וַיֹּאמֶר יְהוָה אֱלֹהִים, לֹא-טוֹב הֱיוֹת הָאָדָם לְבַדּוֹ; אֶעֱשֶׂה-לּוֹ עֵזֶר, כְּנֶגְדּוֹ.
“No es bueno que el hombre esté solo, le haré un ezer kenegdó” (una ayuda en su contra, una ayuda frente a él) Bereshit 2:18
Estamos ante una de las frases fundantes de una aparente polémica.
Parashat Bereshit narra dos versiones de la creación del ser humano. La primera, incluida en el listado de creaturas, varón y mujer los creó y la segunda, que comienza con la creación de un varón y la reflexión de Dios acerca de su soledad: “no es bueno que esté solo”, por tanto será el mismo Dios el que cree a la mujer llamada “ezer kenegdó”- palabras que deberemos estudiar en profundidad. Y digo aparente polémica, porque la sola disposición del relato crea en nosotros, los lectores de este tiempo, cierto cuestionamiento respecto de la equidad o desigualdad en temas de género… La superioridad del varón, la narrativa que quedó ligada a ese segundo relato, el de la mujer en función de una necesidad… en fin, temáticas con los “anteojos” del presente… pero que me parece que nos obturan irnos un poco más atrás para comprender esta expresión.
Buscaremos versículos que traigan la palabra “ezer” en otros contextos para tratar de entender:
Hay quienes dicen: Liberación. Como está escrito:
כִּי-אֱלֹהֵי אָבִי בְּעֶזְרִי, וַיַּצִּלֵנִי מֵחֶרֶב פַּרְעֹה.
El Dios de mi padre fue mi ayuda (ezer) y me liberó de la espada de Faraón. Shmot 18:4
Otros la entienden como defensa. Como está escrito:
עֶזְרֵנוּ וּמָגִנֵּנוּ הוּא.
Él es nuestra ayuda (ezrenu) y nuestro escudo. Tehilim 33:20
También podría ser salvación. Como está escrito:
עַם נוֹשַׁע בַּיהוָה, מָגֵן עֶזְרֶךָ
(¿Quién como tú), pueblo salvado por el SEÑOR? El es escudo de tu ayuda (ezreja)… Devarim 33:29
O quizás redención. Como está escrito:
אֲנִי עֲזַרְתִּיךְ נְאֻם-יְהוָה, וְגֹאֲלֵךְ קְדוֹשׁ יִשְׂרָאֵל.
Yo te ayudaré (azartija)-declara el SEÑOR– y tu Redentor es el Santo de Israel. Ishaiahu 41:14
Si hiciéramos un midrash con todos estos versículos encontrados podríamos preguntarnos ¿Y en qué ayuda la mujer al varón? Lo libera, lo defiende, lo salva y lo redime de estar solo.
Nos quedaría explicar la palabra kenegdó – traducida tradicionalmente como ayuda “idónea”, aunque literalmente signifique “en su contra” o “en oposición a él”. Y las interpretaciones son variadas: el que es afortunado o merecedor, tendrá una mujer que lo ayude, y el que no, alguien que lo contradiga. Otros explican que esa es la función de la mujer: ayudar cuando el esposo está por el buen camino y advertir o limitar cuando percibe que se está equivocando.
Hasta acá una clásica mirada de un texto que habla de lo social desde su propio contexto histórico. Valioso, organizador de cierto orden y respuesta a necesidades y roles establecidos en el tejido social. Pero siento que esta mirada nos priva de una lectura mucho más amplia y más profunda sobre el misterio de lo humano.
Una de las primeras preguntas que se realizaron muchos exégetas acerca del comienzo de la Torá es por qué la Torá comienza con la segunda letra del alfabeto, con la letra Bet de Bereshit.
Y acá me aventuro a decir que desde la concepción misma de la idea del mundo, y de lo humano como corona de la creación, lo que se pondera es la compañía, la tarea compartida, el sentirse apoyado por otro/a, el compartir las certezas y los miedos, las decisiones y las búsquedas.
Fuimos creados plurales, y lejos estamos de aquel mito de la “media naranja”; no somos medio “algo”, buscando nuestra otra “mitad”. Somos desde nuestra creación, proyectos concebidos en compañía, en comunidad, en familia, en grupalidad, en sociedad. Nos ayudamos, nos liberamos, nos salvamos, cuando estamos juntos, frente a frente, cerca.
Aún resuenan las palabras de Kohelet que leyéramos el último Shabat durante la festividad de Sukot:
Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.
Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.
Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.
También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?
Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.
Kohelet- Eclesiastés 4: 8,12
Mejor dos que uno. Uno con otro nos abrigamos, nos damos la mano para levantarnos, nos defendemos, nos sostenemos.
Bereshit es un grito contra el individualismo, la soberbia, la competitividad que se resuelve sólo con uno en la meta. No somos solos. Es por eso que somos, de las creaturas de la naturaleza, los que más necesitamos de otros hasta llegar a la autonomía. No hay experiencia más potente que saberse acompañado, rodeado, de afecto, de miradas, de consejos, hasta de silencios compartidos…
Bereshit- con bet- de a dos. Para tejer nuestro relato personal, necesitamos mucho más que a nosotros mismos.
Autora: Rabina Silvina Chemen