PARASHAT NITSAVÍM 2025: la decisión de elegir

Atém nitsavím kuljém hayóm – Vosotros estáis de pie, todos, hoy.

Hoy, dice la Torá.

Como si Moshé nos estuviera hablando delante de nosotros, hoy, diciéndonos todos nosotros estamos hoy nitsavím, de pie. Terminando un año que nos encuentra golpeados como pueblo, intentando cumplir con el nitsavím- (estar de pie) más allá de los golpes y de la oscuridad en la que estamos viviendo. De pie para encarar con esperanza un nuevo tiempo que traiga nuevos escenarios. Sin perder la ilusión de que el año entrante podamos cambiarnos los zapatos de este tiempo tan pesado y poder alivianar la marcha, abriendo los brazos y encontrando a muchos que quieran volver a caminar con nosotros. Caminando puentes que se destrozaron por el odio para llegar a ese otro lado y vernos de nuevo los ojos que están llorosos de tanta pérdida y horror.

Y una vez más, como siempre, hacemos el pacto de ponernos de pie. Como lo dice la parashá: todos juntos, presentes y dispuestos a escuchar.

¿Y qué debemos escuchar?

“He puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Y elegirás la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Devarím- Deuteronomio 30:19).

No sé si se dieron cuenta. El verbo ligado a vida no es “merecerás la vida”, “te doy la vida”. No. A la vida se la elige. No es el azar. No es el destino. Ni es una prerrogativa. A la vida se la elige.

Ibn Ezra (siglo XII) lo explica así:

“Tienes la capacidad de elegir la vida. Para que puedas vivir. En cuerpo o en memoria. Y la explicación, es que [el propósito de] la vida es amar.”

Será que estoy sensible estos días, pero esta interpretación me parece extraordinaria. Elegir la vida para poder vivir. Y esto nos hace pensar en cuántas veces, aunque respiremos, trabajemos, comamos, durmamos, leamos las noticias… no vivimos, porque no encontramos el rumbo. Poder vivir en cuerpo o en memoria: porque está la vida que transcurre mientras nosotros estamos vivos, pero también estará la que dejaremos en la memoria de quienes nos sucederán. Elegir la vida es también ocuparse de las huellas que dejaremos en nuestra ausencia.  Y, por último, elegir la vida, entiende Ibn Ezra es elegir el propósito último es el amor. Y sí, ¿de qué valen las victorias, las ganancias, los aplausos cuando no elegimos al amor como motor de todo lo que conseguimos?

Elegir la vida, es un acto espiritual.
Es una postura ética.
Es la pregunta última que deberemos hacernos antes de comenzar juntos Yom Hadín- el día del juicio, en el que imagino al Tribunal Celestial si hemos amado lo suficiente este año que está culminando.

Richard Elliott Friedman, en su comentario a la Torá, explica lo siguiente:

“Elige la vida. El tema del camino a la vida comienza temprano en el discurso de Moisés (Deuteronomio 4:1) y culmina aquí en las últimas palabras. Este enfoque al final de la Torá nos devuelve al inicio de la Torá: la pérdida del árbol de la vida. Los humanos pierden el acceso al árbol de la vida como precio por haber obtenido acceso al árbol del conocimiento del bien y del mal. Ahora se le dice al pueblo: «He puesto delante de ti la vida y el bien, la bendición y la maldición». Usar el conocimiento del bien y del mal, y elegir hacer el bien, es el camino de regreso a la vida; no necesariamente a la vida eterna (aunque ¿quién sabe?), sino a una vida plena y significativa. Como dice el libro de Proverbios sobre el conocimiento y la sabiduría: «Ets jayim hi- (la Torá) Es un árbol de vida». Y los judíos cantan este versículo de Proverbios cada sábado después de leer la Torá y devolverla al arca.”

A horas de entrar en Rosh Hashaná esta parashá nos devuelve al momento de la creación, la que evocamos como el comienzo de nuestro tiempo.

Hayóm Harát Olám- diremos. Hoy es el nacimiento del mundo.

Y esta parashá nos dice: en aquel comienzo tomaste la decisión de conocer lo bueno y lo malo, y hoy te pido que cierres ese círculo, haciendo valer tu decisión: has comido del fruto, tienes todo el conocimiento: ELIGE LA VIDA. Porque ese es el propósito con el que fuiste creado. Usar el conocimiento de lo que llamamos bien y mal, bendición y maldición, para elegir ese lugar que no nos exilia de nosotros mismos. No queremos la vida eterna. Queremos la vida. Deberíamos querer elegir la vida. Una vida plena, significativa, amplia, generosa, contemplativa, reflexiva, amorosa y justa. Una vida que no puede elegirse en detrimento de la vida de nadie. La VIDA, con mayúsculas como valor supremo por sobre cualquier otro interés o necesidad.

Estamos por cerrar un año.
El mundo está lleno de gritos de odio, de noticias que nos endurecen el corazón, de miedos que nos cierran el corazón y nos obturan la mirada.

Y, sin embargo, aquí estamos.
Nitsavím hayóm — “de pie, hoy”.
La Torá nos dice que no abandonemos el creer que existe una opción.
Y para eso necesitaremos revisar cómo elegimos: lo que decimos, lo que decidimos mirar, creer, construir, lo que escuchamos, lo que defendemos, lo que rechazamos.

Elegir qué mensajes nos atraviesan.
Elegir qué imágenes queremos guardar en nuestro corazón.
Elegir palabras que iluminen no las que suman tinieblas.
Elegir escapar de la confrontación que nos seca el alma, y volver a confiar en la bondad que todavía habita en este mundo.

El llamado de la Torá es claro:
No te resignes.
Estamos a tiempo.
Elige la vida.
Elige amar.
Elige cuidar.
Elige volver a confiar.

Y en pocos días, cuando escuchemos el sonido del shofar, ese llamado volverá a resonar con toda su fuerza.
Un shofar que intentará despertarnos de la pesadilla y decirnos que siempre se puede comenzar de nuevo. Solo se necesita volver a elegir el camino que nos devuelva la luz.

Que podamos entrar al nuevo año con el corazón abierto dispuesto a la aventura de un mensaje superador de todas las barreras y todos los dolores.

Que este nuevo tiempo nos llene de coraje para dar ese primer paso.

Shaná tová umetuká.
Rabina Silvina Chemen.