Anteriormente vimos que Mordejai había sido nominado como representante del pueblo judío para influenciar al rey a favor del pueblo, y así boicotear los malvados planes de Haman.
Sin embargo, Ajashverosh no necesitaba ningún soborno de Haman, ya que su mujer, Vashti, ya se había encargado de ello amenazándolo: «Mi padre, (Nebujadnetzar), destruyó el Templo, y tu osarías permitir su reconstrucción?» (Midrash Esther Rabba).
Reforzado por el apoyo de su mujer, Ajashverosh, como Belshazar hiciera antes que él, llegó a la conclusión de que el Templo Sagrado era algo del pasado, y que este «hecho» valía la pena celebrarlo. De ahí, los 180 días de festejo que se describen en el libro de Esther. Y como Belshazar hiciera anteriormente, también él ordenó que las vasijas robadas del Templo fueran exhibidas en un desfile delante de los huéspedes, como evidencia de la caída final del Templo Sagrado. Que Vashti, la instigadora de su intransigencia encontrara de repente su propia muerte, no nos debería sorprender.
3º lección: Los que se oponen a la voluntad de D-os, caerán.
Tanto nobles como gente común fueron invitados a tomar parte del suntuoso banquete en la mesa del rey. Los judíos de Shushan se sintieron halagados por su inclusión en la lista de invitados, y participaron felizmente. El hecho de que participaran en la celebración de la caída del Beit HaMikdash, fue lo que trajo el decreto de exterminio sobre los judíos.
4ª lección: La asimilación lleva al exterminio.
Únicamente un judío, Mordejai, no participó ni fue seducido por los “favores” que el rey prodigaba sobre sus hermanos judíos. Mordejai continuó en controversia y luchando contra Haman, el atormentador de los judíos. Todos los que conocen el libro de Esther saben que Haman consiguió que Ajashverosh ordenara exterminar a los judíos. Cuando Mordejai informó a Esther de este plan, ella entró a la cámara del rey para implorar en favor de su pueblo, y Ajashverosh le respondió que cumpliría cualquiera fuese su petición, “hasta la mitad del reino te daré”. Nuestros sabios nos enseñan que su intención era darle cualquier cosa, menos aquello que dividiría su reino (que se expandía desde la India hasta Etiopía) en dos: la reconstrucción del Templo Sagrado de Jerusalem (Talmud babilónico, Tratado de Meguila).
5ª lección: Anteponer la voluntad de Dios a la nuestra, es nuestra única opción verdadera.
A pedido de Esther, todo el pueblo de Israel ayunó y oró a D´s tres días seguidos, para que Esther encontrara gracia ante el rey, y este aceptara su petición. Esther le pidió al rey que asistiera a una fiesta privada que ella daría para el y Haman. En esta fiesta, Esther emborrachó a Haman y finalmente esta pudo desenmascarar sus malévolos planes.
Haman, el malvado que había ideado el exterminio del pueblo judío, fue ahorcado en la misma horca que el mismo había construido para ahorcar a Mordejai y al resto de los judíos.
Nuestros Sabios nos relatan que Esther tuvo un hijo de Ajashverosh. Este hijo, Daryavesh (Darío), finalmente sucedió a Ajashverosh en el trono. Daryavesh, el hijo de Esther, ordenó que la reconstrucción del Templo Sagrado fuera reiniciada y completada, como leemos en el libro de Ezra 4:24: «Entonces el trabajo de la Casa de Dios que está en Jerusalén, cesó. Se detuvo hasta el segundo año del reinado de Daryavesh, rey de Persia».
6ª Lección: La historia es la manera que tiene Dios de castigar a los malvados y recompensar a los justos.
Mordejai, mientras tanto, volvió a Jerusalén donde fue designado como un miembro del Sanedrín, y se sentó, por supuesto, en la Cámara de Piedra Labrada, situada dentro de la pared del Patio Sagrado del Gran Templo de Jerusalem.
7ª lección: En esta gran lucha para construir una casa para Dios, para que El pueda posar Su Divina Presencia entre nosotros, nos armamos con dos atributos: nuestra fe y nuestra integridad.
Habiendo leído en profundidad la cobertura de todas estas intrigas políticas, el relato detrás del relato, como fueron realmente los hechos, uno debería preguntarse: si el libro de Esther se trata realmente acerca de la lucha por reedificar el Templo Sagrado, un asunto tan estimado por Dios, entonces por qué entonces no se menciona el nombre de Dios, ni una sola vez, a través de toda la narración? ¿Por qué se “oculta” Su mano indicadora?
Los libros de Ezra y Nejemia cubren completamente los detalles de la reconstrucción del segundo Templo. Mordejai y Esther, los coautores del libro de Esther, no tenían intención de escribir otro libro más que documente los mismos hechos. Así que ellos mantuvieron los detalles debajo de la superficie. Para ellos, lo importante era describir la guerra espiritual emprendida, y esto fue lo que de hecho documentaron.
Pero una vez más, ¿por qué el nombre de Dios no aparece ni una sola vez en el relato? Cuando el pueblo de Israel dejó Egipto y cruzó el Mar de los Juncos, fue todo obra de Dios. Después de todo, era Dios el que tenía una promesa pendiente. Fue Dios quien deseó que Su Sagrado Nombre fuese conocido por todas las naciones. Y fue Dios quien deseó que Sus hijos supieran quién los había redimido. La Canción del Mar vocalizó todas estas aspiraciones, así como el compromiso del pueblo de Israel a construir el Templo Sagrado en la montaña elegida por Dios. Este fue el nacimiento del pueblo de Israel.
Cuando un niño nace, sus padres deben alimentarlo y vestirlo, refugiar y proteger al niño. Y esto es lo que Dios hizo con Israel en el desierto, mientras todavía era una nación “infante”. Pero cuando un niño entra en la edad adulta, un padre ya no debería intervenir obsesivamente en su vida. Por supuesto, el padre hará todo lo que pueda para ayudar a que el niño logre sus objetivos, pero él lo hará de manera silenciosa, sin ser visto, para que el logro de estos objetivos sea únicamente del hijo. El pueblo de Israel tenia un sueño desde su mas tierna niñez: el sueño de construir un lugar donde Dios posaría su Presencia Divina – el Beit HaMikdash – Templo Sagrado de Jerusalem…y ese es el mensaje detrás de la “mano invisible” de Dios. Cuando nuestro objetivo es cumplir con la voluntad de Dios, El mismo se encarga de resolver esos obstáculos aparentemente imposibles de superar, de manera oculta, como Lo hizo con Esther, Mordejai y toda la nación judía, “en aquellos días, en nuestro tiempo”.
Fuente: Majón Hamikdash