PARASHAT VAYETSÉ 2024: volver al lugar para sanar

וַיִּפְגַּ֨ע בַּמָּק֜וֹם וַיָּ֤לֶן שָׁם֙ כִּי־בָ֣א הַשֶּׁ֔מֶשׁ וַיִּקַּח֙ מֵאַבְנֵ֣י הַמָּק֔וֹם וַיָּ֖שֶׂם מְרַֽאֲשֹׁתָ֑יו וַיִּשְׁכַּ֖ב בַּמָּק֥וֹם הַהֽוּא׃

“Llegó a un lugar y pasó allí la noche, porque ya se había puesto el sol. Tomó una de las piedras de aquel lugar, la puso de cabecera y se acostó en aquel lugar.” Bereshit- Génesis 28:11

וַיִּיקַ֣ץ יַעֲקֹב֮ מִשְּׁנָתוֹ֒ וַיֹּ֕אמֶר אָכֵן֙ יֵ֣שׁ ה’ בַּמָּק֖וֹם הַזֶּ֑ה וְאָנֹכִ֖י לֹ֥א יָדָֽעְתִּי׃

“Yaakov despertó de su sueño y exclamó: «¡Ciertamente el Señor está presente en este lugar, y yo no lo sabía!” Bereshit- Génesis 28:16

וַיִּירָא֙ וַיֹּאמַ֔ר מַה־נּוֹרָ֖א הַמָּק֣וֹם הַזֶּ֑ה אֵ֣ין זֶ֗ה כִּ֚י אִם־בֵּ֣ית אֱלֹקִ֔ים וְזֶ֖ה שַׁ֥עַר הַשָּׁמָֽיִם ׃

“Conmovido, dijo: – ¡Qué imponente es este lugar! No es otra cosa que la morada de Dios y la puerta del cielo.” Bereshit- Génesis 28:17

Comenzamos parashat Vaietzé con un proceso transformativo de Yaakov. Después de una relación conflictiva con su mellizo, después del engaño a su padre, la traición a su hermano y la complicidad con su madre en la mentira, Yaakov escapa. Escapa físicamente para evitar la venganza de su hermano (y creo yo la vergüenza ante su padre) y también escapa de su propia vergüenza, de verse involucrado en un conflicto que escaló hasta situaciones aparentemente irreconciliables.

En el camino se topa con un lugar. Sí. No es que lo busca, sino que, como dice en hebreo “vaifgá”, se encontró con ese lugar, o el lugar lo encontró a él. En este primer párrafo de la parashá, la palabra lugar aparece 3 veces. Lugar, en hebreo, MAKOM, no es solamente un sustantivo que indica una localización, sino que también será uno de los nombre de Dios.

Hoy nos dedicaremos a este término. Veremos si nos ayuda a entender algo más de esta historia (y de la nuestra).

Nuestros sabios se preguntan dónde es ese lugar. Y para ello buscan un paralelismo. Encontrar otro versículo en el que figure la palabra MAKOM y nos indique un lugar cierto.

Así volvemos a Abraham, cuando iba en búsqueda del lugar que Dios le indicaría, junto con su hijo, a quien iría a sacrificar.

בַּיּ֣וֹם הַשְּׁלִישִׁ֗י וַיִּשָּׂ֨א אַבְרָהָ֧ם אֶת־עֵינָ֛יו וַיַּ֥רְא אֶת־ הַמָּק֖וֹם מֵרָחֹֽק׃

“Al tercer día, Abraham levantó la vista y vio el lugar de lejos.”

Rashi, (s. XI) va a explicar el pasaje de nuestra parashá de este modo:

 “ויפגע במקום Y SE ECONTRÓ CON EL LUGAR — La Escritura no menciona cuál lugar, pero al escribir BAMAKOM- בַּמָקוֹם, el lugar se refiere al lugar ya mencionado en otro pasaje, a saber, el Monte Moriá del cual se afirma (Génesis 22:4) “Y vio el lugar (המקום) de lejos”. Bereshit- Génesis 22:4

Las fuentes judías tradicionales consideran el lugar como el sitio en el que comenzó la creación del mundo. Y la mayoría de las fuentes judías clásicas coinciden en que esa fue luego la ubicación del Templo de Jerusalem. La tradición judía ve al Lugar Santísimo como la unión espiritual del Cielo y la Tierra, y es, por lo tanto, la dirección a la que se dirigen los judíos cuando rezan la Amidá, la oración silenciosa en la que debemos todos, estemos donde estemos, mirar hacia allí.

Juntemos todas estas partes e intentemos un aprendizaje para nuestro tiempo.

El LUGAR al que fue Abraham, es el símbolo del fracaso de una concepción de fe que tiene que ver con el sacrificio, con la sangre y la muerte.

Y qué interesante es que los exégetas ubican a ese mismo lugar como aquél en el que Yaakov abandona ese paradigma, de ser el único, el mejor, a toda costa, sacrificando a su padre, a su hermano, a su tranquilidad e incluso a no volver a ver más a su madre, por una ambición desmedida que no contempla la existencia de ningún otro.

En ese LUGAR Yaakov redime la historia de aquel otro LUGAR en el que Dios se le aparece a Abraham y le dice que de ninguna manera ponga su mano sobre su hijo. Que no es el camino.

Es en ese lugar, el LUGAR en el que luego la tradición dirá que se construirá el Templo. ¿Por qué? Porque un lugar sagrado es aquel que conecta el cielo con la tierra, simbolizado en aquella simple escalera con la que sueña Yaakov. No hay santidad si el cielo no conecta con la tierra. Si en la tierra hay sangre en nombre del cielo, no es el LUGAR.

Necesitamos volver a ese lugar en el que los odios entre hermanos puedan comenzar a sanarse. Necesitamos, en nombre de lo que llamamos Dios, volver a ubicarlo en el lugar- UN LUGAR QUE ES EL MUNDO- para re-establecer ese sueño de una escalera que conecte nuestras acciones con lo más trascendente. Necesitamos dejar la violencia y la venganza, y recuperar la morada divina, que une nuestros fragmentos, como aquellas piedras en las que se acostó Yaakov:

“…y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar.”  Bereshit- Génesis 28:11

Piedras, explican nuestros sabios, porque el mismo Dios estaba partido en pedazos al ver la pelea feroz entre los hermanos.

Y cuando comienza el momento de la sanación, nuestra misma parashá nos da una señal:

“Y se levantó Yaakov de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella.”  Bereshit- Génesis 28:18

Cuando Yaakov comprende que las elecciones de su vida lo habían llevado hacia el abismo y descubre esa presencia que lo transformará para siempre, debajo de su cabeza encuentra una sola piedra. Que la transforma en altar.

El monte Moriá hoy es el símbolo de un odio fatal entre los que pelean por esa “primogenitura” y lo que menos hacen es honrar a ese Dios que está despedazado por una contienda brutal e interminable.

Necesitamos volver al LUGAR. Y soñar con una posible salida que nos conecte con valores de humanidad, de amor, de entendimiento y de fraternidad.

Y subir un peldaño en este tiempo en el que estamos todos sumidos en un pozo de miedo y de confrontación.

Quizás algún día se pueda reconocer que “estaba Dios en este lugar” y nosotros nos empecinábamos en alejarlo, en nombre de los santuarios que lo destierran de este mundo.

Volvamos a recolectar las piedras; las que nos tiraron, las que tiramos, las que tenemos guardadas como municiones, las de los escombros por los destrozos, y cerremos los ojos para soñar con un tiempo mejor. Quizás al levantarnos podamos comenzar a construir algo que nos aloje a todos.

Silvina Chemen