PARASHAT VAERÁ: Las consecuencias del trabajo esclavo

Qué difícil es comentar esta parashá, tanto dolor, en un pueblo oprimido, en la cerrazón del gobernante, en el ensañamiento y la tortura, en los que sufren las consecuencias de la plaga. ¡Cuánto dolor! Y de aquí debemos extraer una enseñanza…

Moshé y Aharón insisten en convencer al Faraón que los autorice a sacar al pueblo para adorar a Dios.

Y las pruebas para demostrar que los actos de Dios no son comparables a los hechizos de los brujos no son suficientes.

Así y todo, el Faraón se endurece, o peor y más contradictorio aún, Dios le endurece su corazón, y por tanto la situación se pone cada vez más apremiante, las plagas vendrán a demostrar el poderío divino.

Mientras todas estas negociaciones suceden puertas adentro del palacio tenemos un pueblo diezmado por el sufrimiento.

Y no leamos esto sólo como un relato antiguo. Tenemos en nuestro planeta, colectivos humanos que sufren; pobreza, trabajo esclavo, explotación sexual, trabajo infantil…

Y ¿cómo se tramita ese dolor que te seca la visión?

Lo mismo pasa en nuestra parashá: Moshé viene con la buena nueva de que van a ser salvados pero…

   וַיְדַבֵּר מֹשֶׁה כֵּן, אֶל-בְּנֵי יִשְׂרָאֵל; וְלֹא שָׁמְעוּ, אֶל-מֹשֶׁה, מִקֹּצֶר רוּחַ, וּמֵעֲבֹדָה קָשָׁה.

“y no oyeron a Moisés por cortedad de espíritu, (o impaciencia de espíritu) y por la dura servidumbre.” Shmot 6:9

Durante mucho tiempo me desilusioné con esta frase. Vienen a liberarnos ¿y no podemos escuchar?

Y no. La gente desesperada pierde capacidades que nosotros, en condiciones relativamente saludables, las damos por sentadas.

Y no. La gente maltratada, apaleada, humillada, insultada, reducida a ser mero objetos de carga lo que no pueden retener es su dignidad.

Y es muy interesante cómo la Torá y nuestros sabios, explican luego en qué consiste estar desesperados:

Rashi (Francia, s XI) dice que no estaban en condiciones de escuchar a Moshé porque la angustia de la esclavitud les cortó hasta la respiración. Y esto lo deduce de la forma que tiene la Torá de decir “cortedad de espíritu”, en ivrit “kotzer ruaj”. La palabra ruaj es espíritu pero también aire, aliento. Cuando alguien está tan desesperado que hasta ni siquiera puede respirar o peor aún, ni siquiera siente que tiene derecho a respirar, es difícil creer en la esperanza.

Por otro lado Abraham Ibn Ezra (España s.XII) va a interpretar el estado de los hijos de Israel de otro modo. Él dice que: “Israel no escuchó ni prestó atención a las palabras de Moshé, porque su espíritu estaba impaciente por lo largo de su exilio y el trabajo aún más duro que se les había dado recientemente.”

Y me quedé pensando si la impaciencia no es el resultado de la falta de paz… y aunque no sea etimológicamente correcta mi asociación, el pueblo al que Moshé se dirigía estaba carcomido por la falta de paz en ese estado de miseria.

Por su parte Ovadia Sforno (Italia, s XV), va a interpretar que esa cortedad de espíritu no les permitía creer en lo que Moshé les estaba diciendo. Era tal el sufrimiento y tan prolongado que ninguna realidad mejor podría ser imaginada y por tanto aceptada desde la propuesta que Moshé traía.

Todo este proceso larguísimo hasta conseguir que las puertas de Egipto se abrieran sirvió para que este pueblo (que aún no sabía que era pueblo) recuperara la dignidad de creer que les asistía el derecho de no ser explotados indignamente.

El trabajo esclavo te quita el aliento, la paciencia y la fe.

Moshé tuvo que trabajar toda la vida para devolverles a estos seres humanos la capacidad de escucha, es decir, tener el espíritu amplio, la frente en alto, la confianza en que alguien puede y quiere hacer algo por nosotros.

Esclavizar a un pueblo duró lo que dura la comunicación de un decreto.

Liberarlo durará toda la vida. Quitarles ese número tatuado en su subjetividad y convencerlos de que pueden creer, querer, confiar, aceptar, refutar, decidir, corregir, construir, desatar, amar…

Shabat Shalom,

Rabina Silvina Chemen