PARASHOT AJAREI MOT-KEDOSHIM: La ceguera y los obstáculos de hoy

“Ésa debe de ser la enfermedad más lógica del mundo, el ojo que está ciego transmite la ceguera al ojo que ve, así de simple.”  José Saramago en Ensayo sobre la Ceguera.

Nunca dejo de detenerme ni de enseñar este versículo de parashat Kedoshim, una de las dos parashot que leemos esta semana. Hablar de santidad, aspirar a merecer el mote de haber sido creados a imagen y semejanza y ser santos como Dios es santo implica cumplir con este precepto:

לֹא-תְקַלֵּל חֵרֵשׁ–וְלִפְנֵי עִוֵּר, לֹא תִתֵּן מִכְשֹׁל; וְיָרֵאתָ מֵּאֱלֹהֶיךָ, אֲנִי יְהוָה.

“No insultarás al sordo, ni pondrás obstáculos delante de un ciego. Temerás a tu Dios: Yo soy el Eterno”. Vaikrá 19:14

Así de simple. Así de claro. Y para muchos, así de obvio. ¿Quién tendría el descaro de insultar a un sordo? ¿Quién se atrevería a poner una piedra para que un ciego tropiece? ¿Acaso la santidad tendrá que ver con tamaña nimiedad?

Podríamos tomar este texto y hablar de inclusión y accesibilidad digna. Podríamos comprender que está diciendo que los caminos no deben tener escollos, los cordones de la vereda deberían ofrecer espacios para descender o subir con sillas de ruedas, los edificios deberían tener rampas, etc. Los obstáculos para las personas con discapacidad ya están delante de ellos. La tarea es quitarlos de los espacios y de nuestra cerrazón. Hay que volver a pensar un mundo en el que cada uno pueda circular con libertad y dignidad.

Pero creo que este simple y profundísimo versículo viene a decirnos algo más. A tal punto que en el libro de Devarim, a la hora de mencionar los motivos por los cuales alguien es merecedor de una maldición Moshé va a retomarlo:

אָרוּר, מַשְׁגֶּה עִוֵּר בַּדָּרֶךְ; וְאָמַר כָּל-הָעָם, אָמֵן.

“Maldito el que haga equivocar a un ciego en su camino. Y todo el pueblo dirá: Amén.” Devarim 27:18

Este tema también lo considera Flavio Josefo (siglo I en Antigüedades judías 4:276): «Hay que señalar el camino a quienes lo ignoran, y no, por el placer de reírse, entorpecer los asuntos ajenos engañándolo.”

Acá el historiador amplía el concepto de ciego; es el que no ve o el que ignora por dónde ir. Y quien hace equivocar el camino a alguien que no ve, que no puede ver, que no supo ver, cualquiera sea el tipo de ceguera que padezca: la física, la espiritual, la emocional, lo hace adrede. Sabe cuál es el camino correcto y disfruta u obtiene cierto beneficio de hacerlo tomar un rumbo errado.

También en Midrash Agadá de Parashat Kedoshim va a decir a qué se considera ciego:

ולפני עור לא תתן מכשול. מי שהוא עור בסחורה, או בדבר אחר, ותשיאנו עצה שהיא הוגנת לך ולא לו.

“«Delante de un ciego no pondrás obstáculo». Aquel que es ciego en el comercio o en otra cosa, y le das un consejo que te beneficia a ti y no a él.”

El libro de midrashim Sifrá, en Parashat Kedoshim, cap.2:14 lo desarrolla aún más:

“… y no pongas tropiezo ante el ciego”: ante el que es “ciego” en cierto asunto. Si alguien te pregunta: —¿Es la hija de ese hombre apta para (casarse con) un sacerdote? No les digas que es apta si no lo es. Si te piden un consejo, no des consejos que sean impropios. No digas: —Vete temprano por la mañana, para que lo asalten los ladrones. —Vete por la tarde, para que lo abrase el calor. No le digas —Vende tu campo y cómprate un asno, buscando aprovecharte de él y lo tomas para ti. Para que no digas: —¡Pero le di un buen consejo! El corazón sabe de estas cosas, como está escrito “Y temerás a tu Dios; Yo soy el Señor”.

De este midrash se deducen varios temas:

La ceguera está reconocida como la falta de claridad para tomar ciertas decisiones, o desconocimiento sobre ciertos temas o debilidades en algunas ocasiones.

Por otro lado estamos en una situación en la que hay alguien que necesita un consejo, una palabra y que confía en otro, el que supuestamente le resolverá su inquietud.

Hay dos maneras de burlar esa ceguera: por el hecho perverso de ver al desvalido caer (y por tanto muchas veces sentirse aún más arriba) o para obtener beneficio propio (como vender el campo por monedas y quedarse con él).

Es mucho más que una imagen que, por supuesto, todos nosotros detestaríamos, como ponerle una piedra a una persona no vidente. Es mucho más. Es más grave. Y nos toca a todos. Porque tiene que ver con la honestidad. La honestidad es una palabra enorme, despojada muchas veces de su contundencia. ¿Quién no diría de sí mismo que es honesto? ¿Quién reconocería que lo que hace no es por un fin positivo? Sin embargo, la deshonestidad es la piedra más sutil y más peligrosa que podemos poner delante de alguien que no sabe cómo seguir, cómo entender una situación, cómo manejarse ante una encrucijada.

Hoy las palabras, las informaciones, los textos, las redes sociales… poseen armas poderosas para allanar el camino o hacernos caer; porque no sabemos por dónde estamos caminando.

Quizás el mensaje hoy sea entender que no somos tan ciegos como para dejarnos llevar por cualquier lazarillo; que nuestro corazón y nuestra mente tienen herramientas suficientes para elegir un camino que no nos haga tropezar.

En nuestra parashá aparece un versículo que me ayuda a la hora de tomar decisiones:

 וּשְׁמַרְתֶּם אֶת-חֻקֹּתַי וְאֶת-מִשְׁפָּטַי, אֲשֶׁר יַעֲשֶׂה אֹתָם הָאָדָם וָחַי בָּהֶם: אֲנִי, יְהוָה.

“Y guardarás mis leyes y mis decretos, el que los cumple vivirá por ellos, yo Adonai”. Vaikrá 18:5

Las mitzvot, los preceptos de nuestra tradición están allí para la vida, para que embellezcan y fortalezcan nuestras vidas, no para morir o desesperar por ellos. Todo lo que nos nubla la esperanza, lo que nos quita fuerzas para seguir adelante, lo que nos confunde y nos abruma nos quita la fuerza vital de seguir adelante, caminando la vida, vivos.

En esta pandemia muchos sentimos que nos es difícil dirimir entre los mensajes que recibimos, las imágenes que vemos y las estadísticas que nos agobian. No somos ciegos. Tenemos los ojos cansados. Estemos atentos a los escollos que nos hacen tropezar la confianza y la ilusión. Pero sigamos caminando. Si es posible de la mano con todos aquellos que decidimos transitar con cuidado y con fe este momento de la humanidad.

“… el ojo que está ciego transmite la ceguera al ojo que ve, así de simple.” Escribía Saramago en su Ensayo sobre la Ceguera.

Nosotros decidimos seguir viendo con nuestros propios ojos, sin que nadie nos nuble la mirada ni la perspectiva; así de simple.

Shabat Shalom,

Rabina Silvina Chemen.