PARASHAT BEHAALOTJÁ: Un solo estatuto para todos

Parashat Behaalotjá como la mayoría del libro de Bemidbar, atraviesa las diferentes vicisitudes que experimentan estos “ya no más esclavos” pero “no todavía totalmente libres”.

Miedos, nuevo calendario, ritualidades a inaugurar, mezquindades, euforia… en fin, constituirse en pueblo libre va a necesitar de una gran transición. Porque no estamos hablando de cambio. El cambio sucede de una vez, y en este caso, el cambio fue de la esclavitud a la libertad.

Pero ese cambio no garantiza nada.

Ahora viene el largo y difícil proceso de transición. Entender la nueva realidad con sus nuevos derechos y nuevas responsabilidades.

Entre todos los temas que toca esta parashá, me quiero quedar con la última mitad de un versículo del capítulo 9. Algunos dirán que no es correcto tomar una sola mitad. Es posible.

Pero, como escribiera George Steiner: “Interpretar es juzgar. Ningún desciframiento, por muy filológico o textual -en el sentido más técnico del término- que sea, está libre de valores.”

Y nosotros, cuando nos acercamos al texto de la Torá, lo leemos buscando un mensaje, necesitamos recuperar lo valorativo, lo que vale, lo que nos hace valiosos, y los que nos permite revalorar lo que ha quedado en el olvido…

Por eso me atrevo a quedarme con la última parte de un versículo. Porque me habla y desde él yo también siento que puedo hablarles.

חֻקָּה אַחַת יִהְיֶה לָכֶם, וְלַגֵּר וּלְאֶזְרַח הָאָרֶץ.

“… tendréis un solo estatuto, tanto para el forastero como para el nativo de la tierra.” Bemidbar 9:14

El texto está hablando de la prescripción de celebrar Pesaj. Y en esa circunstancia- no menor, porque estamos hablando de la evocación de aquel momento en el que dejamos de ser esclavos, ciudadanos “de segunda”, para construir una sociedad de pleno derecho- la ley es para todos, hay un solo estatuto, para el que es parte del pueblo de Israel, como para el que viene de otros lugares pero vive con nosotros.

Así es el versículo completo: «Y si un forastero reside entre vosotros y celebra Pesaj al SEÑOR, conforme al estatuto de la  Pesaj y conforme a su ordenanza lo hará; TENDRÉIS UN SOLO ESTATUTO, TANTO PARA EL FORASTERO COMO PARA EL NATIVO DE LA TIERRA.

Si estamos hablando de la celebración más emblemática; la de la libertad y es allí que la ley es igual para todos, cuanto más me permito pensar que ése es el ideal de la Torá: al interior de nuestro pueblo, y también hacia todos los que quieren realizar sus vidas dentro de él.

Un solo estatuto. Todos iguales. Para celebrar la libertad que nos hace a cada uno, uno pero que a su vez no sería tal si no es para todos, de todos, en todos.

Martin Buber, como un profeta de la modernidad habla de estos temas sensiblemente. Dice que una comunidad de personas está basada en el concepto “nosotros” como modelo.

Somos seres relacionales. Necesitamos estar próximos, unos de otros. (La cuestión es cómo nuestro tiempo desvirtuó esa proximidad y la transformó en relaciones de manipulación o de usurpación).

Pero Buber dice que el primer horizonte de lo humano como tal, se da cuando nos reconocemos en un “nosotros”. Estoy yo, estás tú y en ese vínculo de encuentro sucede algo tanto más potente que uno y/u otro que es el “nosotros”.

Así se construye la esfera de lo social.

Cuando esa cercanía se hace mutua, una proximidad que me hace responsable por la vida del otro. Y cuando un verdadero “nosotros” sucede, recién ahí comprendemos el concepto de “todos”.

Sólo cuando tenemos la real experiencia del “nosotros”, cuando podemos decir y vivir el  “nosotros”, podemos hablar de “todos”.

Y para eso se necesita, como dice Buber, “estar presente” para los demás. La presencia es lo único que le puede devolver al hombre esa confianza perdida. La presencia se descubre en el encuentro.

Es por eso que me emociona detenerme en esta parte del versículo: nos están pidiendo desde entonces, que tengamos una sola ley para todos, cuando hablamos de libertad. Y para que eso sucede, para que nadie se sienta extranjerizado, disminuido, de menor monto que otros, tenemos que entender que la Torá es el vehículo que nos facilita ser ese “nosotros” del que habla Buber, cuando ejercito el ser el garante de mi hermano, cuando me duele el dolor del otros, cuando me comprometo con las causas que dignifiquen la vida, más allá de la mía.

Así seremos “todo” el pueblo, cuando nos hagamos cargo del “nosotros”, un “nosotros” que no es la suma de “iguales” sino el desafío de abrir los brazos para abrigar a todo aquél que en libertad, con sus lenguajes e interpretaciones, quiera compartir la aventura maravillosa de pertenecer a este pueblo.

Allí fuimos comandados.

Una sola ley para todos.

Un todos que se construye cuando nos ocupamos de un “nosotros”. Ni yo, ni ellos, ni esos, ni esas, ni aquellas,… NOSOTROS.

Shabat Shalom,

Rabina Silvina Chemen,