PESAJ 2025 – UNA LIBERTAD QUE AÚN NO LLEGA

יָשׁוּב יִפְרַח אָז גַּם עַמִּי,
וּבָאָרֶץ יָקוּם דּוֹר,
בַּרְזֶל-כְּבָלָיו יוּסַר מֶנּוּ,
עַיִן-בְּעַיִן יִרְאֶה אוֹר.

“Volverá y florecerá entonces mi pueblo,

Y se erguirá en la tierra una generación.

Las cadenas de hierro le serán quitadas,

Uno ojo tras otro, verá la luz.»

Éste es un fragmento de “Aní Maamin”- “Yo creo”, poema escrito por el poeta Shaul Tchernichovsky en 1892 en Odessa.

Un texto que deberíamos recitar cada uno de nosotros en nuestros sedarim de Pésaj.

Grilletes de hierro que durante años enseñamos a nuestros alumnos a dibujar cuando explicábamos la esclavitud en Egipto y que hoy, se reeditan en los relatos de terror de los secuestrados liberados. Cadenas de hierro que los amarran a la vileza más inhumana en la peor plaga de oscuridad de nuestro tiempo.

– ¿No sería más saludable hablar de otras cosas?, me preguntó alguien con buenas intenciones. – ¿No tenemos que festejar?

“Kol Israel arevim ze baze”- leemos en el Talmud de Babilonia, en el Tratado Sanhedrín 27b. Cada miembro del pueblo de Israel es garante del otro… no puedo cantar del todo fuerte mientras hay madres, padres, esposas, hijos sentados frente a la sequedad de una matzá que no pasa por la garganta porque ya se cerró de tanto gritar a quienes deberían hacer todo y más para que puedan ser liberados. Soy garante con mi mínimo e insignificante gesto de traerlos a mi mesa, de actualizar el mensaje de la fiesta de la libertad. Los evoco, los nombro: Ariel, Eitan, Alon, Elkana, Bipin, Ziv, Gali, David, Eitan, Maxim, Omri, Pinta, Bar, Guy, Tamir, Edan, Seguev, Rom, Yosef, Matan, Matan, Nimrod, Elyahu, Eitan, Shahar, Ilan, Ofrah, Joshua, Tal, Arieh, Ran, Gadi, Judi, Aviv, Dror, Tamir, Ronen, Inbar, Jonathan, Guy, Asaf, Lior, Yossi, Shay, Meny, Itay, Daniel, Daniel Yair, Uriel, Sontia, Sontisek, Amiram, Muhammad, Idan, Omer, Hadar. Muchos ya no están. Pero sus cuerpos necesitan volver para cerrar la herida sangrante del dolor de sus familias. Y los que quedan vivos, ¿vivos? deben recuperar la vida, en su tierra, con sus afectos.

“Las cadenas de hierro le serán quitadas,

Uno ojo tras otro, verá la luz.»

No puedo pensar otra escena. Pésaj me pide pensarlos libres. Abriendo los ojos, después de infinitos meses de oscuridad, el día de su liberación. Caminando como puedan, para no mostrar flaqueza, porque eso jamás nos será quitado: la dignidad humana que nos enseñó nuestra historia.

Les propongo que agreguemos un texto a nuestros sedarim de Pésaj escrito por la rabina Maayan Belding-Zidon. Tomemos la matzá, bien alto. Pensemos en las migajas que aún les permiten sobrevivir en los túneles de la ignominia. Y digamos:

“Ha lajma anya. Este es el pan de la aflicción que nuestra libertad eleva a la santidad. El que comieron nuestros antepasados.
Pero qué ¿comen hoy nuestras hermanas y hermanos?
En la tierra de Egipto, en el lugar angosto, en los túneles estrechos, ¿queda algo de pan?
Toda pita seca que los mantiene con vida también es elevada a la santidad.
Que todo el que tenga hambre venga a comer. Que todo el que necesite participe del Pésaj.
Por el mérito de nuestras madres y padres, por el mérito de nuestros ruegos y plegarias, por el mérito del heroísmo, del jesed, de la generosidad:
Que el Ángel de la Muerte también los pase por alto, y que Dios los saque de allí con mano fuerte y brazo extendido.
Este año están allí, en manos del enemigo, y también nosotros lo estamos.
El próximo año, en la Tierra de Israel: sentados en la cabecera de la mesa, vestidos de blanco, cantando canciones del Séder.
Y una vez, les dirán a los niños: fuimos esclavos, y ahora somos libres.”

Qué tengamos un Pesaj significativo.

Que el Afikomán no sea sólo un juego de niños de buscar un trozo de matzá sino un compromiso: que los encuentren, que los rescaten, que los salven y los devuelvan a la vida. Cuatro verbos de redención, como aquellos que hablan de lo que hizo Dios en el pasado con nosotros. Hoy nuestras cuatro copas también serán por ellos. Y cuando digamos las plagas y vaciemos un poco la copa del vino de la alegría, vaciemos un poco más, porque nuestros corazones están partidos y nuestra alegría diezmada.

Que nuestras voces resuenen tan fuerte que lleguen a las profundidades de los túneles:

“Este año están encadenados, el año que viene ¡serán libres!

Rabina Silvina Chemen