunciamos su mensaje con nuestra propia voz. Somos mensajeros enviados del cielo para eternizar un mensaje que se perpetúa desde el Sinaí.

Que la fe no nos prescribe ser ni mudos, ni acríticos, ni sumisos, sino tener la voz y la frente altas y una formación sólida para poder encontrar cuál es el sentido en cada tiempo.

Rashi (s. XI) traduce el versículo 5 diciendo que “clarificar la ley” significa que Moshé tradujo la Torá a 70 idiomas, que es el número bíblico que define a todas las naciones del mundo.

Entonces me gustaría seguir diciéndole a esta persona que el mejor modo de cumplir con la ley y su mensaje es hacerlo accesible para que cada uno se apropie, aprenda, se enorgullezca y siga buscando en los intersticios del texto las bellezas que aún siguen escondidas esperando ser descubiertas.

Esto que hacemos semana a semana ustedes, queridos lectores, y yo, es continuar con el legado de Moshé de no dar nada por sentado, de hacernos cargo de entender hasta el último resquicio, de preguntarnos sin miedo, de rechazar lo que no nos convence y seguir leyendo, estudiando, buscando en la santidad de una palabra que cada vez que la leemos es nueva y es nuestra.

Shabat Shalom,

Rabina Silvina Chemen.