1893. Moravia -entonces el Imperio Austro-Húngaro, como sus hermanas Bohemia y Silesia -allí nacieron Albert Abraham Tijo – oftalmólogo – y su prima carnal, Anna Tijo – auxiliar de su propio primo y pintora de colinas. En 1912, al Dr. Tijo se le encargó abrir una clínica en Jerusalén (Le’maan Tzion Eye Hospital) y cuatro meses después de su llegada lo hicieron su prima Anna y su madre, Bertha Tijo. Los dos primos se casaron el 7 de noviembre de 1912 en Jerusalén.
En mitad de la Primera Guerra Mundial, el Dr. Tijo fue enviado a servir en Damasco y allí Anna enfermó gravemente de tifus. Esa convalecencia le sirvió para dedicarse al arte del paisajismo, en lo cual llegaría, con el tiempo a ser una maestra.
De regreso a Jerusalén, en 1919 -el mundo ya era otro- el Dr. Tijo pasó a dirigir el departamento de oftalmología del Hospital de Hadasa -gloria de la medicina hebrea en el S XX- y abrieron una clínica privada y se compraron una gran casa con un gran jardín en el centro de Jerusalén, anteriormente habitada por un marchante de arte, Shapira, vendio a menos por enredarse en la falsificación de artefactos arqueológicos por el ancho mundo, hasta que se suicidó en 1884 en aquel mismo lugar.
La casa, una vez en manos de los Tijo, se convirtió en el epicentro privado del mundo cultural en la Jerusalén prestatal y por sus jardines deambulaban en magníficos cocktails coroneles del ejéricto del Reino Unido – entonces mandamases de la Ciudad de David – con artistas emergentes y consagrados y decadentes , activas socialités decorativas, académicos entre paréntesis y doctorados, políticos polivalentes, escritores observadores, emigrantes germanoparlantes (huyendo de Hitler) y en general, farándula intelectual de entonces, desde Mark Chagall a Martin Buber…
Lo vio todo, conoció a todos, vivió todo y cuando no, miraba colinas para pintarlas.
A la vez, en una gran manifestación de nobleza judía y elegancia austro-húngara, en la clínica privada se atendía a todo el que lo necesitara, pudiera o no pudiera pagarlo y fuera de la religión que fuera. Allí fue atendido medio Oriente Medio por no decir que Oriente entero, a pesar de que en la ola de acuchillamientos palestinos contra judíos de 1929. El Dr. Tijo también fue apuñalado en plena calle, aunque no de forma mortal.
Anna Tijo, como artista, entre los años 20 y 40, así como tras la Segunda Guerra Total, tuvo muchas exposiciones a su cargo por todo el mundo , y en su casa albergó una nada despreciable colección de arte profano y de Judaica, así como recuerdos personales, que donó al ayuntamiento de Jerusalén a su muerte, en 1980. El mismo año en el que recibió el mayor galardón posible para un judío: El «Premio Israel».
Hoy, su casa – una de las primeras que se construyeron extramuros – depende del Museo de Israel y es un recoleto restaurante kasher donde antes puedes disfrutar de alguna exposición o de la experiencia de retrotraerte hacia aquellos años´30 en una casa que es un museo en sí misma.
Del blog de Pedro Huergo Caso (https://phuergocaso.wordpress.com/2016/09/24/anna-tijo-la-mirada-que-lo-vio-todo-en-jerusalen/)