PARASHAT REÉ: Entre montes y balanzas

“Mira, hoy pongo ante Uds. bendición y maldición” … “Será que cuando Adonai tu Dios te lleve a la tierra a la cual vas para poseerla, entonces pondrás la bendición sobre el monte Gerizim y la maldición sobre el monte Eival”  Devarim 11:26/29

Conmueve el comienzo de esta parashá, justamente en Shabat Mevarjim, el Shabat que anunciaremos y pediremos bendición para el mes de Elul que está próximo a comenzar.

Mirar lo que tenemos delante.

Tanto la bendición como la maldición.

Aprender a mirar. Discernir lo que nos refinará la vida o lo que la corromperá.

No bajar la cabeza ante lo que tenemos que enfrentar, que está a distancia de nuestros ojos. Y tomar decisiones.

Hasta acá, al menos para mí, el mensaje es claro, edificante y desafiante. Depende de nuestra mirada.

Pero, tres versículos más adelante, aparece un mandato que, una vez ingresados a la tierra de Israel, se deberá poner la bendición sobre el monte Gerizim y la maldición sobre el monte Eival. Y acá dejo de entender.

¿Cómo se pone una maldición o una bendición sobre una montaña?

Esta pregunta llevó a los sabios del Talmud a explicar el modo de realizar este ritual. El texto de la Mishná en el tratado de Sota 7:5 lo relata así:

“Seis tribus subieron al monte Gerizim y seis tribus subieron al monte Eival, los sacerdotes y los levitas con el arca estaban abajo en el medio, los sacerdotes rodeando el arca, los levitas [rodeando] a los sacerdotes, y todo Israel de un lado y de otro.” …

“Volvieron sus rostros hacia el monte Gerizim y abrieron con la bendición: Bendito sea el que no hace una imagen tallada o fundida”. Y estos y estos responden amén. Luego volvieron sus rostros hacia el monte. Eival y abrió con la maldición: “Maldito el que haga una imagen de talla o de fundición” (Devarim 27:15).  Y estos y estos responden amén. [Así que continúan] hasta que completan las bendiciones y maldiciones.”

Repasemos. Deberán llegar al lugar, dividir a las doce tribus en dos grupos de seis. Ubicar un grupo sobre el monte Gerizim y el otro sobre el monte Eival. En medio de estos dos montes, los sacerdotes y los levitas, debajo de ellos, se dirigirán al monte de la bendición, leerán una de las bendiciones y todo el pueblo contestará: Amén. Y lo mismo sucederá con los que estén sobre el monte Eival. Mirándolos, se pronunciará la primera de las maldiciones y todos contestarán: Amén. Y así, una a una, alternando bendiciones y maldiciones se completará toda la lista.

La pregunta es la siguiente: si el pueblo entero debe contestar Amén a cada una de bendiciones y maldiciones, ¿qué sentido tiene dividirlos en dos montes?

¿No hubiera sido más sencillo y más contundente que las autoridades se paren en una montaña y que todo el pueblo reunido por debajo conteste al unísono?

¿Qué más tenemos que entender para darle sentido a este ritual?

Nuestros sabios nos aconsejan leer este pasaje para comprender el significado de esta escenificación:

ת»ר לעולם יראה אדם עצמו כאילו חציו חייב וחציו זכאי עשה מצוה אחת אשריו שהכריע עצמו לכף זכות עבר עבירה אחת אוי לו שהכריע את עצמו לכף חוב

“Los sabios enseñaron: Siempre una persona debería verse a sí misma como si fuera medio responsable y medio meritorio. (En otras palabras, debe actuar como si los platillos de su balanza estuvieran equilibrados, de modo que) si realiza una mitzvá es afortunado, ya que inclina (su balanza) al mérito. Si transgrede una prohibición, ¡ay de él !, ya que inclina (su balanza) a la responsabilidad”. Kidushin 40b

Imaginariamente el mundo está presentado en un punto de equilibrio; hay tanto peso para los méritos y la inocencia, como para los errores y la culpa. Seis tribus de un lado, seis tribus del otro. Cada uno/a de los que está parado/a allí, cada uno/a de nosotros/as está sobre alguno de los dos montes. Hace falta un solo movimiento para romper el equilibrio.

Por eso la palabra que da nombre a la parashá está en singular: Mira.

Porque depende de la decisión de cada uno la responsabilidad de romper ese equilibrio ilusorio sobre el que el mundo se basa.

Todo gesto, toda palabra, toda elección significa y modifica a un entorno mucho más grande del que suponemos.

“Mira, hoy pongo ante Uds.”

El día es hoy, el juego es para todos igual. Pero las decisiones que tomamos y las acciones que realizamos u omitimos corren por cuenta de cada uno/a y simbólicamente modifican el mundo entero. Aunque no lo veamos. Aunque muchas veces juguemos a negarlo.

Somos una pieza de este engranaje. Una pieza imprescindible en la protección del equilibrio. A veces la fuerza de la masa nos hace creer que nuestros movimientos son imperceptibles… pero no es así.

Nos pasamos todo el año mirando lo que hacen otros, lo que dicen otros, juzgamos, adherimos, criticamos…

Hoy, te toca mirar-te- Mira. Hoy. Todo está allí. Y depende de ti.

A las puertas del mes de Elul, con un año vivido por detrás, con mucho por reclamar y un futuro incierto aún, estamos sobre alguno de los dos montes, diciendo Amén a la lista de bendiciones/maldiciones/consecuencias que devendrán de nuestros modos de mirar y por tanto, de actuar. Cada movimiento vale, por imperceptible que sea, agregando mérito o desgracia a esta humanidad (y en primer lugar a tu vida y a los tuyos).

A las puertas de este trabajo de Teshuvá que iniciaremos con el comienzo de este mes nos invito a desempolvar nuestras balanzas y registrar nuestras pesas, lo que pesa, los pesares, lo que pasa, lo que se puso, lo que nos pisa, lo que se posa…

«En un platillo de la balanza coloco mis odios; en el otro, mis amores. Y he llegado a la conclusión de que las cicatrices enseñan; las caricias, también.» *Mario Benedetti / El porvenir de mi pasado

¡Shabat Shalom umevoraj!

Rabina Silvina Chemen.