La ley y la voluntad es un título que pretende ser el puntapié para una reflexión sobre esta parashá y sobre todo el corpus legal de nuestra tradición. Parashat Bejukotai, la última del libro de Vaikrá, se encarga de dejar bien en claro de los beneficios que tiene cumplir con las leyes, preceptos y mandamientos que Dios le dio al pueblo de Israel y su contrapartida; las consecuencias negativas de no aferrarse a ellos.
Lógica de premios y castigos, como la letra chica de un contrato que detalla hasta el hartazgo los punitorios por falta de todo tipo de cumplimientos.
Sin embargo esta legalidad tiene otros componentes que la hacen única y creo yo, le permitieron perdurar a través de los tiempos y las dispersiones.
Vayamos al comienzo:
Si anduvieren en mis leyes y guardaren mis mandamientos, y los hicieren… Vaikrá 26:3
Si sucede esto, la lluvia caerá en su justa medida, habrá buena siembra, cosecha, vendimia, habrá pan para saciarse, seguridad y paz. No habrá nada que temer.
Pero volvamos al versículo, leámoslo lentamente:
Si anduvieren en mis leyes y guardaren mis mandamientos… hasta ahí comprendemos la función de la oración condicional. Lo que no se entiende por qué agrega: y los hicieren. Pareciera ser que es una repetición innecesaria. Andar las leyes, observara los preceptos… va de suyo que los están haciendo… ¿por qué entonces “וַעֲשִׂיתֶםאֹתָם”y los hicieren?
También solía decir: obra de tal modo que la voluntad de HaShem sea la tuya, para que haga tu voluntad como si fuera la Suya. Pirkei Avot 2:4
Ovadia ben Jacob Sforno un rabino italiano, comentarista bíblico, filósofo y médico del siglo XV-XVI se hizo la misma pregunta. ¿Qué es lo que agrega a este versículo estas dos palabras? Y responde diciendo
«Si los llevas a cabo de la manera antes mencionada, no como sirvientes que temen incurrir en la ira de sus amos, este será el «toque final» de tu establecimiento de una reclamación total de la tierra de tu herencia. . Usted demostraría que cumple su voluntad como si fuera su propia voluntad.» (Pirkei Avot 2,4)
Intentemos decirlo con nuestras palabras: Observar los precepto, someterse a la ley tiene recompensa sí lo hacemos por nuestra voluntad, si no somos meros sirvientes atemorizados sino que elegimos cumplir, que estamos convencidos de este camino, que nos da orgullo, satisfacción, nos completa, nos mejora, nos hace trascender… si nos motoriza no a obedecer ciegamente sino a construirnos a partir de su palabra… entonces habrá recompensa.
Siempre comentamos cuando llegamos a esta parashá lo significativo que es el verbo que usa para allegarnos a la ley: si anduvieren mis leyes… una convocatoria a la caminata, al movimiento mucho más que a la sujeción y la parálisis por miedo.
Esto recuerda un momento cúlmine en nuestra historia como pueblo, en el que fuimos redimidos de la esclavitud de Egipto y salimos al desierto. Allí, al ver el mar por delante y los carros egipcios por detrás, el pueblo grita, se desespera y clama a Moshé. Por ende Moshé pide ayuda a Dios que le responde lo siguiente:
Y dijo el Señor a Moshé: ¿Por qué sigues clamando a Mí? ¡Manda a los hijos de Israel que marchen! Shmot 14:15
Y el gran Rashi va a agregar a este versículo:
“¡Manda a los hijos de Israel que marchen!”No deben hacer más que marchar, pues el mar no se opondrá.
Quejarnos porque la situación oprime, someternos por temor, reclamar para que desde afuera se cumplan las recompensas por haber obedecido ciegamente la letra de un pacto, no es lo que se pide de nosotros.
La ley está escrita y dicha. La recompensa está aclarada, tanto como las consecuencias del no cumplimiento. Pero todo esto tiene una condición: tenemos que tener voluntad de hacer nuestra Su palabra, de ser dueños de nuestras marchas, de apropiarnos de nuestras decisiones, que nos llevan a las tierras de promesa, que siempre están un poco más allá, allí donde nos animamos a caminar.
Shabat shalóm
Rabina Silvina Chemen.