PARASHAT SHEMINÍ: Un abordaje políticamente incorrecto

Llegamos a Parashat Shminí. Y de pronto, entre las leyes rituales específicas de cada ofrenda, el texto no abofetea con la muerte de dos de los hijos de Aharón, el kohen, Nadav y Avihú. Y como si esto fuera poco, la causa de ese deceso es ambigua, tiene que ver con el ritual y hasta se podría decir que es atribuible a la ira divina. En síntesis; un relato imposible de interpretar ni de abordar; en medio de un libro que se presentaba hasta ahora como un manual instructivo para los funcionarios del culto.

Nadav y Avihú, hijos de Aharón, tomaron sus respectivos incensarios, y después de poner fuego en ellos y echar incienso sobre él, ofrecieron delante del SEÑOR fuego extraño, que Él no les había ordenado.” Vaikrá- Levítico 10:1-2

Fuego extraño, ¿es suficiente pecado como para recibir la muerte?

¿Acaso todo este aparato simbólico que representaban los sacrificios tenía tal nivel de rigidez que, si no se cumplía al dedillo, la primera de las respuestas sería la muerte? ¿Ése es el mensaje?

No soy la primera que se lo pregunta. Vayamos a algunas de las interpretaciones.

Rashi (s.XI) tomará algunas de las tradiciones interpretativas:

Y salió fuego”: Rabí Eliezer dice: Los hijos de Aharón murieron solo porque tomaron decisiones halájicas en presencia de Moshé, su maestro.

Rabí Ismael dice: [Murieron porque] habían entrado en el santuario después de haber bebido vino. La prueba es que después de su muerte, [la Escritura] advirtió a los sobrevivientes que no podían entrar en el santuario después de haber bebido vino…”

Hasta acá diríamos que algunos se conforman diciendo que se merecieron la muerte porque tomaron decisiones dentro de la ley judía sin consultarlo con Moshé- es decir, trajeron algo por cuenta propia que no estaba estipulado y eso se castiga con un fuego que los consume. O, como dice Rabí Ishmael, tuvieron la osadía de entrar con una ofrenda pasados de copas y eso debe haber sido un muy mal ejemplo para todos. Al Santuario se entra sobrio y en condiciones, si no, no merecen vivir.

No puedo mentirles. Me parece un despropósito imposible de justificar. ¿Ninguna advertencia? ¿Ningún proceso de aprendizaje en este nuevo rol, aun no desarrollado como lo era el sacerdocio? A fin de cuentas, ellos son los primeros sacerdotes, que se inauguran en esta responsabilidad junto con su padre Aharón. Pensaba en este momento que, si por esto un fuego divino los consume, cuánto más muerte hubiera merecido Aharón con el “desliz” de permitir la construcción de un becerro de oro, ¿no les parece?

Seguimos.

Rashbam (s.XII)

Nadav y Avihú, hijos de Aharón, tomaron sus respectivos incensarios…” Pusieron fuego «extraño» en estas ollas, algo que Moshé no había ordenado que se hiciera en este día. Aunque en los días ordinarios estaba en vigor la regla de “los hijos de Aharón pondrán en estas ollas fuego sobre el altar” (Levítico 1,7), su regla no se aplicaba al día de la inauguración, y Moshé no había querido que ningún hombre hiciera fuego para introducirlo en el Tabernáculo. Esto se debió a que esperaba que el fuego celestial se manifestara, de modo que la adición del fuego hecho por el hombre habría arruinado por completo el impacto del milagro. En este día el nombre de Dios sería glorificado por todo el pueblo tomando conciencia de la aprobación Divina de sus ofrendas, aceptándolas Dios por medio del fuego celestial.”

Se los explico: Rabí Shmuel ben Meír cree entender qué es lo que pasó. El gran error de estos jóvenes aprendices de sacerdote fue que, quizás en su ímpetu o ansiedad, trajeron fuego el día de la inauguración desoyendo la indicación de que el primer fuego sería de Dios. El mismo Creador mostraría su grandeza bajando el fuego divino que encenderá el altar- que desde allí deberá permanecer encendido- delante de todo el pueblo. Arruinaron el milagro y el mensaje de un fuego que, desde el cielo, aprueba ese sistema de culto y devoción.

¿Acaso deberíamos concluir que creemos en un Dios tan celoso que si le arruinamos la escena milagrosa nos castiga con la muerte?

Discúlpenme si se me lee un poco sarcástica, pero no puedo abordarlo de este modo.

De hecho, no puedo leer que, después de un relato de muerte, se busque una explicación lógica que la justifique. Y mucho menos, que se haga de este castigo, un método de adoctrinamiento para los creyentes.

Vayamos a una lectura que hizo detener mi mirada y mi pensamiento.

Necesito aclarar algo del idioma hebreo. Fuego extraño- en hebreo “esh zara- אֵ֣שׁ זָרָ֔ה” se puede traducir como “extraño” o como “ajeno”.

Jizkuni (s.XIII) dice: “colocaron incienso sobre él”. Habían tomado esto de la mesa. Esto es lo que significa el verso; “presentaron ante el Señor fuego ajeno”. El incienso sin fuego es imposible. Toda ofrenda de incienso que no se presente en nombre de una comunidad se denomina: “ajena”.

Nos ubicamos en un relato como éste, dentro del compendio de reglas y normativas dedicadas a los líderes del pueblo; aquellos que manejan los aspectos más sensibles, los enigmas existenciales de cada persona y de la comunidad toda; el vínculo con lo divino, el calendario colectivo y el misterio de la vida y la muerte.

Los consumió el mismo fuego con el que creyeron salvarse.

“Toda ofrenda de incienso que no se presente en nombre de una comunidad se denomina: “ajena”. Y cuando el líder se vanagloria con su puesto y se olvida que su designación tiene que ver con representar el fuego de todos, ante lo trascendente, es consumido por su propia codicia. Cuando quienes representas te son ajenos y te encandilan las luces del poder que te ciegan la conciencia y te hacen olvidar tu responsabilidad suprema; el fuego de la historia te consume.

Todo lo que un líder haga que no sea en nombre de la comunidad; todo lo que haga que las personas con el correr del tiempo les sean ajenas a su agenda, porque lo que importa es perpetuarse en el poder, su destino es el de Nadav y Avihú: su propio error los consume.

El pueblo de Israel viene de estar sometido a liderazgos totalitarios e inmorales como lo fue el imperio egipcio. Y si bien necesitan la presencia de personas reales que medien entre ellos- aun emocionalmente débiles- y Dios, quien se erige como su verdadera autoridad; no es a cualquier costo. Los sacerdotes y todos los lideres que los sucederán en la cadena de responsabilidades tienen un objetivo supremo: representar a la comunidad, ser sus portavoces, sus guardianes, sus guías. Cuando el pueblo les es ajeno, cae taxativamente su lugar en la historia. Y ya no se hablará más de ellos. Hay que instalar un modelo de conducción que corte con la arrogancia y el despotismo con el cual estaban acostumbrados.

Me quedo aquí.

Pensando si estamos hablando sólo del pasado.

Y visualizando cuánto fuego extraño nos está consumiendo en todos los órdenes de representatividad por haber olvidado el propósito supremo: la comunidad.

Shabat Shalom,

Rabina Silvina Chemen