Cabe destacar que estos capítulos no son leídos en un Shabat tal como las otras porciones semanales.
En Israel existe una excepción, cuando Sheminí Atséret coincide con Shabat. Más aún, su lectura en Simjat Torá, fuera de Israel, al igual que en Sheminí Atséret en Israel, es seguida por la lectura del primer capítulo de Bereshit.
La razón para no asignar un Shabat específico a la lectura pública de la Parashat Vezot HaBerajá se debe tal vez al deseo de no identificar un día con la conclusión de la Torá, un texto que es inagotable. Cada lectura permite un nuevo entendimiento acerca de la naturaleza del hombre y su relación con Dios.
Quienes sostienen que Moshé también escribió las últimas líneas de la Torá, posiblemente quieren transmitir la idea de que, no obstante el contenido de estos versículos, el maestro del pueblo hebreo no murió. Al menos no partió de este mundo de la misma manera que otros seres mortales.
Según el Midrash, la muerte de Moshé se produjo a través de un beso de Dios, que extrajo su Neshamá, su alma.
Ya que filosóficamente es difícil que la persona demuestre su propia existencia, tal vez se puede apreciar la misma a través de la influencia que el individuo ejerce sobre otros.
En los anales de la historia del pueblo judío ninguna persona se le puede comparar, tal como reza el texto “Veló kam naví od beIsrael”, nunca se erigió otro mensajero de Dios como Moshé. Sus enseñanzas y admoniciones continúan vigentes, incluso las que se denominan “Halajá leMoshé MiSinai”, las normas que no fueron escritas en el texto pero que Moshé logró transmitir verbalmente a sus fieles discípulos, hecho que se repitió a través de las edades.
Moshé fue el maestro del pueblo hebreo, pero lo que realmente lo convirtió en el Rebe fue el hecho de que tuvo talmidim, discípulos que hasta el presente siguen sus instructivos y viven de acuerdo con las mitsvot registradas en la Torá.