PARASHAT NITZAVÍM / VAIELEJ: Firmes para comenzar la marcha

Último comentario de este año. Últimas reflexiones en un tiempo difícil que nos hizo pensar mucho más que en otros años sobre el valor de la vida, los afectos, el planeta, la sociedad.

El año nos despide con la oportunidad de leer dos parashot juntas: Nitzavím y Vaielej, momentos finales de la vida de Moshé y de la vida de un pueblo nómada, que nació en el desierto, que heredó un relato de esclavos liberados y que se dispone a asentarse en una tierra.

Finales que culminan una larga travesía a la que muchos se habían acostumbrado. A pesar de los vientos fuertes, de los obstáculos, las rencillas, la incertidumbre; a veces preferimos lo conocido a la posibilidad.

Los finales son para evaluar si estamos anestesiados de acostumbramiento, si hemos perdido el norte, si las esperanzas nos han abandonado.

Y para encarar este final, nos encontramos leyendo Nitzvavim, cuya traducción es “de pie”, “firmes” y Vaielej, que significa “y fue”, “y se encaminó”.

Dos actitudes que pueden anticipar un nuevo comienzo.

Miremos cómo inicia Parashat Nitzvaim:

“Todos ustedes se encuentran hoy firmes ante Dios, su Dios, los jefes de sus tribus, los ancianos, los oficiales, todos los hombres de Israel; los niños, las mujeres, el extraño que vive con ustedes; desde el leñador hasta el aguatero.” Devarim- Deuteronomio 29 10-11

Estamos todos de pie ante lo que sucede. El devenir del tiempo es para todos sin distinción, con sus vicisitudes y circunstancias.

Todos estamos acá.

Y no vamos a “doblarnos”. Estamos firmes. Expectantes.

Pero este estar de pie no significa inmovilizarnos. Porque la segunda parashá se llama “Vaielej”- “Y se encaminó”.

“Fue Moisés y habló estas palabras a todo Israel,” Devarim- Deuteronomio 31:1

Y juntas, me parece, encierran un mensaje.

Firmes y de pie, todos juntos, para iniciar la caminata.

Porque las dificultades no nos sepultarán ni en el desencanto ni la desesperanza.

Nitzavím- firmes y de pie para estar preparados hacia el nuevo tiempo.

Me viene a la memoria un viejo poema del gran poeta israelí Yehuda Amijai, que describe en poesía los dolores y los aprendizajes de haber vivido tantas guerras.

El poema que quiero compartir hoy con Uds. se llama “A una distancia de dos esperanzas”

במרחק שתי תקוות

במרחק שתי תקוות מן הקרב, חזיתי שלום.
ראשי הֶעייף מוכרח ללכת, רגלי חולמות חלום.
האיש השרוף אמר : אני הסנה שבער ואכל, גְשָה הלום,
מותר לך, השאר נעליך על רגליך. זה המקום.

A una distancia de dos esperanzas

A una distancia de dos esperanzas de la guerra, vislumbré la paz.

Mi cabeza, fatigada, necesita caminar, mis pies sueñan la paz.

El hombre calcinado dijo: ‘Soy la zarza que ardió y se consumió, acércate, se te permite, no te descalces… Éste es el lugar…

Me emociona pensarnos hoy en este texto.

Hoy, en tiempo de pandemia.

Hoy, el último Shabat de este año 5780.

Hoy, que sentimos que todo se desmorona y que lo que creíamos firme ya no lo está y que a veces dudamos si volveremos a caminar; vivimos a una distancia de dos esperanzas.

Y con el cuerpo cansado y nuestra mente agotada de imágenes que nos suman temor, necesitamos caminar para que nuestros pies sueñen con la paz, la estabilidad, la salud, el bienestar, la calma.

El poeta reescribiendo el texto bíblico de Moshé ante la zarza, invierte la historia y se ve a sí mismo como aquel arbusto, que representaba la presencia divina.

Y es ese ser humano el que a pesar de sus heridas habla, soy el arbusto que ardió y se quemó… pero llegará el tiempo en el que podremos acercarnos… y volveremos a descubrir que éste es el lugar.

Lugar- Makom, en hebreo, es también uno de los nombres de Dios.

Me gustaría pensar que a una distancia de dos esperanzas, con todas las consecuencias que está teniendo en nosotros este tiempo de tanta incertidumbre, nos volveremos a encontrar, con todas nuestras heridas a cuestas y allí en ese encuentro volveremos a recuperar la fe y a descubrir la maravilla de estar vivos y de haber podido transitar este desierto.

Con este espíritu me despido de Uds.

Deseándoles un comienzo de año en el que se preparen para volver a caminar.

Que nos preparemos juntos, porque así transitaremos juntos este último largo tiempo de este año que se está yendo.

Lo hicimos Nitzavím, no bajamos los brazos. Y lo haremos Vaielej, emprenderemos la marcha hacia un mundo más sano y más justo.

Nos encontraremos en las tefilot de los Yamím Noraím. Llenaremos las casas de melodía y berajot, de buenos augurios y mucho amor.

Nos hace bien sabernos juntos.

Nuestra distancia se borra cuando lo que prima es la esperanza.

Con todo mi amor,

Shabat Shalom y Shana Tová umevorejet!

Rabina Silvina Chemen.